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Sorpresa de Francisco en una tienda de discos en el centro de Roma

Hacia las siete de la tarde del 11 de enero, el Santo Padre se dirigió a la tienda Stereosound, en la zona del Panteón, para bendecir el local, recién renovado

Había sido una enorme sorpresa el 4 de septiembre de 2015, cuando, ante el asombro de los romanos de los alrededores, el Papa Francisco acudió por la tarde a una óptica de la vía del Babuino, en pleno centro de Roma, para cambiar la montura de sus gafas. Después, de nuevo el 21 de diciembre de 2016, había acudido personalmente a la ortopedia Fisioitop, en la calle del Gelsomino, en la zona de Gregorio VII, para comprar zapatos nuevos. 

La tarde de ayer, día 11 de enero, una escena similar ha tenido lugar con la llegada repentina de Francisco al local de Stereosound, una antigua tienda de discos en la vía della Minerva, cerca del Panteón, de la que el Pontífice conoce a los propietarios desde la época en que, como arzobispo, frecuentaba la zona, alojándose en la Casa del Clero en vía della Scrofa durante sus estancias en Roma.

Bendición del local

Al llegar, alrededor de las siete de la tarde, en un Fiat 500L blanco que inmediatamente atrajo la atención de los transeúntes, Francisco –según informó el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni– bendijo los locales recién renovados. Durante unos diez minutos, el Papa permaneció en el interior de la tienda, con sabor a antiguo como muchas otras del centro de Roma, que expone discos de vinilo de Maria Callas y Pink Floyd u obras de autores más recientes.

Mientras tanto, según los presentes, se había reunido una pequeña multitud, dispuesta a filmar la salida del Santo Padre con sus móviles. Eran sobre todo jóvenes que bromeaban sobre el tipo de música que podría interesar al Papa y se asomaban a las ventanas, desde donde se podía ver a Francisco bendiciendo a Letizia, la anciana propietaria, su yerno y su hija. La hija entregó al Papa un regalo envuelto en papel azul: un disco de música clásica de 33 rpm.

Nada más salir, el Papa Francisco se subió a su coche para volver al Vaticano. Alguien gritó: «¡Santo Padre, Santo Padre!». La tienda bajó rápidamente la persiana y doña Letizia no quiso hacer ninguna declaración, salvo explicar brevemente que el Papa es un «viejo cliente» que frecuenta la tienda desde que era cardenal de Buenos Aires y que la visita de hoy fue «hermosa» y «llena de humanidad».