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Gregorio Luri en El DebateE.D.

Encuentro Iberoamericano de Profesores de Religión

Gregorio Luri: «Que los niños tengan las rodillas impolutas es un síntoma crucial de la crisis de Occidente»

El I Encuentro Iberoamericano de Profesores de Religión acogió un debate entre filósofos que reflexionaron sobre los riesgos vitales, el compromiso del educador o el invento de la adolescencia

Gregorio Luri abomina de las rodillas sanas: «Uno de los síntomas cruciales de la crisis de Occidente es que los niños tienen las rodillas impolutas, lo que indica que no han tenido experiencias aventureras, que no tienen espacios sin supervisión», insistía el pedagogo y ensayista este viernes durante el debate entre filósofos que se celebró en el I Encuentro Iberoamericano de Profesores de Religión. El evento se desarrolla este fin de semana en Madrid y reúne a más de 700 docentes de España y Latinoamérica.

Moderado por el historiador y director del Colegio Abat Oliba Spínola, Jordi Cabanes, el debate contó –junto a Luri– con la participación del catedrático de Ética de la Universidad de Comillas Miguel García Baró; la teóloga y presidenta de la Fundación Trilema, Carmen Pellicer, y el director del Instituto Core Curriculum de la Universidad de Navarra, José María Torralba, que recogía el guante de la metáfora: «Tener heridas en la rodilla es una opción frente al mundo hostil, porque significa que uno se expone».

La autoridad te la dan los alumnos si ven en ti pasión, sabiduría y compromisoCarmen Pellicer

Los pensadores coincidieron en que la asignatura de Religión es uno de los pocos espacios en la escuela en los que un alumno puede contrarrestar la lógica de lo práctico. «Si el niño aprende en clase que la vida funciona a base de fórmulas, se formará en lo esencial en un sitio que no es la escuela», consideraba García Baró, y Pellicer iba un paso más allá: «La secularización de la enseñanza de la ética –reflexionaba– ha provocado que la educación moral no cambie el comportamiento de los jóvenes; simplemente presentarles cuál es la vida valiosa no les hace elegirla».

Frente a esta situación, los filósofos abundaron en la cuestión de la autoridad. Luri señaló que hoy se ha reducido la autoridad de los abuelos –«Seguimos siendo figuras entrañables, pero ya no guiamos a nuestros nietos, somos de otro mundo»–, y Cabanes recordó que en el pasado la autoridad del profesor a menudo se basaba más en el poder que en la ascendencia sobre el alumno. Al hilo de esto, Pellicer diferenció entre poder y autoridad: «Te la dan los alumnos si ven en ti pasión, sabiduría y compromiso, que vas un paso más allá por ellos», concluyó.

I Encuentro Iberoamericano de Profesores de Religión

Pecado, moralina y límites

Otro núcleo del debate fue la reflexión en torno al pecado, y en cómo abordar la enseñanza de la religión católica. «A veces tenemos mucha preocupación por que nuestros alumnos no pequen, pero yo soy más ambicioso: no quiero que no pequen, sino que no quieran pecar; quiero sus almas», señaló Cabanes, e insistió en que la fe es «inútil» si se limita a una lista de deberes, y en que la batalla no es meramente ideológica. «Veo mucho dolor en alumnos que no han recibido esta tradición de sentido», reconoció.

En esta línea, Torralba coincidió en que «el cristianismo mediterráneo y latinoamericano tiende a ser moralista», a reducir la religión a moral, pero advirtió que la solución no es pasar al extremo opuesto. «Un punto intermedio –aventuró– es situar la religión en el contexto de las Humanidades, que sin ella quedan incompletas». Pellicer consideró que «el cristianismo es vivir como si el cielo empezara mañana».

El contrapunto lo aportó Luri, que defendió que la fe es una experiencia aventurera –de ahí la importancia, dijo, de que los niños vivan aventuras autónomas desde pequeños–, pero que «el que no se limita no crece». El pedagogo lamentó que «la aversión a los límites es una de las características del mediocre» y advirtió del riesgo de, por huir de la moralina, «convertir los Diez Mandamientos en las Diez Sugerencias».

¿Los niños han cambiado?

El último tema de reflexión que planteó Cabanes a los filósofos fue si los alumnos han cambiado o no. «Son distintos y son iguales», respondió Pellicer, para quien la tecnología juega un papel crucial en la parte que ha mutado: «La tecnología ha aumentado el número de relaciones pero ha empobrecido la resiliencia de las mismas», señaló.

Por su parte, Luri planteó dos aspectos en los que la sociedad se ha transformado: considerar lo nuevo como algo intrínsecamente bueno y la creación de la cultura adolescente. Coincidía con él Pellicer: «La adolescencia es un invento de nuestras sociedades desarrolladas, y se está alargando enormemente… hoy empieza en tercero de Primaria». «¡Y termina en el doctorado!», ironizó Cabanes.

Torralba aportó un contrapunto señalando que, aunque es cierto que las generaciones han cambiado, estos cambios son ambivalentes: tienen aspectos negativos y positivos. «Por ejemplo -señaló- las nuevas generaciones, por ejemplo, son menos sumisas, pero precisamente por ello tienen afán de autenticidad».