Canonizaciones
Asesinado por los nazis y un alto rango militar indio del s. XVIII: estos son los nuevos santos de la Iglesia
Dos de los diez nuevos beatos que serán canonizados este domingo en la Plaza de San Pedro son víctima del odio a la religión
El primero en el siglo XX en Europa y el segundo en India en el siglo XVIII. Se trata del sacerdote holandés Titus Brandsma y del ex militar converso Lázaro o Devasahayam Pillai. La historia de este último, cuyo nombre antes del bautizo era Nilam Pillai, arranca con una carrera militar en el reino de Travancore, en el Sur de la India. Educado en una casta superior del país, pronto se convierte en un oficial de alto rango y termina como ministro del reino y funcionario del palacio real. Cuando los holandeses tratan de conquistar su país, en 1741, Nilam participa en un conflicto que termina con la derrota de los invasores.
Entre los prisioneros holandeses, destaca un oficial católico, Eustache de Lannoy, que al poco tiempo empieza a colaborar con el reino de Travancore. En el contacto con este militar extranjero, Nilam se siente atraído por el cristianismo y le pide formación para bautizarse, algo que consigue gracias a un misionero. A partir de ahí, Nilam se bautiza como Lázaro y su mujer toma el nombre de Teresa.
Entre los dos comienzan a evangelizar a sus compatriotas, para indignación de otros personajes de la corte, que lo denuncian al rey. Cuando se niega a adorar a los dioses hindúes del palacio o a discriminar a las castas más humildes del país, el rey lo manda encarcelar. A partir de ahí sufre meses de torturas, en muchas ocasiones públicas, como castigo ejemplar para evitar que otros abrazaran la fe, hasta que lo ejecutan en enero de 1752. Su fama de santidad se extiende desde el primer día en todo el país.
Defensa de los medios frente a los nazis
El caso del holandés Titus Brandsma es más cercano para todos nosotros, pero igual de trágico. Nacido en 1881, ingresó en la Orden del Carmen en 1899, donde se entusiasmó por la figura de santa Teresa de Lisieux, de quien tradujo uno de sus libros ya en 1901. Intelectual, formado en Roma, pronto se convirtió en profesor de Filosofía y director de algunas publicaciones católicas.
Con poco más de 40 años fue nombrado rector de la Universidad Católica de Nimega en los años en que la doctrina nacionalsocialista se extendían por el norte de Europa. Cuando la invasión nazi del país hace que todos los diarios y revistas estuvieran controlados, la jerarquía holandesa le encargó a Brandsma visitar las redacciones de los periódicos católicos para recalcar a los directores la necesidad de resistir a la presión. Pocos días después de cumplir esta misión, en enero de 1942, viene arrestado y encarcelado.
El periplo de Brandsma por distintas cárceles termina en el verano de 1942, cuando es transferido al campo de concentración de Dachau, donde asesinaron a decenas de miles de personas. El sacerdote termina sus días asesinado con una inyección letal. A la enfermera que le inyectó la dosis le regaló la corona del rosario. Fue ella quien, años después, se convirtió y ofreció un valioso testimonio sobre los últimos momentos de quien este domingo será considerado santo por la Iglesia católica.
Canonizaciones en el Vaticano
Foucauld, el ermitaño del siglo XX al que hoy siguen más de 13.000 personas
La determinación de este sacerdote para defender la independencia de los medios católicos frente a los nazis fue ejemplar. Un compromiso que ha movido a un grupo de sesenta vaticanistas a reclamar esta semana al Papa que lo incluya entre los santos patronos de los periodistas.
El padre Hariwan Adji, prior de la Provincia Indonesia de los Carmelitas, destaca la admirable disponibilidad de Titus para alentar a los demás, incluso en las circunstancias más extremas. «Mientras estaba en el campo de concentración, Titus siempre intentaba proporcionar atención espiritual a los otros prisioneros», concluye.
Junto a estos dos mártires, el domingo también se canonizará a Charles de Foucauld, a César de Bus, Luigi Maria Palazzolo, Giustino Maria Russolillo, Maria Francesca di Gesú, Maria Domenica Mantovani, Marie River y Maria di Gesú Santocanale. Será una masiva ceremonia, como no se celebran en el Vaticano desde antes de la pandemia.