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Serie 100 españoles y Dios #3

Ana Iris Simón: «Mi experiencia de Dios viene impulsada por el otro»

Conversamos con la autora del fenómeno Feria sobre la abuela María Solo y las nochebuenas de los simones; sobre el credo ateo y la maternidad expansiva; sobre Dios y el otro que lo lleva a cuestas

Parece el barrio de La Condesa, por los bulevares, terrazas y el ambiente de desayuno dominguero con sobremesa, pero no es sino Aranjuez un martes de Pascua soleado.

Del edificio con descansillos que ya llevaban baldosas de Ikea antes de que Ikea existiera, sale Ana Iris Simón. Acaba de encalomar al niño con su abuelo y nos invita a subir a su casa. Por el tragaluz de las escaleras sin ascensor cuelga de la cadena una lámpara panzona, en cuyo interior, se van fosilizando los insectos mientras el polvo se apiña como en los parabrisas de los coches abandonados.

Al cruzar el umbral, en un vistazo, viendo la techumbre de Aranjuez desde el salón, se entiende que María Serrano la llame «reina» con cariño. La autora de Feria, en búsqueda de su fuero donde regir en paz desde hace tres ERE, cuenta su particular peregrinaje por los recuerdos de Ontígola, Campo de Criptana y Madrid. Una búsqueda de sus Otros en otros que la ha llevado a lo que denostó en un primer momento y que ahora es su refugio para vivir eso de ser madre a los 30.

Entre la trona, la cuna de las siestas entre horas y el sofá, hay dos estantes. Uno tiene una colección de cachivaches para el chiquillo y, en lo alto, una foto con unos coches angulosos, unos padres ochenteros y unos molinos recios, que no «hundíos», de fondo. El otro dispone, como los chinarros que se apilan en los mojones del Camino para dejar constancia de que uno estuvo por allí, varias baldas con libros de todo pelaje y condición, siendo los niveles superiores reservados para santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, un Cristo, una Virgen y, contemplándolos a todos, el malogrado Fidel en una portada original del Granma.

Vamos a por un café, despachamos la primera parte del encuentro, y después nos sentamos como si fuéramos a comer pipas junto a la parroquia de San Antonio para hablar de Dios y sus periferias con Ana Iris Simón.