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Fue el turco Mehmet Ali Agca quien atentó contra la vida de Juan Pablo IIGtres

El día que la mano de la Virgen de Fátima salvó la vida de Juan Pablo II

«Una mano materna guio la trayectoria de la bala», diría después el propio Karol Wojtyla

A las 17:17 del 13 de mayo de 1981, Juan Pablo II caía abatido por cuatro balas que un asesino a sueldo disparó a bocajarro en plena plaza de San Pedro. Dos de las cuatro pasaron rozando órganos vitales, algo que los médicos no pudieron explicar y que el propio Karol Wojtyla calificó como un milagro. Las tres balas que impactaron en su cuerpo recorrieron en zigzag el abdomen del Santo Padre. Tras una pérdida ingente de sangre, el Pontífice tuvo que ser operado durante más de seis horas para extraer los proyectiles. Fue «una mano materna la que guio la trayectoria de la bala», diría después el propio Juan Pablo II.

El jefe del equipo médico del hospital Gemelli de Roma, Francesco Crucitti, constató que: «la bala entró a la altura del ombligo, por el lado izquierdo, perforó el colón y el intestino delgado en cinco lugares, pero cambió su trayectoria frente a la aorta central».

Desde entonces, el Pontífice se mantuvo muy ligado a la Virgen de Fátima, cuya festividad se celebra el 13 de mayo, día en que se apareció en la Cova de Iría a tres pastorcillos portugueses, y de hecho, una de las balas está incrustada en la corona que porta la imagen de la Virgen.

La plaza de San Pedro, el 13 de mayo de 1981, donde se puede ver la pistola sobre la cabeza de un hombre con gafas de solGtres

El portador del arma era Mehmet Ali Agca, de nacionalidad turca, quien había pasado varios meses viajando por la costa mediterránea cambiando de pasaporte y de identidad. Agca vio su oportunidad cuando Juan Pablo II devolvió a sus padres a una niña pequeña que había cogido en brazos para besarle la cabeza. Mientras algunos guardias sujetaban al Pontífice que sangraba en el papamóvil, otros rápidamente apresaron al culpable, al que habían inmovilizado dos monjas que estaban a su lado en el momento del atentado. Dos días después del tiroteo, Juan Pablo II pidió «rezar por mi hermano –Agca–, al que he perdonado sinceramente».

Mehmet Ali fue condenado a cadena perpetua por un tribunal italiano y estuvo en prisión por intento de asesinato hasta el año 2000, cuando fue indultado por Carlo Azeglio Ciampi, a petición expresa del propio Papa. En ese momento, fue extraditado a Turquía, donde fue encarcelado de nuevo por un asesinato anterior y dos robos a bancos en los setenta. Tras casi 29 años tras las rejas, Agca fue puesto en libertad el 18 de enero de 2010.

Juan Pablo II visitó a Agca en la cárcel en 1983

Una visita en prisión

El verdadero gesto de perdón llegó el 27 de diciembre de 1983, cuando Juan Pablo II puso rumbo a una cárcel del noreste de Roma, donde se encontraba Mehmet Ali. Por espacio de 20 minutos, Wojtyla y Agca estuvieron a solas. La conversación que mantuvieron nunca ha trascendido, aunque lo único que dijo entonces el Santo Padre fue: «Todos necesitamos ser perdonados por otros, entonces todos debemos estar listos para perdonar. Pedir y dar perdón es algo de lo que cada uno de nosotros merecemos profundamente».

Años más tarde, en 2005, cuando el turco se encontraba de nuevo encarcelado en su país recibió noticia de la enfermedad del Papa rezaba desde su celda por su mejoría. Al enterarse de su muerte, este asesino a sueldo declaró estar de luto. En un escrito filtrado por su abogado, Agca confesaba haber «perdido al Papa, mi hermano espiritual» y se sumó «al duelo de mi pueblo cristiano católico». Cuando pudo volver al Vaticano, se le vio llorar en la plaza junto al lugar del atentado y llevar un ramo de rosas blancas a la tumba del Papa al que casi asesinó el 13 de mayo de 1981.