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Los fallecidos en los centros católicos de reeducación no respetaron las condiciones mínimas para el sepelio cuando los niños moríanAFP

Los indígenas de Canadá llegan al Vaticano para revocar las bulas del Papa Borgia y compartir su dolor

El descubrimiento de 215 tumbas de niños en un internado católico de la Columbia Británica destinado a la reeducación de los menores indígenas será uno de los temas abordados con Francisco

Entre mayo y septiembre de 1493, meses después del descubrimiento de América, el Papa Alejandro VI, el español Rodrigo de Borja, emitió varias bulas papales que avalaban la conquista. Tres grupos de indígenas del Canadá serán recibidos en los próximos días por el Papa Francisco como reparación por la reeducación en las escuelas católicas durante el siglo XIX. Entre sus exigencias está la de que el Vaticano anule los documentos papales que hace más de 500 años facilitaron el dominio del imperio español.

Se trata de bulas que tienen poca relación con el Canadá, ya que fueron emitidas para que los Reyes Católicos pudiesen tomar potestad de las nuevas tierras, «como señores con plena, libre y absoluta potestad, autoridad y jurisdicción». Como contrapartida, los reyes de Castilla y Aragón se comprometían a evangelizar las tierras concedidas. Aunque los españoles no llevaron su conquista al norte de los EEUU, los indígenas canadienses lo consideran un fundamento moral para la supresión de sus tierras y cultura original.

Los nativos canadienses denuncian la implicación de la Iglesia Católica y su respaldo moral a la política de reeducación de sus pueblos. Desde 1863 hasta 1948 cerca de 150.000 menores indígenas fueron obligados a residir en internados, normalmente gestionados por religiosos, en los que se intentaba erradicar la cultura indígena, considerada como primitiva.

El descubrimiento de fosas comunes en estos internados en los últimos años ha desencadenado una ola de odio, especialmente hacia las instituciones religiosas que los gestionaban. Significa que cuando morían, muchas veces por enfermedades infecciosas que en el siglo XIX no tenían cura, ni siquiera se respetaba su nombre y se les dedicaba una lápida.

El internado Kamloops Indian Residential School, 1837National Centre for Truth and Reconciliation

Bienvenido a la Iglesia... sin tambores

Rennie Nahanee, un diácono católico de origen indígena, ha asegurado al portal religioso The Pillar, que el objetivo de estas residencias era alejar a los niños de sus familias. «Esto significaba mantenerles fuera de su cultura, su lengua, la espiritualidad y les convertía, cuando volvían a las reservas, en una especie de ‘parias’». Nahanee ha promovido una mayor inculturación de la fe en los últimos años, ya que con anterioridad «eras bienvenido a la Iglesia, pero siempre que dejaras tus tambores y los palos en la puerta».

Tanto los obispos del Canadá, como el propio Papa Francisco han pedido disculpas por el papel que jugaron las diócesis locales o instituciones religiosas en esos internados. De hecho, el Papa ya mostró su dolor ante el descubrimiento de 215 tumbas de niños en un internado de la Columbia Británica. «Me uno a los obispos canadienses y a toda la Iglesia Católica del Canadá –afirmó el pontífice en junio de 2021– para expresar mi cercanía al pueblo canadiense, traumatizado por esta impactante noticia. El triste descubrimiento aumenta nuestra conciencia del dolor y el sufrimiento del pasado».

En la última semana de marzo el Papa Francisco mantendrá al menos tres encuentros distintos con estas comunidades indígenas. Hablará con miembros de First Nations, Inuit y Metis, que vendrán acompañados por los obispos de sus respectivas diócesis. Los encuentros tendrán los días 28 y 31, mientras que el 1 de abril el Papa acogerá una audiencia final, en la Sala Clementina, con la participación de distintas delegaciones y de la Conferencia Episcopal Canadiense. En un escenario tan formal, adornado por los frescos renacentistas del Palacio Apostólico, no sería extraño que Francisco atendiera oficialmente la revocación de esas bulas emitidas en 1493 por ‘nuestro’ Alejandro VI. Un gesto que puede ayudar a la reparación de los errores pasados y a la reconciliación.