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Imagen de la fachada del edificio parroquial de la calle Toledo donde todavía se aprecian los ecos de la catástrofeR.M.

Un año desde la explosión de gas en la Virgen de la Paloma: «Queremos saber qué pasó»

Cerrada la vía penal, Avegast, la asociación de amigos de la parroquia, afectados por el suceso, han abierto la vía civil para buscar respuestas a los interrogantes que ha dejado tras de sí aquel 20-E

Hacia las 15 horas del 20 de enero de 2021 el número 98 de la calle Toledo saltó por los aires. Una explosión de gas en el edificio parroquial de la Iglesia de la Virgen de la Paloma, lugar de residencia de los sacerdotes que trabajaban en el templo, dejaba una imagen que recorrería el mundo. Eran los pilares de hormigón del edificio, expuestos, desnudos, con escombros, cascotes y las paredes llenas de hollín. En medio de aquel panorama, el padre Matías Quintana –el único superviviente del edificio–, permanecía sentado viendo el cielo de Madrid desde la quinta planta donde antes había una pared.

En aquel accidente hubo un total de diez heridos y cuatro fallecidos, entre los que se encontraba el sacerdote Rubén Pérez Ayala, su amigo y padre de familia numerosa David Santos, Javier Gandía (un albañil que trabajaba en una obra de la zona) y el ciudadano búlgaro Stefko Ivanov, que venía de los Servicios Sociales del Ayuntamiento cuando le sorprendió la explosión. 

Según cuentan desde la propia parroquia, «todavía quedan muchas preguntas por resolver». Los informes judiciales, los peritos y la policía concluyeron que el origen fue un escape de gas situado bajo la acera de la transitada calle de la capital. La deflagración ocurrió por una pequeña chispa que terminó por reventar la bolsa originada en los pisos superiores. A pesar del ruido mediático en los días posteriores, se ha concluido en los tribunales que no hubo negligencia alguna por parte de las víctimas o de la iglesia y que la instalación estaba en regla. 

La fachada que voló por los aires, ahora recubierta con planchas metálicasVirgen de la Paloma/ R.M.

La «no investigación»

A raíz del suceso, la Asociación de Amigos de las Víctimas de la Explosión de Gas de la Calle Toledo (Avegast), junto a la parroquia y familias afectadas, se puso manos a la obra para pedir que se investigara qué pasó en el tramo donde el tubo se desprendió. Hasta la fecha, Naturgy –la empresa responsable del mantenimiento de gas en esta zona–, no entregó los informes pertinentes y el juzgado no se los reclamó. Apuntan desde la parroquia que «se limitó a dar carpetazo al caso, sin que se hayan hecho pruebas sobre la válvula de la acometida», bloqueada, tal y como informaron los bomberos en el lugar de los hechos, por la tierra vieja acumulada que allí estaba desde hace tiempo, lo que les impidió poder acceder a ella para evaluar su estado.  

Los sucesivos recursos presentados en el juzgado nº35 de Madrid no fueron admitidos a trámite y la causa se archivó el pasado 22 de febrero de 2021. Desde la Iglesia de la Virgen de la Soledad, otro de los nombres por los que se conoce a este templo cuya advocación mariana es famosa en el centro, cuentan el itinerario legal desde el fatídico 20 de enero. La Audiencia Provincial no ha querido reabrir el caso, por lo que la vía penal queda cerrada. Es ahora cuando los afectados deben empezar un nuevo proceso por la vía civil, con el único objetivo, dicen desde La Paloma, «de saber qué pasó para evitar que les ocurra a otros mañana». 

Uno de los carteles de la calle Toledo 98Ricardo Morales

«Solamente desde la fe»

Al llegar frente al templo, el atardecer incide en la fachada neomudéjar de la Virgen de la Soledad. Curiosamente, una única paloma picotea por los adoquines de la plaza. El sol, todavía, calienta a pesar del frío invernal. La vida sigue y pasa por sus derroteros, por la rueda de la indiferencia, frente a Toledo 98, donde sus contrachapados, las lenguas del fuego ennegrecidas y algunos Cristos llagados de unos carteles viejos, contemplan el trajín donde de vez en vez, algún curioso levanta la mirada para ver el destartalado edificio un año después de la explosión.  

María y Pilar aguardan tras la verja de la iglesia. Nos dirigimos al que antes era el almacén de alimentos de Cáritas y que ahora se ha convertido, también, en despacho y centro de atención a los usuarios, pues el resto de estancias destinadas a este fin desaparecieron la tarde del 20 de enero. 

«Las salas para el refuerzo de los niños, los despachos de los presbíteros... Todo, todo ha desaparecido. Las que no colapsaron, están inutilizables. No podemos acceder a ellas, así que ahora tenemos esto», señala Pilar Sánchez, coordinadora de Cáritas parroquial de La Paloma.

Pilar Sánchez, coordinador de Cáritas parroquial de la Virgen de La PalomaR.M.

Nos cuenta que, gracias al apoyo de la fundación Altius, los niños pudieron seguir con sus clases y sus actividades, además de darles los alimentos para poder continuar atendiendo a las familias que requerían su cesta semanal.

