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A los campos de concentración y las detenciones indiscriminadas hay que sumarle el veto a los sacramentosGTRES

La salvaje persecución religiosa en China no cesa: prohibido bautizarse antes de los 18 años

La detención hace unos días del obispo emérito de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen, ha sacado a la luz la radicalidad de la persecución religiosa en China

Encarcelar y procesar a una persona de 90 años por dar soporte moral a quienes luchan por la libertad es un acto cruel, pero no tanto como el que sufren de forma habitual los cristianos bajo el régimen de Xi Jinping.

Todas las agencias internacionales coinciden en que la persecución se ha recrudecido desde 2018, con especial atención a los más jóvenes. En gran parte del país está prohibido bautizar a los menores de 18 años y tampoco se permite asistir a las parroquias o recibir formación religiosa. Estos son algunos de los factores que llevan a muchos fieles hacia las Iglesias clandestinas, tanto en el ámbito católico como en el protestante.

Los menores son forzados a recibir una instrucción anti-cristiana. De hecho, estudiantes católicos denunciaron que un libro de texto editado en 2020 por una de las universidades estatales alteraba la parábola de 'la mujer adúltera'. Después de que Jesús pida que quien esté libre de pecado tire la primera piedra, los acusadores de la adúltera se marchan. Solo queda Jesús, quien la lapida él mismo hasta matarla. Un crimen que justifica con estas palabras: «Yo también soy pecador, pero si la ley la aplicaran solo hombres sin pecado, la ley estaría muerta».

Puedes perder tu empleo

El hecho de hacer público que has sido bautizado pone en alto riesgo el empleo en el sector público y también en el privado. Los funcionarios del Estado, que en porcentaje son muchos más que en un país no comunista, deben mantener una participación activa en el Partido. Los cristianos o miembros de otras religiones, son excluidos automáticamente de cualquier promoción.

Como prueba de que no estamos hablando de hechos aislados está la detención en mayo de 2021 del obispo católico de la provincia de Henan, Joseph Zhang Wizhu. Fue arrestado junto a diez sacerdotes y diversos estudiantes de Teología. De todos ellos no se tuvo noticias durante meses.

En el pasado mes de agosto, en Shenzhen, cuatro cristianos que habían sido detenidos por vender dispositivos electrónicos para leer la Biblia fueron condenados a penas de entre 18 meses y seis años, además de recibir multas económicas. En el mismo periodo, en la provincia de Heilogjiang, en el noroeste del país, se promocionaron recompensas económicas, de hasta 150 dólares (1.000 yuanes), por denunciar «actividades religiosas ilegales», según informa Asia News. Una forma explícita de alentar la represión y amedrentar a los fieles.

Católicos chinosGTRES

«No es un derecho fundamental»

Un informe de la organización Open Doors asegura que en el último año se han destruido, clausurado o han sufrido algún tipo de ataque cerca de 3.000 instalaciones religiosas en China. Todo ello en un periodo en el que más de 1.000 personas han sido detenidas por sus creencias religiosas dentro de un país sometido a la arbitrariedad, donde lo único que cuenta es la opinión de los líderes comunistas del momento.

Oficialmente, China reconoce la libertad religiosa en su Constitución, pero matiza en su artículo 36 que «este derecho está limitado por cinco excepciones», entre ellas la que señala que «no se trata de un derecho fundamental». A partir de ahí, en julio de 2021, una instrucción de la Corte Suprema incluía la práctica de la religión entre los «elementos peligrosos» de la sociedad china.

El Libro Blanco de marzo 2018 en China establece que los grupos religiosos deben «respaldar el liderazgo del Partido Comunista y el sistema, así como fomentar y seguir la senda del socialismo con las características chinas». También están obligados a «asumir los valores esenciales del socialismo».

Una minoría oprimida que crece

¿Y cómo se controla toda la actividad religiosa? En ocasiones mediante agentes infiltrados en los distintos públicos, pero normalmente con la grabación de todas las actividades con cámaras instaladas en los centros de culto. Además, en determinadas iglesias autorizadas por el régimen, las homilías dominicales deben recibir el beneplácito de las autoridades, según refleja el último informe de Open Doors.

El colmo de esta monitorización de las enseñanzas cristianas ha llegado en los últimos meses. La iglesia protestante oficial, reconocida por el régimen, ha instado a los pastores a predicar sobre la doctrina del presidente Xi Jinping ante el 100 aniversario del Partido Comunista. Se les ofrecía un guion con nueve puntos clave para destacar desde el púlpito.

La detención del cardenal Zen ha encendido todas las alarmas sobre la intensidad de la persecución religiosa. El presidente de la Federación Asiática de Conferencias Episcopales y arzobispo de Yangon (Mianmar) ha denunciado el hecho de que Hong Kong «se ha transformado en un estado policial». Asegura que «la libertad de expresión, la libertad de Prensa, de reunión y asociación han sido desmanteladas».

Con cifras oficiales que apenas reflejan la realidad, la organización Open Doors estima en 96,7 millones el número de cristianos en el país, lo que representa un 6,8 % de la población. De ellos, el 90 % son protestantes o de iglesias independientes. Se trata de una minoría en constante crecimiento desde hace años, lo que hace temer al Partido Comunista.