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Carmen Sánchez Maíllo

La receta familiar

La receta familiar que sigue preparándose es el testimonio vivo de un lugar, a veces lejano, pero siempre querido, y devuelve el eco de unas voces y presencias del pasado que convocan al presente, para abordar el futuro siempre acompañado

Actualizada 12:50

Las cosas sencillas, mil veces repetidas en el hogar, tienen el «efecto estalactita» en la memoria y corazón de los receptores, intérpretes y ejecutores de pequeñas costumbres que se repiten en una familia. Son pilares sólidos e invisibles de una identidad, de un modo de abordar la realidad que procede del hábito, la fidelidad y la constancia.

En una familia, una forma natural de tradición es la que ofrece la cocina. Cocinar es un acto de duración determinada, con un objetivo claro: alimentar a los comensales, pero sabemos que no sólo no acaba aquí y que su origen siempre se comprende mirando hacia atrás. Cocinar es remontarse, es volver e iniciar, cocinar es un modo de encontrarse, de entrega sirviendo.

En la sociedad española durante siglos, austera por humilde, con el desarrollo en unas pocas décadas se pudo sustituir en muchos hogares un modo decantado por generaciones de comer. La cocina rápida, los productos procesados, la infinita oferta a disposición permite que el sencillo acto de alimentarse se haga «ganando tiempo». Todo el conocimiento, la sabiduría acumulada de generaciones se ha ido abandonando a cambio de facilidades y tiempo que arrumban un rico patrimonio unido a la gastronomía.

Cocinar es remontarse, es volver e iniciar, cocinar es un modo de encontrarse, de entrega sirviendo

Todo abandono tiene un precio. El de la nostalgia. El súbito interés por la cocina tradicional que dura ya años en España responde en buena medida no sólo a una sed por recuperar sabores perdidos y los inevitables tiempos compartidos asociados a toda cocina tradicional. Cada vez hay más casas con cocinas que comparten espacio con las antaño zonas nobles de la casa. Se redescubre la certeza milenaria de que el «hogar» se construye desde los fuegos, la reunión y el alimento que allí se prepara.

Es imposible negar que vivimos inmersos en numerosas dinámicas que fomentan una sociedad de personas aisladas y solitarias. Son tantas y tan conocidas que no es preciso citarlas. Ese riesgo presente hace urgente más que nunca buscar remedio. Por eso, volver la mirada a las cosas sencillas y elementales siempre es una brújula que no falla en un mundo opulento, sí, pero que con frecuencia desdibuja el sentido de las cosas.

Una mesa familiar donde se ofrece un plato elaborado con tiempo, con dedicación, con la intervención de padres, hijos y amigos, es un eficaz remedio frente al aislamiento. Ayuda a entender que toda comunidad se construye siempre desde atrás y desde abajo. La receta familiar que sigue preparándose es el testimonio vivo de un lugar, a veces lejano, pero siempre querido, y devuelve el eco de unas voces y presencias del pasado que convocan al presente, para abordar el futuro siempre acompañado.

  • Carmen Sánchez Maíllo es secretaria Académica del Instituto de Estudios de la Familia de la Universidad CEU San Pablo. Casada, madre de 4 hijos. Profesora desde hace 20 años
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