El Congreso sobre Vulnerabilidad recuerda que todos somos frágiles: «Cuando lo olvidamos, nos creemos Superman»
El presidente de Cáritas España, Manuel Bretón, abrió el evento con una mirada al avance de la exclusión social en nuestro país
«Nuestro objetivo es dejar de existir», aseguraba el presidente de Cáritas España y de la Fundación FOESSA, Manuel Bretón, durante la ponencia inaugural del I Congreso sobre Vulnerabilidad, que se celebra hasta el martes en la Universidad CEU San Pablo. «Ojalá Caritas tenga que cerrar algún día porque no seamos necesarios», insistía Bretón, que abría un evento en el que expertos de diversas disciplinas analizan la vulnerabilidad y la debilidad humana desde disciplinas como la antropología, la bioética o la historia.
Bretón ofreció una conferencia titulada Las nuevas formas de vulnerabilidad en España, y en ella señaló que los desafíos de los últimos años -la crisis económica, la pandemia, la guerra en Ucrania- «nos han puesto a toda la humanidad frente a nuestra propia vulnerabilidad». En esta línea, el ex militar –es teniente general retirado, impulsor de Cáritas castrense– consideró que el trabajo de Cáritas es de «contra-vulnerabilidad».
Citando los datos de los últimos Informes FOESSA, Bretón constató un rasgo «preocupante»: en cada nueva crisis se incrementa el número de personas empujadas a la exclusión social, pero en cada nuevo periodo de bonanza no se saca del agujero ni a los que ya estaban ni a los que han caído recientemente en él. «La exclusión social, la vulnerabilidad -recordó-, son mucho más que la pobreza económica», y afeó al Gobierno los alardes de que todo va bien, frente a los datos recogidos por esta fundación.
Como respuesta, Bretón sacó pecho del trabajo de Cáritas España, una «red extensa y tupida» formada por 70 Cáritas diocesanas, con más de 5.000 trabajadores y más de 80.000 voluntarios, su «gran riqueza». El ponente recordó que Cáritas «no es un partido, un movimiento ni una ONG, sino parte de la Iglesia», y que el trabajo de todos los que forman parte de ella es «una clara plasmación del Evangelio en nuestros días».
«La vulnerabilidad es universal»
«Vulnerables somos todos», insistía el director del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, Manuel Bustos, en la inauguración del congreso. Bustos señaló que el covid nos ha recordado que la vulnerabilidad «es universal», y criticó que «cuando el hombre se engríe empieza a creer que es Superman o Batman», pero que esta fachada se quiebra rápidamente. «A nuestra cultura -continuó- no le gusta reconocer que somos vulnerables, porque ve la dependencia como una carga».
En la inauguración también participaron el co-director del congreso Juan Ignacio Grande, que lamentó la «invisibilidad» de las personas vulnerables, y el sacerdote Jesús Robledo, director de Pastoral y Voluntariado del CEU y viceconsiliario de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP). Robledo celebró lo «provocador» de celebrar un congreso sobre estos temas en una sociedad voluntarista y pidió buscar a Dios cuando nos topamos con la propia fragilidad, recordando a San Pablo: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta», citó.
Vulnerabilidad y sociedad
El I Congreso sobre Vulnerabilidad estuvo organizado por el Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, con la colaboración de la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria y el departamento de Pastoral y Voluntariado del CEU. La ponencia de Bretón abrió el bloque dedicado a la relación entre vulnerabilidad y sociedad, y estuvo seguida por la mesa redonda La mujer, la familia y la infancia, ¿vulnerables?, integrada por dos miembros del instituto organizador: los profesores Juan Ignacio Grande y Beatriz Bullón de Mendoza.
La autora de Sucesiones nobiliarias: Toda la Jurisprudencia habló de la vulnerabilidad de la mujer desde la perspectiva jurídica, analizando el cambio de paradigma que vivió a partir del siglo XIX y que llevó a que la mujer pueda votar, entrar en la cátedra o ser médico. «Los autores del momento, de diverso signo, consideran que la dignidad de la mujer es igual a la del hombre, y atribuyen esta concepción -sin excepción- al cristianismo», explicó.
Bullón de Mendoza recordó que la Doctrina Social de la Iglesia considera a la mujer como pieza clave en la vida familiar y en la vida pública, y defendió medidas encaminadas a defender la libertad de la mujer para ser madre. Por su parte, Grande trató la vulnerabilidad en la infancia, y pidió un énfasis en la educación frente al avance del materialismo y de las «tendencias individualistas, que rompen las dinámicas familiares y proponen una afectividad narcisista y sin límites».
La necesidad de ser vulnerables
«Amo la vulnerabilidad», aseguraba la psicóloga italiana Ana Campiotti, que planteó un punto de vista distinto sobre el tema del congreso. «La vulnerabilidad -explicó en la mesa redonda Vulnerabilidad estructural: grieta para la construcción social- es una característica fundante del dinamismo humano», desde el propio inicio de la vida, que empieza siempre por otro.
Campiotti criticó -a raíz de su experiencia en la consulta- que cada día ve «cómo los hombres se defienden de la vida», y señaló que viviendo de esta manera no se crece ni se cambia. «Debemos levantar las manos, dejarnos herir: abrir el espacio de riesgo en nuestras relaciones, en la vida», pidió a los asistentes, y lamentó que la cerrazón ante el acontecimiento está en el origen de tantas indiferencias y egoísmos.
La profesora Teresa Díaz Tártalo, profesora de la Universidad CEU San Pablo y vicepresidenta de la Asociación Familias para la Acogida, recogió el testigo de la psicóloga y bajó a lo concreto esta actitud de apertura ante la vida, encarnada en las familias que generosamente deciden acoger o adoptar a niños que no tienen.
Describió la situación de los 1.500 niños que viven en residencias de menores, incluso algunos menores de tres años, y cómo su vida allí se ve privada de rostros. Invitó a las familias de los presentes a plantearse la acogida, y citó al psicólogo Urie Bronfenbrenner: «Para desarrollarse, todo niño necesita a alguien que esté loco por él y se lo demuestre». Pidió, también recuperar un «paradigma personalizante» en la sociedad, en el que acontezca la persona.
El desafío del empleo
La sesión matutina concluyó con la mesa redonda Empleo y vulnerabilidad, en la que tres representantes de entidades que trabajan en el ámbito de la búsqueda de empleo de colectivos vulnerables: Capacis, que busca la integración laboral de personas con discapacidad; el programa Abriendo Puertas, de Bosco Social, la rama social de los Salesianos, y la Fundación Integra, que persigue la empleabilidad de personas en situación de exclusión social severa.
Marta Ripollés pertenece a esta última, y destaca que en su entidad están «convencidos de que todas las personas tienen una oportunidad en el mercado laboral y necesitan esta oportunidad». Pidió a las empresas confianza, y borrar barreras y prejuicios para, por ejemplo, contratar a una persona que ha salido de la drogadicción.
Silvia Sombría, co-fundadora de Capacis, destacó que quieren sacar «del encasillamiento laboral» a las personas con discapacidad intelectual. Sonia Martín, que trabaja en el programa Abriendo Puertas, destacó que «el origen no es un mérito; nosotros tenemos la suerte de haber nacido en un contexto cómodo, pero el mérito será qué hacemos con todo eso: convirtámoslo en dar la oportunidad a otros».