El terrorismo se ceba con los cristianos del Sahel: «30 millones de personas necesitarán ayuda»
La zona, en permanente fricción desde el asentamiento de grupos islamistas radicales, ha desestabilizado los países que sufren la presencia del terrorismo yihadista
«Tres estudiantes de secundaria, habían ido a pasar unos días de vacaciones con sus familias en el pueblo de Ngoula. Pero su regreso a la escuela, el pasado lunes, fue fatal. Uno de los cuatro amigos logró escapar y los otros tres están desde entonces en manos de desconocidos, presuntos yihadistas que controlan la región. Antes de llegar al pueblo de Djayeli, situado a unos 20 kilómetros de Ngoula, fueron secuestrados y de momento no hay noticias de su paradero». Con estas palabras el padre Mauro Armanino, sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas (SMA), cuenta a la Agencia Fides el clima de violencia social que se respira en Níger, cada vez más amenazado por el terrorismo islámico, cuyos estragos han hecho desde hace décadas del Sahel «un lugar inseguro y bajo ataque».
«La zona -continúa- es la misma en la que, en septiembre de 2018, fue secuestrado el padre Pierluigi Maccalli, también misionero de la SMA. Estos chicos -señala el padre Mauro- quizá sean liberados dentro de un tiempo o se les ofrezca unirse a las fuerzas de combate en la zona de las Tres Fronteras, entre Níger, Burkina Faso y Malí. Podrían desaparecer para siempre», subraya, «al igual que otras decenas de secuestrados en torno al lago Chad, donde Boko Haram, el mal llamado Estado Islámico y el bandolerismo comparten las mismas estrategias terroristas».
Níger, según la ONU, es uno de los países del continente africano con menor índice de desarrollo humano, es profundamente inestable y está desgarrado por los atentados terroristas en muchas de sus zonas, especialmente en sus fronteras. De hecho, las incursiones terroristas en las fronteras con Malí, Burkina Faso y Nigeria han provocado una oleada de refugiados sin precedentes. A finales de diciembre de 2021, ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, contabilizaba unos 600.000 refugiados, de los cuales el 51% eran nigerianos desplazados que habían huido de sus hogares al interior del país. El resto son personas de los estados vecinos, principalmente malienses y burkinenses en la zona de Tillabery, nigerianos en la ciudad de Maradi y en Diffa.
Los cristianos en estas zonas son el punto de mira de los terroristas yihadistas, que buscan presionar a la comunidad internacional con este tipo de secuestros, bajo demandas imposibles y donde la moneda de pago que dan ante las negativas de Gobierno e Iglesia a negociar con ellos es la muerte de sus cautivos.
«Uno de los vehículos de la gendarmería de Torodi -cuenta el misionero a Fides-, ciudad situada a unos 50 kilómetros de la capital, fue destruido la semana pasada por una carga explosiva colocada en la carretera que lleva a la frontera con Burkina Faso. Se ha informado de la muerte de cuatro soldados y de algunos heridos. Este fue el segundo ataque terrorista de este tipo. El anterior tuvo lugar a finales de noviembre y dejó tres muertos y dos heridos entre los miembros de la Guardia Nacional de Níger». «En la ciudad de Makalondi -continúa-, justo antes de Navidad y en la misma zona fronteriza, hubo un doble atentado. Cientos de hombres armados atacaron la aduana y la comisaría causando al menos seis muertos. Como resultado, cientos de familias se vieron obligadas a abandonar sus hogares, campos y cultivos». «Según lo anunciado por la OCHA, la Oficina de Coordinación de Intervenciones Humanitarias de la ONU, más de 30 millones de personas en los países del Sahel necesitarán ayuda y protección», señala el padre Armanino. Los conflictos, la violencia, los desplazamientos forzados y las crisis socioeconómicas han provocado un rápido crecimiento de las necesidades alimentarias. «Hoy –concluye - la presión demográfica, la inseguridad alimentaria y el cambio climático obligan a millones de personas a luchar por la supervivencia».