
IV aniversario de la canonización de Isidro Labrador, Felipe Neri, Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola y Francisco Javier
Los cuatro santos que enaltecieron el Imperio español hace 400 años... y Felipe Neri
Isidro Labrador, Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Teresa de Jesús y Felipe de Neri fueron canonizados a la par el 12 de marzo de 1622 por Gregorio XV
El 12 de marzo de 1622 se celebró en Roma una canonización conjunta como pocas veces se ha dado en la historia de la Iglesia. Nada más y nada menos que el labriego madrileño Isidro, el vasco Ignacio de Loyola, el navarro Francisco Javier, la abulense Teresa de Jesús y el florentino Felipe Neri fueron admitidos como santos por el Papa Gregorio XV. Un pontífice que había llegado a la sede de Pedro un año antes, y que fallecería un año después. En todo caso, Gregorio XV continuaba la tarea de sus predecesores, en especial Paulo V y Clemente VIII. Se trataba de una consecuencia directa de las modificaciones que el papado había introducido, para poder contar con santos contemporáneos, y con santos que, además, representaran a la nueva Iglesia reconfortada en Trento.
Aquella fue una fastuosa ceremonia litúrgica que contó con la presencia de una nutrida comitiva española encabezada por el conde de Monterrey. Aquella era la época del apogeo imperial de España. Los dominios de las Majestades Católicas incluían, en América, desde California hasta el Estrecho de Magallanes, y desde las riberas brasileñas hasta las playas del Perú; en África y en las costas asiáticas —de manera especial, en la India—, una gran colección de enclaves que procedían del Imperio Portugués; más allá, Filipinas y un largo número de islas y plazas de soberanía. La presencia española llevaba siglo y medio resultando decisiva para la política mundial y para el destino de la Iglesia. Dos de los canonizados eran jesuitas; y la Compañía de Jesús, Trento, la evangelización en América, Lepanto… son fenómenos esenciales para el devenir de la Iglesia, sobre todo tras el varapalo que supuso el protestantismo. Carlos I en Mühlberg y Teresa de Cepeda y Ahumada reformando el Carmelo eran las dos expresiones de la aportación española a la llamada Contrarreforma.
Sin embargo, tanto el propio papado como Francia y otras potencias católicas supieron rebajar el acento español de aquel acontecimiento de cinco canonizaciones simultáneas. En primer lugar, porque los dos jesuitas habían hecho de la Compañía una entidad internacional desde el primer día. De hecho, París y Roma son ciudades esenciales en el itinerario fundacional de esta organización eclesial. Se podía entender que la Compañía de Jesús servía, antes que nada, a la Iglesia universal, y que era el papa y no el rey de España quien guiaba su labor apostólica. Su intensa labor proselitista en Japón comenzó en el verano de 1549, cuando Javier y sus compañeros llegaron al país. La presencia de la fe cristiana en esta nación insular hizo tambalear a toda la casta política y religiosa, que reaccionó con absoluta intolerancia, muestra de su inseguridad ante el Dios hecho hombre: en 1597 fueron martirizados en Nagasaki seis religiosos de origen español, tres jesuitas japoneses (entre ellos, Pablo Miki), y diecisiete laicos nipones. En 1614 se prohibió el catolicismo en Japón, cuando uno de cada cuarenta habitantes profesaba la religión cristiana. A lo largo de una generación, hubo de decenas de miles de mártires en el país del Sol Naciente. Aunque hubiera una pequeña semilla española de mostaza, los frutos fueron autóctonos y muy abundantes.

San Felipe Neri
Felipe Neri (1515-1595)

Una copia de José de Ribera de la santa abulense, Teresa de Jesús
Teresa de Jesús (1515-1582)

San Isidro Labrador
El campesino Isidro (siglos XI–XII)

Ignacio de Loyola y Francisco Javier