Respecto a cómo ha sido para ellos este año, Sánchez nos dice: «Fue un choque brutal que no puedes explicar hasta que no vives algo así. Para nosotros Rubén y David eran personas muy cercanas y fue algo tremendo», señala Sánchez entre las cajas con caldo de pollo, paquetes de arroz y cartones de leche. «Solamente desde la fe y con el tiempo puedes ir superándolo. Para mí, este tiempo se ha mantenido la unidad, que me parece fundamental para la vida de fe. Las familias que conozco son de muchísima fe. Entendieron lo ocurrido como un acontecimiento en su historia que no está al margen de Dios», remarca la responsable de la institución católica en materia caritativa en la Virgen de la Paloma.

Por su parte, María Cipriano es quien lleva la Pastoral de la Soledad, un tipo de apostolado destinado a acompañar a los mayores en sus casas, llevándoles al médico, haciendo la compra o ayudado a aquellos impedidos y enfermos que no pueden sumarse al día a día de la parroquia. Sobre lo que supuso la explosión de gas, María nos cuenta cómo muchos de ellos, con quienes tienen llamadas habituales, «lo sintieron mucho porque es su parroquia». «Ha sido muy duro, claro, pero también muy esperanzador. Con la pandemia, a muchos de ellos, no hemos podido decirles, ver en su mirada, que Dios está detrás siempre, ayudándonos». 

En esos momentos, nos llegan la respuestas de don Alejandro Araneva al móvil, el co-párroco de La Paloma. 

Misales entre los escombros del interior del edificio parroquialVirgen de la Paloma

«La explosión nos quitó el hogar»

Don Alejandro, usted ha sido uno de los compañeros de Rubén, con quien ha compartido la vida además del trabajo. ¿Cómo han vivido este año sin su hermano sacerdote?

–Ha sido un año muy difícil. La experiencia que vivimos durante el aislamiento por la pandemia nos había unido a todos los sacerdotes de una manera increíble. Estábamos unidos tanto como amigos como compañeros de trabajo. Rezábamos juntos, comíamos juntos y nos divertíamos juntos viendo una película, un partido de fútbol o tocando la guitarra. La explosión de alguna manera vino a dispersarnos en el sentido de que nos quitó el hogar que teníamos, aunque poco a poco lo hemos ido recuperando con los nuevos sacerdotes.

¿Cómo afectó al día a día de la parroquia el accidente?

–La actividad pastoral no ha cesado. Ciertamente hemos tenido que reducir algunas actividades que hacíamos en el complejo parroquial, como, por ejemplo, el campamento urbano a principios del verano. No obstante, hemos sido acogidos en algunas parroquias de la diócesis, donde nos hemos seguido reuniendo para seguir con la labor catequética. Para mí ha sido un regalo el preparar la catequesis de confirmación de adultos, que otros años la llevaba adelante Rubén. Y he podido escuchar algunos audios de catequesis de años anteriores impartidas por nuestro querido compañero.

La pequeñez de nuestra condición humana nunca está preparada para afrontar este tipo de sucesosAlejandro Aravena, co-párroco de La Paloma

¿Qué ha sido lo más duro de esta experiencia?

–Para mí, personalmente, lo más duro ha sido el aceptar la muerte de las cuatro víctimas de esta explosión. Desde el principio, cuando me enteré del accidente, lo único que deseaba es que no hubiera habido fallecidos. Lamentablemente, no fue así. Esta situación me hizo entrar en una realidad incontrolable y para la cual no tenía palabras. Me di cuenta de la pequeñez de nuestra condición humana que nunca está preparada para afrontar este tipo de sucesos.

¿Y lo más luminoso?

–Ver cómo la fe se encarna en aquellas personas que han sufrido más. Me refiero a la familia de David, a la de Rubén y a la familia de Sara, esposa de David. Por otra parte, a partir de algunas anécdotas, verificar que estos hermanos que han perdido la vida viven en Dios y nos acompañan de una manera espiritual.

El párroco Gabriel Benedicto y el sacerdote Alejandro Aravena, curas en La PalomaV.L.P.

«Dios toca la vida»

Un año después, la tarde del 19 de enero, Avegast ha llevado a cabo un acto conmemorativo en la parroquia para recordar y elevar una plegaria, cantada por la Coral San Viator, a las víctimas. 

Un encuentro emotivo, donde la feligresía, los familiares, los compañeros de comunidad de Rubén, han escuchado un amplio repertorio que incluía un interludio de Bach, el Sanctus  de E. Butler y una adaptación del Aleluya de L.Cohen. La interpretación al órgano estuvo a cargo de Manuel Torrado, director del coro. 

Antes de cerrar el acto, Pablo Pérez, hermano de Rubén y también sacerdote, pidió a los congregados oraciones. «Es la mayor ayuda que puede haber», dijo manteniéndose entero durante sus palabras de agradecimiento a todos los presentes, emplazándonos a vivir los actos de hoy. 

El Coro San Viator, en el acto conmemorativoR.M.

Actos para el 20-E

Durante el día de hoy tendrá lugar a las 14:45 el rezo del rosario por los difuntos y sus familiares en el templo para dar acto seguido dar paso a la misa conmemorativa en la parroquia, organizada por el colegio La Salle, colindante a la parroquia y a cuyo patio saltaron los desperfectos del desastre en plena hora del recreo que, por fortuna, no contaba con la presencia de ningún niño dadas las placas de hielo que había dejado tras de sí el temporal Filomena. 

Ya a las 20 horas, en la catedral de la Almudena, el cardenal Osoro oficiará la misa solemne que será retransmitida por el canal de YouTube de la archidiócesis de Madrid. 

R.M.