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Papa Francisco

Imagen de archivo del Papa Francisco estas navidadesEuropa Press

El Papa lamenta que muchos hayan muerto «en la soledad de una UCI» durante la pandemia

Francisco ha hecho estas consideraciones en el mensaje para la XXX Jornada Mundial del Enfermo

El Vaticano ha hecho público en el día de hoy el mensaje del Papa Francisco para la XXX Jornada Mundial del Enfermo. Bajo el título Sean misericordiosos así como el Padre de ustedes es misericordioso, el Santo Padre ha lamentado que muchos enfermos han muerto «en la soledad de una unidad de cuidados intensivos» durante la pandemia y ha denunciado que en muchas zonas del mundo recibir un tratamiento adecuado «sigue siendo un lujo».

«Pienso sobre todo en los habitantes de las zonas más pobres del planeta, donde a veces hay que recorrer largas distancias para encontrar centros de asistencia sanitaria que, a pesar de contar con recursos limitados, ofrecen todo lo que tienen a su disposición. Aún queda un largo camino por recorrer y en algunos países recibir un tratamiento adecuado sigue siendo un lujo», ha lamentado.

Llevar la vacuna a países con menos recursos no es imposible. Es lo que se ha transmitido en este seminario organizado en la Pontificia Universidad de la Santa Croce de Roma.

«Sean misericordiosos»

El Papa ha recordado con este mensaje a los «numerosos enfermos que, durante este tiempo de pandemia, han vivido en la soledad de una unidad de cuidados intensivos la última etapa de su existencia atendidos, sin lugar a dudas, por agentes sanitarios generosos, pero lejos de sus seres queridos y de las personas más importantes de su vida terrenal».

Asimismo, ha criticado la distribución desigual de vacunas contra el virus de la COVID-19 en los países más pobres que también sufren una «falta de tratamientos para patologías que requieren medicamentos mucho más sencillos».

Por otro lado, ha subrayado que el enfermo es «siempre más importante» que su enfermedad y por eso ha destacado que «cada enfoque terapéutico no puede prescindir de escuchar al paciente, de su historia, de sus angustias y de sus miedos». «Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir una cercanía que muestra interés por la persona antes que por su patología», ha asegurado.

Infancia desprotegida ante la COVID-19

Hace tan solo unas semanas, la Pontificia Academia para la Vida (PAV) y la Comisión Vaticana COVID-19 publicaba sendos documentos sobre los malestares y patologías provocadas por la pandemia en niños y adolescentes.

Vacunarse es «un acto de amor», decía el Papa Francisco exhortando a una campaña de vacunación seria e igualitaria, especialmente para las poblaciones más desfavorecidas.

En el estudio Infancia y COVID-19. Las víctimas más vulnerables de la pandemia, emitido por la Comisión, se insta a los gobiernos a financiar la asistencia psicosocial de los niños que han perdido a sus familiares por el coronavirus, al tiempo que piden a todas las diócesis del mundo que redoblen los esfuerzos ante el avance de la pandemia. El informe recaba algunos datos sobre el impacto de la enfermedad y sus variantes en los niños. Por ejemplo, se recoge que hasta el 30 de septiembre de 2021, más de 5 millones de niños perdieron al menos uno de sus padres, abuelos o cuidadores debido al coronavirus, lo que significa que un niño pierde a un padre o cuidador cada 12 segundos por esta enfermedad en el mundo.

También ponen cifras a la creciente inseguridad alimentaria que está perjudicando a un gran número de infantes. «En el 2020, los 6-7 millones de nuevos casos de desnutrición aguda en niños menores de cinco años provocaron la muerte de unos 10 000 niños al mes, el 80 % de ellos en el África subsahariana y el sur de Asia», señalan.

Sobre la Jornada Mundial del Enfermo

San Juan Pablo II instituyó hace treinta años la Jornada Mundial del Enfermo para sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan.

Se celebra cada 11 de febrero. ​Este año la celebración de clausura estaba prevista en Arequipa (Perú), pero debido a la pandemia se celebrará en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
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