Cristianos perseguidos
La fe en Cuba se paga con la vida: «Nunca había visto tanta sangre en la calle»
Los chivatos del Gobierno van de incógnito a misa, cuentan a los fieles y manipulan las homilías para juzgar y encarcelar a quien va contra el régimen
En la lista de países donde más se vigila cómo se practica la fe, Cuba está en el puesto 37, por debajo de Afganistán (número uno), India (puesto 10) o Siria (en posición 15), de acuerdo a Open Doors, una ONG que apoya a cristianos perseguidos por todo el mundo.
«Desde 1959, Cuba ha sido gobernada por el Partido Comunista, que busca controlar la iglesia de acuerdo con su ideología. El gobierno reacciona con dureza contra las voces de la oposición y los manifestantes, por lo que cuando los líderes de la iglesia o los activistas cristianos critican al régimen, enfrentan arrestos, el cierre de sus iglesias o negocios, penas de prisión y hostigamiento por parte del gobierno y sus simpatizantes», señala este mismo documento.
En 1965, con la llegada del partido político marxista-leninista cubano de Fidel Castro, se endureció la ley y las autorizaciones privadas que acotarían la celebración del culto eran cada vez más difíciles de conseguir. Estas reformas acabarían en derramamiento de sangre, violencia y con la desaparición de todo lo que se constituyó como base de lo que era Cuba cuando se constituye como nación: «el derecho a manifestar la propia religión o creencia individual y colectivamente, tanto en público como en privado, a través de la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia», señala el Informe de Libertad Religiosa en el Mundo 2020 de Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Este mismo informe recoge que de la población cubana actual un 61,7 % son cristianos, si bien ha disminuido un 20 % menos desde que empezó la represión y los encarcelamientos. La prensa internacional ha denunciado la situación, todos los medios, menos los cubanos por la censura. Especialmente resonado es el caso del pastor Ramón Rigal y su familia, privados de su libertad al estar condenados en 2018 durante dos años por retirar a sus hijos de la escuela y educarlos en casa bajo una creencia cristiana, algo que está prohibido.
Una Iglesia perseguida
Los conocidos como «chivatos», personas del ministerio de Interior, que hasta entonces apuntaban en las puertas de las Iglesias quién entraba y salía, dan un paso para atrás y dos para delante cuando en 1998 comienza a permitirse el culto religioso público. Pasan al interior de las parroquias para asistir de incógnito a las homilías y a contar a los asistentes, pero sobre todo para controlar todo lo que se dice en contra el régimen.
La situación ha creado un clima de desconfianza, tanto así, que muchas personas por salvaguardar a sus familias actúan como chivatos en busca de beneficios. El temor y la desconfianza se ha propagado entre los cubanos porque ya no saben quién actúa así y quién no.
Nunca sabes si lo que dices será malinterpretado o tendrá consecuencias
Un sacerdote, cuyo nombre no se puede revelar por posibles repercusiones contra su congregación en Cuba, cuenta que celebrar una Eucaristía es una forma de enfrentarse, «con el miedo en el cuerpo», a aquellos que oyen y manipulan lo que se dice. «Esto te hace más misionero. Te pone en un extremo y te permite darte cuenta de que toda la palabra de Dios, el Evangelio, se orienta hacia la plenitud de la persona y su liberación y por eso choca con el pensamiento crítico que exige el Estado».
Sufridores de fe
A pesar de esto, los cristianos viven su fe de la mejor forma posible. En las dictaduras se busca suprimir la libertad religiosa, pero realmente se fortalece la fe de los creyentes. En Cuba se ve, más claro que en ningún otro sitio, que la esperanza es más fuerte que la opresión. La necesidad de liberación contra un poder mayor que ellos, que no les permite crecer ni avanzar, hace del país uno religioso y rico en fe. «Esa ausencia de libertad provoca que su fe sea una tabla de salvación para soportar esa privación de su vida y lanzarles a una esperanza de cambio –señala el sacerdote misionero–. Uno aprende a saber gestionar y a tolerar la impotencia de no poder hacer algo más y percibe el vivir el misterio».
Los caminos del Señor son rectos; los justos los transitan, pero los traidores tropiezan en ellos
Saber sobre la situación real del país es complicado. La información que llega es sesgada, con metáforas y frases cortas que «no llegan a expresar realmente que lo están pasando mal». En Cuba los teléfonos e internet están pinchados y controlados y por eso se cuida mucho lo que se dice por estos medios.
Este año la dureza y el control ha aumentado con motivo de las revueltas a principio de año del movimiento de San Isidro –un movimiento artístico en defensa de su libertad–. El clima de descontento y opresión ha hecho que las calles se llenen de oscuridad y dolor. «Estamos pasando mucha hambre y nunca en mi vida he visto sangre en las calles como la he visto ahora», le contó un compañero de congregación al sacerdote misionero.
El informe ya mencionado de Ayuda a la Iglesia Necesitada refleja la perspectiva de la libertad religiosa en Cuba como «negativa». Para ellos solo queda aguantar o tener la fe y esperanza de salir del país y vivir una vida mejor. «Tristemente, es la realidad, aunque Europa y Occidente tenga los ojos cerrados ante ellos –señala el sacerdote misionero–, solamente es un pueblo que busca vivir en libertad».