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El cura que vio a un artista en un mendigo: «Darle dignidad a una persona no es darle un bocadillo»

Adam Piekarski saltó a la fama cuando pintó los sellos de Navidad del Vaticano, pero su historia de superación comienza mucho antes. Conocemos a Leszek Pys, el sacerdote que le devolvió la dignidad

«Según pagaron a Adam su primer cuadro, desapareció y se gastó todo el dinero en beber. Pero si no le das una oportunidad, tampoco puede redimirse», cuenta la italiana Barbara Pinto desde la sacristía de Santa María in Monterone. Ella es la responsable en la región del Lazio del grupo de protección civil de la Orden de de Malta y una de las primeras personas que descubrió a Adam Piekarski. A su lado, el padre Leszek Pys se encoge de hombros con ternura: «Si uno bebe, yo no puedo esperar que de un día para otro se vuelva abstemio al 100 %». Los dos han apostado por el artista polaco que dejó las calles para pintar los sellos de Navidad del Vaticano.

Barbara Pinto conoció a Adam durante el confinamiento de 2020, cuando ella y los voluntarios de la Orden de Malta servían en un comedor del Círculo de San Pedro, otra institución que ayuda a las personas sin hogar en el turístico barrio romano de Trastévere. «Al principio bromeábamos con él porque es muy grande, alto y robusto. Le decíamos que se parecía a Don Limpio», confiesa la responsable. Por entonces no conocía el talento de Piekarski, pero estableció con él una relación que le ayudaría a salir de la calle. Ahora no bebe, tiene una larga lista de clientes esperando uno de sus cuadros y espera inaugurar una exposición en septiembre en la embajada de Taiwán ante la Santa Sede.

Padre Lyszek y Adam, en la embajada de TaiwánLyszek Pys

«No tenía nada que perder»

El padre redentorista Leszek Pys, de origen polaco, fue el primero que le encargó un cuadro a su compatriota. Fue por el 200º aniversario de la muerte de San Clemente María Hofbauer, fundador de su congregación. «Los padres se lamentaban de que solo teníamos un pequeño retrato de San Clemente María Hofbauer y yo les dije que necesitábamos un cuadro más grande». En busca de un pintor, el padre Leszek habló con otra religiosa polaca que presta servicio en las duchas del Vaticano instaladas por el Papa Francisco y a las que cada martes acuden decenas de personas sin hogar. «Ella me dijo que Adam pinta, yo no tenía nada que perder y le pedí que me hiciera un cuadro», recuerda el sacerdote.

Lo que más agradece es que alguien haya confiado en él, eso le da la responsabilidad de encargarse de sí mismoBarbara Pinto - protección civil de la Orden de de Malta

Adam aceptó el encargo y el padre Leszek le cedió la sacristía de Santa Maria in Monterone como taller. Allí el pintor hacía su trabajo sin ningún tipo de supervisión «porque me fiaba de él y no podía estar todo el día vigilándolo». Aunque suene imprudente, al redentorista le parece muy normal, es algo que dice haber aprendido de la Orden de Malta, los principales aliados que ha encontrado en el itinerario de recuperación de Piekarski. «Para otros, un mendigo siempre es un mendigo aunque se convierta en el director de una empresa. Pero los Caballeros de Malta dan su confianza».

Sin ningún tipo de garantía, Leszek Pys pagó de su bolsillo los lienzos, los pinceles y las pinturas pastel con las que Piekarski haría su ópera prima. «Es un material muy caro», advierte el sacerdote, pero al comprarlo hizo un acto de fe. En su experiencia, al ayudar a personas en situación de calle «muchas veces te la juegan y te llevas un chasco. Pero es un riesgo que hay que asumir. Darle dignidad a una persona es darle tu confianza, no un bocadillo».

San Clemente María Hofbauer pintado por Adam PiekarskiLyszek Pys

La oportunidad de cuidarse

Adam Piekarski no ha ido a ninguna academia de arte y, en su juventud, completó la escuela técnica de agricultura simplemente «porque había muchas chicas». No obstante, cuando terminó el retrato de San Clemente María Hofbauer, «los padres redentoristas se quedaron boquiabiertos». Entonces le compraron pintura al óleo y material de aún mayor calidad, pero nada más cobrar el pintor polaco desapareció durante un mes. «Para él era muchísimo dinero porque alguien que vive en la calle vive con cinco o seis euros al día», explica el padre Leszek.

Los polacos se volvieron a encontrar por accidente en Vía della Conciliazione y, con mucha calma, el sacerdote redentorista le dijo que si aún quería, podría pintar más cuadros. Esa es, a ojos de Barbara Pinto, la clave de su recuperación. «Si le pedimos que haga las cosas no vale, si vuelve él por sí mismo significa que tiene la buena voluntad de empeñarse. Lo que más agradece es que alguien haya confiado en él, eso le da la responsabilidad de encargarse de sí mismo».

Entonces Piekarski se instaló en la cripta de Santa María in Monterone y la convirtió en su taller. Allí hizo dos cuadros más que adornan los muros de la iglesia y otros muchos cuyas fotografías el padre Leszek enseña orgulloso a todo el que le pregunta. Hay varios de Juan Pablo II, de la Madre Teresa de Calcuta, del Papa Francisco... «Ama muchísimo la pintura. Es un hombre culto, conoce a todos los artistas. Para él Velázquez es un auténtico maestro, quiere pintar como él. Y tiene muchísima fe», presume el redentorista.

Madre Teresa de Calcuta pintada por Adam PiekarskiLeszek Pys

Movido por la fe

A través de otras personas sin hogar que rondan la Plaza de San Pedro, el padre Leszek ha descubierto que, en sus peores momentos, Adam Piekarski les decía a sus compañeros: «Veréis como un día Dios me salva y me hace grande, yo me fío del Señor». A la postre, parece que no hizo mal.

Según sus conocidos, el pintor siempre dice que «ha vivido un milagro». Le gusta hablar sobre la fe con los guardias suizos y les explica cómo es la vida en la calle. «Yo al Señor no tengo nada para chantajearle», suele decirles. «Voy a Misa, le pido fuerza y rezo todo lo que sé, pero no tengo nada que ofrecerle. Pero el Señor a través de la gente me da muchas cosas».

Gracias a la publicidad que le hicieron los Caballeros de Malta y el interés de varias congregaciones femeninas por conseguir un cuadro de su fundador, el nombre de Piekarski cada vez sonaba más en los alrededores del Vaticano hasta que llegó a Francesco Mazzitelli, subdirector de la Oficina Filatélica y Numismática del Vaticano. Él fue quien propuso al polaco para hacer los sellos que lo lanzaron a la fama. «Al principio no quería», advierte el padre Leszek, «dice que no es un artista sino un pobre artesano, es muy humilde».

Los que lo conocen bien insisten en que lo que mueve a Adam es su profunda fe. «Con cada oportunidad que aparece tiene miedo de decepcionarnos porque piensa que se la ha dado Dios», explica Barbara Pinto. Ahora, el pintor se mantiene abstemio y busca novia. «Ojalá este artículo sirva para que consiga una buena», bromea la italiana.

Padre Lyszek, Barbara y AdamL.P.