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El Papa Francisco saluda a los peregrinos de San Pedro tras los actos de canonización de los nuevos 10 santos de la IglesiaAFP

Canonizaciones en el Vaticano  Más de 45.000 fieles inundan San Pedro en la primera gran canonización de los últimos tres años

Beatos como Charles de Foucauld o Tito Brandsma, junto a otros ocho más, ya forman parte del santoral

La Plaza de San Pedro vuelve a coger el pulso de los grandes actos de la Iglesia católica que nos remiten, por un instante, a lo que vivíamos antes de la pandemia. Ante una multitudinaria ceremonia de canonización, donde el Papa Francisco ha hecho santos a Charles de Foucauld, Tito Brandsma, Devasahayam Pillai, César de Bus, Luigi Maria Palazzolo, Giustino Maria Russolillo, Maria Francesca di Gesú, Maria Domenica Mantovani, Marie River y Maria di Gesú Santocanale, el Santo Padre ha pedido que estos nuevos referentes de vida puedan abrir vías de diálogo que inspiren soluciones pacíficas en un mundo en el que aumentan «las tensiones y las guerras».

«Mientras las tensiones y las guerras aumentan tristemente en el mundo, que los nuevos santos inspiren soluciones y caminos de diálogo, especialmente en los corazones y las mentes de quienes ocupan puestos de responsabilidad y están llamados a ser protagonistas de la paz y no de la guerra», señalaba el Papa Francisco al que en la jornada anterior habíamos visto en silla de ruedas debido a sus problemas en la rodilla.

En alusión a los santos, Francisco señalaba que el ejemplo de todos ellos va en una misma dirección: el amor como servicio hacia Dios y hacia los demás. «Amar significa servir y dar la vida –señalaba Francisco durante su homilía, servir es no anteponer los propios intereses, desintoxicarse de los venenos de la avidez y la competición, combatir el cáncer de la indiferencia y la carcoma de la autorreferencialidad… Dar la vida, es salir del egoísmo para hacer de la existencia un don. El Señor tiene un proyecto de amor para cada uno de nosotros, cada uno tiene que seguir ese camino de santidad».

«La santidad en lo cotidiano»

Durante la ceremonia, el Santo Padre se ha referido a la importancia de buscar la santidad «entre pucheros», tal y como señalaba santa Teresa de Jesús. «Hemos hecho de la santidad una meta inalcanzable, la hemos separado de la vida de todos los días, en vez de buscarla y abrazarla en la cotidianidad, en el polvo del camino, en los afanes de la vida concreta», aseveraba Francisco recordando que ser discípulos del Maestro es, ante todo, peregrinar por la vía de la santidad, dejándose transfigurar por la fuerza del amor de Dios: «El amor que recibimos del Señor es la fuerza que transforma nuestra vida, nos ensancha el corazón y nos predispone para amar (...). Él nos ha amado, porque da a nuestros corazones su mismo Espíritu, Espíritu de santidad, amor que nos sana y nos transforma».

Por eso, prosigue el Papa, podemos entrar en esa vinculación fraterna y amoroso con los demás, «en cada situación y con cada hermano y hermana que encontramos, porque somos amados y tenemos la fuerza de amar».

Imagen de la Plaza de San Pedro durante las canonizacionesAFP

Seguir e imitar a Cristo en todo

Para el Papa, en este camino virtuoso y creativo del amor, no podemos olvidar «la primacía de Dios sobre el yo, del Espíritu sobre la carne, de la gracia sobre las obras». «A veces –prosigue el Papa– damos más peso, más importancia al yo, a la carne que a las obras. No: la primacía de Dios sobre el yo, del Espíritu sobre la carne, de la gracia sobre las obras».