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La religiosa que salvó a 95 niños de las bombas en Kiev: «Rusia ha fusilado a madres e hijos indefensos»

La hermana de la congregación de Santo Domingo, María Mayo, junto con la hermana Antonia, acaban de llegar desde Ucrania. No han venido solas. Han salvado un puñado de vidas

Estamos hechos para el amor pero lo que nos ocurre es la guerra. Y cuando generación tras generación, siglo tras siglo, milenio tras milenio, esto sucede, aún en las situaciones más acomodaticias, hasta cuando el resorte de la barbarie parece estar chamuscado, surge la necesidad de vivir con sentido mientras caen las bombas, mientras se suceden los fusilamientos a madres y niños.

También cuando se saca a 95 niños y sus padres en varios autobuses cuando cae un misil a cuatro bloques de la Casa de los Niños de Dim Ditey, en la ciudad de Kiev. Hace tres semanas no tenían la más intención de salir de Ucrania. Así lo había reconocido la hermana María Mayo, de la congregación de Santo Domingo, en una entrevista a Ayuda a la Iglesia Necesitada. «Ahora está claro que no queremos irnos. Cuando llegue ese momento habrá que volver a discernir si ponemos a los demás en riesgo por hacerlo. Pero cuando lleguemos a ese puente ya cruzaremos ese río».

Llegaron por los pelos, con una cortina de fuego a las espaldas.

«Yo iba a desayunar y Antonia también. Entonces estoy preparando el desayuno, dejando a remojo las habichuelas que vamos a comer, y de pronto me llama la embajadora: `¿Dónde estáis? ¿Habéis salido?´. Yo le respondía: ¡Cómo vamos a salir si voy a desayunar! `No desayunes. En media hora tenéis que estar aquí, no podemos esperar más´».

Les mandaron a un grupo de 8 Geos venidos desde el Principado de Asturias. Les dio tiempo a avisar a los que pudieron, a coger los pasaportes y poco más.

La hermana Mayo, que visita Magallanes 3 recién llegada de una jornada de 4 días por Europa con los niños de la Casa y sus familiares más cercanos a cuestas, señala: «¿Sabes eso que dice el Señor: `Ponte en camino´?. Pues eso hicimos. Nosotros nunca habíamos huido de ningún país. En el Congo en los años 90, ni en la Cuba de Castro. Siempre hemos estado ahí en medio de la guerrilla, de la hambruna, de la muerte y la esperanza».

El resto de su historia es, en este caso, mucho mejor verla y escucharla porque el amor se ha consumado cuando cae nieve roja del cielo; porque la caridad y entrega se ha hecho carne en una historia que rezuma verdad y cuaresma.