Fundado en 1910
Una viñeta de "La esperanza pese a todo"

Una viñeta de 'La esperanza pese a todo'Émile Bravo

Santos y héroes para tiempos líquidos: el tebeo como arma contra la cancelación

La reinvención en clave contemporánea del célebre personaje de Hugo Pratt se suma a una larga lista en el mercado francobelga que incluye ya a Lucky Luke, Astérix o el teniente Blueberry

Es una noche sin luna. Al abrigo de la oscuridad, unos piratas asaltan un barco para cometer un robo. Corto Maltés les acompaña con una condición: no matarán. Cuando sus aliados rompen esta regla, el caballero de fortuna no duda en enfrentarse a ellos. La escena termina entre disparos al agua y gritos de «¡Agarradlo!» dirigidos a Corto, que huye poniendo a salvo al último superviviente del barco.

Es una imagen propia de cualquier tebeo de aventuras clásico, pero el contexto no encaja: estamos en los primeros compases del siglo XXI, y este Corto Maltés ha abandonado la gorra de marino. No surca las olas en galeón, sino en una modesta lancha motora; todo ha cambiado, y a la vez casi nada lo ha hecho. Así arranca Océano negro, un cómic en el que los franceses Martin Quenehen y Bastien Vivès actualizan al marino creado por Hugo Pratt en La balada del mar salado.

Norma Editorial publicó Óceano negro a finales de 2021, un álbum polémico pero que mantiene la esencia indomable del personaje. ¿No nos cansamos de Corto Maltés? «En nuestra sociedad, tan agobiona y cargada de normas, la figura del pirata rebelde se vuelve nostálgica», destaca el poeta, columnista y columnista de El Debate, Enrique García-Máiquez, para quien el protagonista de Océano negro resulta «el mínimo común denominador del heroísmo».

Detalle de la portada francesa de 'Corto Maltés. Océano negro'

Detalle de la portada francesa de 'Corto Maltés. Océano negro'Bastien Vivès y Martin Quenehen

Los iconos no descansa

Océano negro no es un caso aislado. Los españoles Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero llevan tres álbumes continuando las aventuras de Corto Maltés; el último, una precuela titulada El día de Tarowean. Esta tendencia no se detiene en el pirata maltés: la industria francobelga del cómic parece empeñada en resucitar todos los iconos del siglo pasado desde la sensibilidad del XXI.

Las baldas de las librerías especializadas están bien nutridas de estas versiones contemporáneas. Los últimos meses han sido especialmente prolíficos. En Se busca Lucky Luke, Matthieu Bonhomme vuelve a reimaginar al vaquero de Morris con una sensibilidad cercana al cine de Sergio Leone, y en Rencor Apache vemos a Christophe Blain y Joann Sfar medirse al teniente Blueberry de Charlier y Giraud.

Si vamos más atrás, la lista sigue: Émile Bravo firmó un Spirou ambientado en la II Guerra Mundial; Zidrou y Frank Pé, un Marsupilami con reminiscencias a King Kong. Blake y Mortimer bailan entre estilos y artistas… El mismísimo Astérix, icono por antonomasia del tebeo galo, ha recibido cinco álbumes tras la muerte de sus creadores. El último, Astérix tras las huellas del grifo, reavivó hace poco la cuestión sobre la politización del personaje, como relató en El Debate nuestra colaboradora Esperanza Ruiz.

Uno diría que solo resiste Tintín, férreamente protegido por Moulinsart y los herederos de Hergé.

Una viñeta de 'Astérix tras las huellas del grifo'

Una viñeta de 'Astérix tras las huellas del grifo'Didier Conrad y Jean-Yves Ferri

Héroes fuertes en tiempos líquidos

¿A qué responde este goteo incesante? Por un lado, la evidente motivación económica. Las caras conocidas venden más, y la industria de la bande dessinée -como ocurre en campos como el cine o los videojuegos- no hace ascos a los beneficios asegurados. Por otro lado, parece clara la voluntad de actualizar estos iconos: por ejemplo, las aventuras citadas de Lucky Luke, Astérix o Blueberry dan especial prominencia a los personajes femeninos.

Más allá de esto, además, se puede esbozar un diagnóstico de corte antropológico: estos personajes protagonizan relatos inequívocamente heroicos, laten con una pureza e inocencia propias de la infancia. Así, volvemos una y otra vez a ellos porque -sencillamente- encuentran eco en nuestro interior, más allá de otros estímulos o consideraciones. «Corto Maltés encarna todo el heroísmo del que es capaz el relativismo», señala García Máiquez.

El poeta cita a autores que han reflexionado sobre la pervivencia de los modelos de conducta de antaño, como R. R. Reno -que habla sobre el regreso de los «dioses fuertes» de la tradición frente a una sociedad blanda- o Robert Redeker. En su libro Los centinelas de la humanidad -editado en España por Homo Legens-, Redeker defiende que las vidas ejemplares son lo que sostiene a una sociedad.

Preguntado sobre la cuestión, no obstante, Redeker introduce un matiz: «Creo que cada nación tiene en su historia suficientes personajes heroicos reales que responden a esta necesidad espiritual». El pensador reconoce el impulso, pero advierte de que creaciones como Astérix y Obélix son menos «universalmente profundos» que personajes literarios como Lancelot o Don Quijote, y que todos ellos quedan en comparación con los reales.

Para Redeker, lo que conviene potenciar entre los niños son las historias de estos últimos ejemplos heroicos, para que las nuevas generaciones desarrollen «su coraje propio». «Todos los héroes de cómic y de novela palidecen en comparación con Juana de Arco, ningún guionista -concluye- podría haber inventado su historia».

comentarios
tracking