La estudiante de Economía Doméstica fue apaleada, lapidada y quemada hace unas semanas por una turba enloquecida que alegaba terminar de esta forma con la vida de Deborah por proferir insultos a Mahoma y al islam. La estudiante, sencillamente, había pedido en su grupo de clase que no compartieran contenido religioso y se limitasen a lo estrictamente académico.
El obispo de Sokoto, monseñor Matthew Hassan Kukah, no tardó en «condenar enérgicamente estos actos» en una carta pastoral, pidiendo a las autoridades «que investiguen esta tragedia y que los culpables sean llevados ante los tribunales». Tras pedir oraciones por su familia, sus compañeros de escuela, Hassan Kukah ha repudiado «este crimen inhumano, injustificable, independientemente de su motivación», haciendo un llamado a los feligreses de Sokoto a «mantener la calma» ante la oleada de violencia desencadenada contra ellos.
Tras esta condena pública, al obispo de Sokoto le han puesto en el punto de mira, atacando la seo y sede de la diócesis.