Fundado en 1910

Entrevista

Manuel Oriol: «Encuentro hace libros significativos, que hablan a la persona, que conmueven»

Conversamos con el director de Ediciones Encuentro, una editorial católica que busca seguir cumpliendo su misión: acercar la dimensión religiosa del ser humano

En 2008, José Miguel Oriol contaba en un pequeño libro o un gran folleto, la historia de Ediciones Encuentro, editorial que él mismo fundó en 1978. 

«Alquilamos un pequeño chalet en la calle Urema 8 y lo equipamos con muebles de oficina de un saldo».  En los días en que se sucedían los papas –Pablo VI primero, Juan Pablo I después y ya, por último, Juan Pablo II–, Encuentro sacaba a la luz a Giussani, Dalmasso, Von Balthasar, Berdiaev, Péguy o el primer tomo de Historia Económica y Social del Mundo, edición dirigida por Pierre León

Todos ellos, entonces, apenas eran conocidos por el público hispano. Ahora, para muchos, son autores de referencia en tesis doctorales, trabajos de investigación o fuentes para satisfacer el apetito lector. 

Dedicada, principalmente al ensayo aunque también han recogido la maestría de Jiménez Lozano entre sus páginas, Ediciones Encuentro sigue publicando libros para adentrarse, desde la razón, en los recovecos del misterio. 

Conversamos con Manuel Oriol, su director. 

Manuel Oriol en la entrevista con el diario El DebatePaula Argüelles

–¿No da cierto vértigo seguir adelante, 43 años después de vuestra fundación, con una editorial en el contexto actual?

–Sí, claro. Especialmente después de la crisis de 2008, aunque al sector literario llegó más tarde y donde tuvimos que atravesar dificultades económicas importantes. Pero más que esos aspectos económicos, pesaron los aspectos culturales, como el papel de Encuentro en el mundo hispanohablante al traer a algunos grandes teólogos de la segunda mitad del siglo XX. Hablo de Von Baltasar, de Henri de Lubac… O de la aproximación y traducción de las obras de Péguy o el cardenal Newman. Todo eso pesó a la hora de tomar la decisión de si seguir o no adelante con el proyecto porque el mundo editorial está en una época muy complicada. Entonces, al final lo que me hizo decidirme para coger el testigo de este proyecto que habían empezado mis padres fueron las ganas de seguir transmitiendo pensamiento de manera distinta a la que ofrecen otros formatos.

–¿Cómo os sobreponéis, como editorial católica, a una sociedad que cada vez lee y cree menos?

La lectura de libros va a menos, hay una gran competencia con otras formas de ocio, o de dedicación del tiempo, o como lo queramos llamar, que son una opción preferencial respecto al libro a la hora de entretenerse. Respecto a que la sociedad cada vez lee menos… No sé si estoy del todo de acuerdo. La lectura no ha desaparecido, está más viva que nunca, porque todos estamos todo el rato leyendo lo que dicen en redes sociales. Eso sí. Es una lectura muy diferente a la del libro porque este te da argumentos, te permite pensar con calma las cuestiones que te plantea. No es la rapidez, la lectura superficial que en último término son una sucesión de eslóganes. La lectura de libros sigue siendo algo necesario en nuestro mundo y hacerlo teniendo en cuenta la dimensión religiosa del ser humano –pues en último término todos buscamos un significado, pertenecer a algo más grande–, es, seguramente, más necesario que nunca.

–¿Cómo os relacionáis con la idea de que la pantalla esté llamada, de alguna manera, a ir arrinconando cada vez más al libro físico? ¿Qué riesgos crees que puede traer consigo? 

–El libro lleva existiendo siglos. Cuando se habla del fin del libro, porque ahora todo es audiovisual, yo parto de  una cierta prudencia. Igual que no creo, a pesar de que con el confinamiento la gente volvió a leer más, que ahora o más adelante vayamos a experimentar un boom del libro. Creo que el soporte físico no va a desaparecer, que va a seguir siendo importante como tal. Y ni que decir de su contenido, de la exposición de unas ideas o de una historia novela, que  independientemente del formato seguirá existiendo siempre. Por otro lado, ya no son una, ni dos, ni tres, ni cuatro las obras que advierten del peligro de las pantallas. Y no porque la pantalla sea un peligro, sino porque sólo la pantalla se convierte en un peligro. Es decir, antes se hablaba de brecha digital entre las generaciones. Yo creo que hay que empezar a hablar de brecha de lectura. ¿Por qué la gente no es capaz de aguantar dos páginas seguidas? Porque la pantalla es otra cosa. Está hecha para consumir rápido o para atar, para ver imagen, para leer poquito y sin mucha profundidad. En el ámbito educativo se está señalando que, cada vez más, son los niños que, al pasar tanto tiempo delante de pantallas interactivas,  está generando auténticos problemas de falta de concentración, de no saber argumentar, de no saber razonar adecuadamente y que, en definitiva, no les está ayudando a detenerse y contemplar en aspectos que son esenciales para la vida adulta, como el querer poder cambiar las cosas o influir. Esto es lo que te da el libro: pausa, perspectiva, capacidad para sopesar y reflexionar. Lo que hay detrás de las pantallas es más manipulable, por ejemplo, que lo que hay en un libro. 

–¿Qué significa para Encuentro el haber editado antes que nadie las reflexiones de Ratzinger?

–Nosotros lo empezamos a publicar no antes de que fuera Papa, sino incluso antes de que fuera una figura tan relevante dentro de la Iglesia. Para mí, Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, es probablemente el mayor teólogo de la segunda mitad de siglo XX, independientemente de que después llegara a ser Papa. Hay un diálogo en todos los textos de Ratzinger con la modernidad, con el hombre actual en un plano intelectual, donde se presenta un cristianismo a la altura de nuestro tiempo y a la altura de nuestras necesidades. En eso me parece que sigue siendo un autor clave para comprender qué papel tiene el cristianismo en nuestro mundo.

–¿Cómo nos podemos encontrar hoy? ¿De qué manera Encuentro puede ser un punto de diálogo, para el lector hoy en día, con toda la hondura que tiene la palabra?

–Nos gustaría que nuestros libros fueran una ocasión de encuentro. Como he dicho antes, con un autor, con unas ideas, con un planteamiento, con una forma de ver la vida. Cuando de repente alguien que no era nadie para ti se vuelve significativo, te cambia de alguna manera. Eso es lo que deseamos con nuestros libros, que es lo más difícil, porque desgraciadamente muchas veces solo leemos para confirmar nuestras posiciones previas y no llegamos a encontrarnos con el autor. Y con esto no digo, ni mucho menos, que haya que leer solo cosas con las que no estamos de acuerdo, pero sí deberíamos dejarnos tocar. Nosotros intentamos publicar libros que sean significativos, que hablen a la persona, que le puedan mover por dentro, conmover. Y por eso nos llamamos Encuentro. Porque somos una editorial con una identidad clara, católica, definida, que salimos al encuentro, a la relación, con otros. 

Manuel OriolPaula Argüelles