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Reportaje de la crisis humanitaria en la UE

`Madres en la Frontera´ denuncia la inoperancia del Gobierno polaco frente a un desproporcionado despliegue policial

Madres venidas de distintas partes de Polonia se concentran en Hajnówka, cerca de la frontera con Bielorrusia, para reclamar una mayor atención a las mujeres y niños atrapados entre la UE y el régimen de Lukashenko

A las 09:30 del 20 de noviembre salta el aviso de que la asociación Madres en la Frontera ha convocado una manifestación frente a las estancias municipales de Hajnówka. Reclaman atención, protección y asilo para las mujeres y niños que llegan a territorio polaco.

Es una mañana apacible, con sol y poco viento. Todo lo contrario a la noche anterior, con un viento atronador y un frío que el exangüe edredón del apartamento, a pesar de tener la calefacción encendida, a duras penas protegía. Esto, acompañado de la melodía dual de las patrullas que iban y venían constantemente haciendo notar su presencia a cada rato, hace que sea difícil descansar en la frontera con Bielorrusia.

Nada más salir de Sokółka, se puede apreciar el típico paisaje de este pulmón verde en Polonia. Una meseta repleta de hayas, carpes y coníferas que se van dando la réplica entre las parcelas parduscas de labranza, los cementerios a pie de carretera y las tierras en barbecho.

Durante la hora y media de viaje, hasta en dos ocasiones, hay que cambiar la ruta para evitar los controles policiales y no entrar en las zonas señaladas en rojo por el estado de emergencia.

En no más de 87 kilómetros, dos retenes. En el primero, al igual que la tarde anterior, el policía en cuestión apenas echa un ojo al vehículo, al que ha visto llegar con sus prismáticos desde el final de la carretera. El segundo, sin embargo, a la entrada del pueblo de Bielska, nos obliga a detenernos por completo y tras dar los buenos días, sin pedir ningún tipo de permiso o dar aviso alguno, abre el maletero del coche. Tras comprobar que no hay nadie ahí, nos da la señal indicando que podemos continuar.

Aquella misma mañana, la Guardia Fronteriza polaca publicaba un tuit donde informaba que se habían registrado 195 intentos de cruzar el territorio de forma ilegal y que cinco extranjeros habían sido detenidos por «ayudarlos», palabras textuales. Hasta la fecha, la República de Polonia ha dictado la expulsión del país a 82 extranjeros por este tipo de prácticas. Esta última madrugada fueron detenidos y deportados dos ciudadanos ucranianos y otro alemán.

«La manifestación comienza a las 14 horas», me avisa un compañero de EFE cuando ya estoy frente al lugar de la convocatoria. Poco a poco, medios locales e internacionales van apostándose al mismo tiempo que furgones antidisturbios y coches de la policía van llegando. El despliegue parece, proporcionalmente, el de un Real Madrid–Barcelona, lo cual resulta llamativo para una manifestación que apenas llega a un centenar de personas venidas de distintas partes del país.

Miembros de la Policía controlan el perímetro de la manifestaciónR.M.

Nada más bajar del autobús, despliegan sus pancartas y las imágenes de los niños que las distintas entidades sociales han ido facilitando de los menores encontrados en los bosques.

Saben que tienen la atención de la prensa y comienzan con sus proclamas, con sus testimonios, con la lectura de la declaración de los Derechos Humanos y con una réplica burlona a la policía que advierte que estamos en situación de pandemia y que no pueden agolparse.

«Ningún ser humano es ilegal; como madres no podemos permitir que se considere normal el que se encuentre a niños indefensos vagando por el bosque, ateridos de frío y en peligro de muerte y se les separe de sus madres o se les expulse de Polonia», dijeron algunos de los asistentes a la manifestación.

Varias de las madres que forman parte de este grupo, la mayoría de ellas residentes en la zona fronteriza de Polonia con Bielorrusia donde ya han fallecido al menos once inmigrantes desde septiembre, contaron sus experiencias personales.

Yo iba paseando por el bosque, buscando setas; vi lo que parecía ropa de niño tirada en el suelo, y cuando me acerqué resultó ser una niña de unos cuatro años», afirmó una de ellas. «Esa noche lloré en casa al recordarlo, yo tengo una hija de esa edad y cuando voy al bosque lo último que quiero encontrar es un niño medio muerto», agregó la mujer, que, tal y como apuntaba en su crónica Miguel Á. Gayo para EFE, no se identificó.

Una de las mujeres de "Madres en la Frontera" cuenta su testimonio durante la manifestaciónR.M.

Se trata de la segunda manifestación de este colectivo en el último mes, anteriormente en la ciudad de Michalowo, también al este del país, donde acudieron las esposas de tres expresidentes polacos. Al igual que en el último acto, Madres en la Frontera ha denunciado que desde hace años, y no solamente desde el recrudecimiento de esta guerra híbrida donde se utilizan a los migrantes como armas arrojadizas a ambos lados de la frontera, llevan encontrándose a menores en los bosques de Polonia.

Bajo las proclamas de «El lugar para un niño no es en el bosque» y «Ningún ser humano es ilegal», Madres en la Frontera ha reclamado medidas urgentes y ha hecho un llamado a la solidaridad, entre banderas realizadas con mantas térmicas.

Una vez concluida la manifestación, volvemos dirección a Sokółka. El GPS nos lleva por una ruta alternativa que ocasiona, de forma azarosa, que en un cruce entre carreteras secundarias, a los veinte minutos de viaje, una patrulla nos tenga retenidos durante cinco minutos de tensión. Revisan minuciosamente la documentación aportada, leen los documentos de acreditación de prensa y nos piden que bajemos del coche y abramos el maletero. Tras discutirlo con el superior, dentro del furgón, nos dejan marchar.

Una madre con su bebé de 8 meses durante la manifestaciónR.M.

Las hayas y los carpes del camino de vuelta a nuestro apartamento están deshojados por el otoño y la luz tamizada por las nubes del anochecer, a las 15:45, dan al paraje un tono apocalíptico, o así nos lo parece.

Conversamos sobre Cuarón y su film  Hijos de los hombres, sobre el Gobierno de Andrzej Duda, sobre los movimientos radicales, sobre la situación del periodismo actual, las devoluciones en caliente, el régimen de Lukashenko y sobre como la belleza, a pesar de la brutalidad y el dolor que parece barnizar el mundo, sigue abriéndose paso sin permiso alguno, traspasando fronteras. 

Un niño jugando en la manifestación de "Madres en la Frontera"Ricardo Morales