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ENORMES MINUCIAS

No va de recetas

El amor, el compromiso, pero igualmente el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio, son los elementos necesarios para hacer que las cosas vayan bien

Me asombra ver la acogida que, en redes sociales, y no solo, tienen distintas apariciones de personas más o menos desconocidas que aparecen haciendo algo. Desde recetas de cualquier plato de comida (nacional o más exótico) hasta distintos tutoriales en que te indican los pasos a seguir para hacer casi cualquier cosa. Y eso por no hablar de los miles de videos que circulan, en los que no hay otra utilidad que la pérdida de tiempo de quien es capaz de consumirlos durante horas. Justo es reconocer que alguno, alguna vez, arrancará una sonrisa, pero más bien por el absurdo que por cualquier otra circunstancia.

Más allá del tiempo que se pasa «consumiendo» estos productos (solo hay que preguntar a los adolescentes y a los jóvenes) me importa cómo buscamos una guía para todo. Una receta, un manual de instrucciones que nos enseñe y que nos ayude a hacer las cosas bien. O al menos a tener una idea más o menos aproximada de cómo hacerlo y luego, cada uno aporta, si quiere y la cuestión lo permite, su propio toque personal, precisamente para que no todo sea uniforme.

Y no está mal. Es cierto que cuando no existían las posibilidades de las redes sociales o de internet, esto mismo lo hacíamos acudiendo, personalmente, a quienes tenían más experiencia que nosotros, a quienes nos constaba que sabían hacerlo bien, y de su experiencia y de su ejemplo procurábamos aprender. Pero internet y la globalización cambian el mundo. Para bien y para mal.

No vale que el compromiso, el esfuerzo y el sacrificio sea unidireccional

Con todo, me hace pensar en la paternidad, en la maternidad, y, por ende, en la familia. Y en los dichos, tan repetidos, de que los niños vienen con un pan debajo del brazo y sin manual de instrucciones. No estoy muy segura de que el primero se siga repitiendo. Más bien, el descenso de la natalidad y la devaluación mediática de la propia institución familiar parece querer convencer de que no solo no vienen con ningún pan, si no que son una carga que mejor ni plantearse asumir. ¡Qué gran error!

Pero eso de que no traen manual de instrucciones es algo que sigo oyendo tanto en los que son padres por primera vez como en los que van/vamos entrando en las distintas etapas en las que entran sus hijos, a veces sin saber muy bien cómo hacer frente o cómo apoyar en las distintas situaciones por las que ellos (los hijos) pasan.

Eso es fundamentalmente porque cada uno es distinto. Aunque las situaciones y las fases sean similares, la personalidad, las características de cada uno, incluso su propia realidad física y biológica, son distintas. Desde la fiebre o febrícula de un bebé o cómo y por qué sonríe, hasta los problemas de la adolescencia y cómo se va asumiendo la responsabilidad y ejerciendo la libertad, o cómo se afrontan en la familia los problemas que pueden suponer un despido, una adicción, un desengaño,… y por supuesto las alegrías. Porque cada uno es distinto y cada familia vive las cosas de manera distinta.

Y esto no va de recetas. O sí. Lo que pasa es que, como en la repostería, hay que poner los ingredientes justos. Y no son ingredientes que estén muy de moda, o quizá solo no lo estén en el imaginario colectivo.

El amor, el compromiso, pero igualmente el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio, son los elementos necesarios para hacer que las cosas vayan bien. O para saber cómo afrontarlas cuando van mal, porque, en alguna ocasión, también van mal. Y esos elementos deben darse en su justa medida, pero en todos los implicados. No vale que el compromiso, el esfuerzo y el sacrificio sea unidireccional. Si es así, a priori estamos equivocando los ingredientes.

Lo que hay que hacer, en una sociedad que continuamente demanda esos tutoriales, ese manual de instrucciones, es volver a poner en circulación el valor de esos elementos. Porque el resultado sin ninguna duda, es un bien mayor. Una vida plena en la que ese amor, ese tiempo dedicado a los demás, igual que te lo dedican a ti, hace que el esfuerzo y el compromiso obtengan su recompensa. Una sociedad que entienda que esa receta, tan poco de moda y a veces tan en desuso, es la más fiable para hacer que la propia vida salga bien. No la más fácil, pero probablemente sí la mejor.

  • Carmen Fernández de la Cigoña es directora del Instituto CEU de Estudios de la Familia. Doctora en Derecho. Profesora de Doctrina Social de la Iglesia en la USP-CEU. Esposa y madre de tres hijos