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La aplicación para ligar entre cristianos que se toman el amor en serio

SALT, con presencia en 10 países, busca hacerse un hueco en un mercado en auge que ayuda a cribar la superficialidad y que busca un encuentro más real entre personas de tu mismo credo

«SALT está aquí para ayudar a que las citas cristianas sean un poco menos incómodas y mucho más divertidas». De este modo se presentan en su página web esta nueva aplicación que busca poner en contacto –y relación– a cristianos de diez países distintos.

Disponible en Google Play y Apple Store, SALT está «reimaginando la forma en que los cristianos encuentran el amor». Tal y como cuentan en la página del proyecto, su principal objetivo es «facilitar y apoyar las citas, relaciones y matrimonios cristianos, dando la oportunidad de encontrar, conocer y salir» con personas con tus mismas creencias que estén cerca de ti.

A día de hoy SALT es una app gratuita, aunque dispone de varios paquetes a los que suscribirse para obtener algunas características adicionales. Es discreta, con varios filtros de seguridad y con un motor de búsqueda cada vez más especializado para poder unirte con una persona con la que tener más cosas en común que lo que te puede aportar una charla en la barra del bar o en un follow por Instagram.

Para los que se toman el amor en serio

Ante el auge de las redes sociales, la realidad que ha dejado tras de sí la pandemia y las nuevas formas de relacionarnos entre nosotros, el mundo cristiano y católico ha puesto su talento para ordenar la fiebre por el match.

Para una inmensa mayoría de personas, encontrar a alguien con quien compartir las cosas de la vida sigue siendo una de las preocupaciones y dedicaciones a la que más tiempo le invierten los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Además de SALT, Catholic App –desarrollada por los escoceses de Musemantik y con el apoyo del Vaticano–, Catholic Match o Christian Café, hay que sumarle un proyecto desarrollado por un grupo de cinco amigos de México bajo el nombre de Common.

Todas ellas buscan lo mismo: encuentros reales y profundos de personas que se quieren tomar el amor en serio, que tienen en su horizonte vital la posibilidad de formar la familia –y no un mero pacto esporádico de intercambio de fluidos– y que no tienen miedo a hablar de lo que realmente les importa: su fe y sus valores.