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El Papa Francisco, durante la ordenación de Guido Marini como obispo de TortonaEFE

75ª Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana.

Francisco busca para los obispos menos carrera y más oración

El Papa se reunió con la Conferencia Episcopal Italiana para seguir de cerca el camino sinodal en este país y proponer ocho nuevas bienaventuranzas para los prelados

El Papa Francisco tiene muy claro qué perfil quiere para los obispos. Lleva años insistiendo en que no busca hombres de carrera sino de oración. Con esta idea se acercó esta semana a la 75ª Asamblea General Extraordinaria de la Conferencia Episcopal Italiana. Aprovechó su escapada del Vaticano al Hotel Ergife de Roma para proponer ocho nuevas bienaventuranzas a los más de doscientos prelados reunidos. No las escribió él sino el nuevo arzobispo de Nápoles desde febrero, Domenico Battaglia, pero Francisco hizo hincapié en ellas e incluso las repartió físicamente en un pequeño díptico donde también aparece una imagen del Buen Pastor, esto es, Jesús cargando con una oveja perdida.

Estas ocho nuevas bienaventuranzas nacieron hace menos de un mes, el 31 de octubre de este año, cuando Domenico Battaglia quiso ofrecer su consejo a tres nuevos prelados en una ordenación episcopal. A Francisco le gustaron porque vio, por un lado, un arzobispo que había tomado nota de lo que pide para la Iglesia. Por otro, una eficaz lista de requerimientos que ahora usa para orientar a viejos y nuevos ministros. Una de las que más ha llamado la atención dice así: «Bienaventurado el obispo que considera su ministerio como un servicio y no como un poder». Es un encargo que recuerda al gesto del Papa en el último Ángelus cuando, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud diocesana, apareció en el balcón del Palacio Apostólico con dos jóvenes y pidió a los peregrinos en Plaza de San Pedro que repitieran con él varias veces la frase «reinar es servir».

El Papa no busca en los obispos talentos políticos sino hombres de fe

Aunque no sea su autor, las nuevas bienaventuranzas parecen salidas de la pluma del Papa Francisco por su estilo espontáneo. Son especialmente significativas en Italia, principal cantera de los cardenales, donde es relativamente común que un sacerdote recién ordenado aspire más a hacer carrera en la Curia que a dirigir una parroquia. Es algo que preocupa al Papa, que escribió el año pasado una carta al presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica poniendo como requisito indispensable a los nuncios apostólicos pasar un año de misión antes de continuar su carrera diplomática. Cumplirán así con otras dos de las bienaventuranzas que el Papa ha propuesto esta semana: «dichoso el que hace de la pobreza y del compartir su estilo de vida» y «dichoso el que tiene un corazón para la miseria del mundo».

Francisco considera dichoso al obispo «que no se encierra en los edificios del gobierno, que no se convierte en un burócrata más atento a las estadísticas que a los rostros». Y no es que las estadísticas vayan mal. Según el Anuario Pontificio 2021, en el mundo hay 1.345 millones de católicos, 16 millones más que el año pasado. Solamente hay que salir de Europa para ver cómo crece la Iglesia. Sin embargo, lejos de dormirse en los laureles, el Papa encarga a los obispos mantenerse cercanos a sus feligreses y «luchar junto al hombre por el sueño de justicia de Dios».

Al difundir estas bienaventuranzas obra del arzobispo de Nápoles, Francisco también insiste en uno de los temas contra los que más ha predicado en estos últimos ocho años: la hipocresía. Y llama bienaventurado al obispo «que se aleja de la duplicidad del corazón, que evita toda dinámica ambigua, que sueña con el bien en medio del mal».

El Santo Padre junto a los obispos italianos, en la última Asamblea del mes de mayoVatican News

Francisco, atento a los obispos italianos

Aunque el Vaticano e Italia son dos estados independientes, los papas siguen de cerca algunos asuntos como obispos de Roma. Antes de la pandemia, Francisco visitaba regularmente las parroquias romanas y está muy atento a la gestión de los seminarios de la ciudad. Como no llegan a todo, delegan en otras personas. A efectos prácticos, es el vicario episcopal Angelo De Donatis quien gobierna la diócesis y ya se está preparando para el Jubileo 2025 que será convocado próximamente. Con todo, el Papa quiso estar presente en la Asamblea General Extraordinaria de la CEI para, entre otras cosas, seguir de cerca el camino sinodal en Italia, es decir, el proceso de reforma que acometerá la Iglesia en este país.

Con su actualización del Sermón de la Montaña, Francisco ha subrayado los puntos clave de la puesta a punto que quiere de la Iglesia y para la que espera la ayuda de los obispos. No busca en ellos talentos políticos sino hombres de fe. Es algo que repite siempre que puede. La última vez, hace apenas un mes en la ordenación como obispo de Tortona de Guido Marini, antiguo maestro de ceremonias de Francisco y Benedicto XVI y uno de los personajes más conocidos en el Vaticano.

EFE