'El beso de Dios': un documental atípico sobre el valor de la Eucaristía
Se estrena este documental del director y productor Pietro Ditano, un italoespañol que tras buscar su lugar en el mundo de la moda y en la espiritualidad new age, se convirtió y regresó a la fe católica
Con esta película dan fruto sus estudios de Comunicación Audiovisual en una Universidad Católica de Madrid. Ditano quiere hacer una aproximación, a la vez muy abierta y muy personal, al significado del sacramento de la Eucaristía. Muy abierto porque quiere llegar a un público no necesariamente creyente, y muy personal porque lo hace de una forma muy creativa y original.
El beso de Dios tiene una estructura caleidoscópica, fruto de la intención artística y personal del director Pietro Ditano. Combina distintos niveles narrativos y estéticos en un collage que busca llegar no sólo a la razón, sino también a la experiencia emocional. Por un lado encontramos las entrevistas, muy heterogéneas, que van desde teólogos hasta jóvenes que se expresan en un lenguaje «informal». Así, contamos con declaraciones de los teólogos norteamericanos Scott Han, Ralph Martin y Mary Healy, del predicador del Papa, el Cardenal Raniero Cantalamessa, del escritor Tony Gratacós, de la clarisa británica Briege McKenna, del mito de la Fórmula 1 Emerson Fittipaldi, del actor converso Pietro Sarubbi –que interpretó a Barrabás en la película La pasión de Cristo de Mel Gibson– o de los jóvenes Bea Morillo y Fer Rubio. En este primer nivel se mezclan declaraciones muy académicas con testimonios muy vitales. En el plano teológico hay un claro desequilibrio anglosajón, y seguramente la presencia de estudiosos europeos –incluidos españoles– hubiera mejorado esa parte del film de cara a un espectador castellanoparlante.
Otro nivel de la película es el pedagógico, que va exponiendo las distintas partes litúrgicas de la Eucaristía, y que está a cargo del sacerdote español José Pedro Manglano, inspirador del movimiento juvenil Hakuna. Sus explicaciones –rodadas en blanco y negro por alguna razón poco evidente– se alternan con la puesta en escena de una celebración eucarística en una playa de arquitectura rocosa espectacular.
Un tercer nivel expositivo es el de la narración en off del actor mejicano Eduardo Verástegui, que se centra en pasajes del Antiguo Testamento que preanuncian el sacrificio eucarístico. Esta parte es la que más puede costar al espectador español medio, tanto por su contenido como por la dicción y traducción de los textos bíblicos al español latinoamericano.
En un cuarto lugar se nos ofrecen unas impactantes imágenes de la naturaleza salvaje (grandes cataratas, desiertos –de hielo y de arena–, planos detalle de flores…) que sugieren la relación que existe entre la imponencia de la creación, como inmenso don de Dios, con el sacrificio redentor de Cristo, centro del cosmos, que libera a la creación de las ataduras del pecado y de la muerte. La fotografía del documental, que en el caso de la naturaleza ha llevado varios años de trabajo, ha estado a cargo de César Pérez, Víctor Entrecanales y Dan Johnson.
Por último, hay un quinto nivel, el más poético de la película, y que ofrece una dramatización metafórica del encuentro nupcial entre el alma humana y el Esposo, Cristo, que se nos entrega en la eucaristía. Se trata de una dramatización muy abierta a la interpretación, muy sutil, fotográficamente muy sugerente, y que protagoniza la joven actriz mallorquina Isabel Bonnín.
A todos estos elementos se añade una banda sonora muy variada de fuerte subrayado emocional, con piezas de Almighty y Andrea Bocelli. El resultado es una película alejada de los cánones de un documental convencional, que nos acerca al significado de la Eucaristía en términos impresionistas, a base de pinceladas que, de lejos, adquieren su forma definitiva. El que espere una pedagogía previsible se encontrará algo tan distinto como sugerente.