Fundado en 1910

Vista de las cúpulas y campanario de la concatedral de San Nicolás de Bari, AlicanteFlickr / Dan

Todo lo que debes saber de la diócesis de Orihuela-Alicante

En El Debate repasamos, una a una, las diócesis españolas. En esta ocasión viajamos hasta Orihuela-Alicante, donde conocemos su historia, su labor social y pastoral y algunas curiosidades

La historia de la diócesis levantina de Orihuela-Alicante se remonta a hace más de 800, estando en un inicio íntimamente vinculada con el obispado de Cartagena. Fue tras la Reconquista del sudeste peninsular, en 1244, el Pacto de Almizra, firmado por el infante Alfonso de Castilla (el futuro Alfonso X el Sabio) y por Jaime I de Aragón, quedaron fijados los límites entre ambos Estados, de modo que la villa de Orihuela y su amplia área de influencia quedaron incluidas dentro de los dominios del entonces rey de Castilla, Fernando III el Santo. Y seis años después, con la restauración de la diócesis de Cartagena, fueron adscritas a la jurisdicción eclesiástica de dicha mitra. Tal y como cuentan en la página web de dicha diócesis, a raíz de la conquista del reino de Murcia por parte de Jaime II entre 1296 y 1304 y tras las sentencias arbitrales de Torrellas y Elche (1304-1305), las aludidas tierras de Orihuela pasaron a la soberanía de la Corona de Aragón, pero siguieron dependiendo eclesiásticamente del obispado de Cartagena, cuya sede, pese a conservar su antigua denominación –Cartaginensis–, había sido trasladada por motivos pastorales a la cercana y fronteriza ciudad de Murcia.

Este desajuste entre los límites políticos y eclesiásticos fue el origen de una larga serie de tensiones y escándalos que enfrentaron a los vecinos de ambas poblaciones, y sirvió para que en Orihuela fuese surgiendo una idea que, con el paso de los años, y de los siglos, fue acaparando un mayor protagonismo en la mentalidad de sus habitantes: la necesidad de que su iglesia mayor, la del Salvador, adquiriese el rango catedralicio y encabezase una diócesis formada por los territorios del reino de Valencia que constituían buena parte de la de Cartagena. Tras años de idas y vueltas entre los dos territorios, con varios reclamos por parte de los oriolanos para disponer de su propio pastor, finalmente, el 1 de mayo de 1565 se procedió a la lectura solemne de las bulas en la nueva Catedral del Salvador. Y alegres como nunca antes lo habían estado, los habitantes de la ciudad del Bajo Segura asistieron a la creación del obispado de Orihuela.

Unos meses más tarde, el 22 de agosto de ese mismo año, y a suplicación de Felipe II, el Papa Pío IV nombró al primer obispo de la nueva diócesis oriolana. El elegido fue D. Gregorio Antonio Gallo de Andrade, un catedrático de Biblia de la Universidad de Salamanca, que había participado en el Concilio de Trento, y que además era el confesor de la reina Isabel de Valois, tercera esposa del Rey Prudente. Gallo tomó posesión del obispado el 23 de marzo de 1566. Tras él han sido nombrados posteriormente muchos otros obispos a lo largo de más de cuatro siglos, perpetuando una saga que llega hasta su recién nombrado obispo, José Ignacio Munilla.