El Papa Francisco hace historia al transferir competencias del Vaticano a los obispos del mundo
Abrir nuevos seminarios, redactar catecismos o gestionar la formación de los sacerdotes pasa a ser competencia exclusiva de los obispos, sin necesidad de pedir autorización a la Santa Sede
El Papa Francisco sigue apuntalando la Iglesia que quiere no ya para lo que le resta de papado sino para los años venideros. A diferencia del resto de instituciones humanas, la reversibilidad en la Iglesia no es algo frecuente por lo que cada motu proprio (carta apostólica) que promulga tiene un carácter irrevocable. Por algún lado tiene que operar su inefabilidad.
Lo cierto es que el Santo Padre ha modificado algunas normas del código de derecho anónico y del Código de Cánones de las Iglesias Orientales para permitir una «sana descentralización» y conceder a los obispos competencias reservadas hasta ahora a la Santa Sede.
REFLEXIONES DESDE LA CIUDAD ETERNA
Los retos del Papa Francisco para un 2022 `con mucho movimiento´ en el Vaticano
En este documento papal se establece que los responsables de las Iglesias locales, sus prelados, podrán intervenir en la gestión de seminarios, formación sacerdotal o en la redacción de catecismos, sin tener que pedir aprobación vaticana, permitiendo una tramitación más ágil.
Esto, para una institución milenaria , supone un hito para estar acorde a los tiempos del mundo y romper con algunas dinámicas de la maquinaria vaticana, cuyos ritmos, no pocas veces, van muy por debajo de las exigencias y urgencias de cada territorito eclesiástico.
«Sin perjudicar la jerarquía»
El secretario del consejo cardenalicio y miembro del consejo pontificio para los Textos Legislativos, Marco Mellino, ha explicado al portal de noticias Vatican News que algunas competencias hasta ahora atribuidas a la Santa Sede, y por lo tanto ejercidas por el gobierno central, son «descentralizadas» y, como afirma el propio Francisco, tiene el objetivo de «asignar algunas competencias, sobre disposiciones codificadas destinadas a garantizar la unidad de la disciplina de la Iglesia universal, al poder ejecutivo de las Iglesias y de las instituciones eclesiales locales, corresponde a la dinámica eclesial de comunión y potencia la proximidad sin perjudicar la dimensión jerárquica».
Mellino, por su parte, cita varios ejemplos, entre ellos la autorización a un religioso a permanecer fuera de su propio instituto por un tiempo determinado. Hasta ahora el moderador supremo tenía que apelar a la Santa Sede para dar un indulto de más de tres años, pero de ahora en adelante podrá hacerlo por hasta cinco años.
La intención con este paquete de medidas es «fomentar el sentido de colegialidad y responsabilidad pastoral de los obispos, ya sean diocesanos/episcopales o unidos en Conferencias Episcopales o según las estructuras jerárquicas orientales, así como de los superiores mayores», pero también «apoyar los principios de racionalidad, eficacia y eficiencia». En opinión del Santo Padre, «estos cambios normativos reflejan aún más la universalidad compartida y plural de la Iglesia, que incluye las diferencias sin homologarlas, con la garantía, en cuanto a la unidad, del ministerio del obispo de Roma».