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Asamblea Final del Sínodo

Participación en la comunidad eclesial y conversión, entre las propuestas de la Iglesia española para el Sínodo

Otro de los temas más resonados, a parte de la participación de los laicos, ha sido un mayor protagonismo de la mujer en la Iglesia

«La sinodalidad va mucho más de experiencias que de teorías», ha comenzado Dolores García, presidenta del Foro de Laicos la presentación de la síntesis final del proceso diocesano, en el que ha quedado plasmada la riqueza que los miembros del equipo sinodal. Un total de 215.000 personas, 14.000 grupos sinodales, 13500 de ellos en parroquias, congregaciones religiosas, 11 conferencias de religiosos regionales, 20 Cáritas diocesanas, 21 institutos seculares y 37 movimientos eclesiásticos han formado parte del camino emprendido por la Iglesia española de sinodalidad, propuesto por el Papa Francisco.

Todas las realidades y propuestas serán elevadas a la secretaría general del Sínodo de la Santa Sede, cuyo encargado es el cardenal Grech. Entre las preocupaciones generales más repetidas en todo el proceso se encuentra la secularización de los bautizados, el vivir la liturgia de una manera consciente, la necesidad de formación, tanto en el sacerdocio como para laicos, y una revisión seria de los lenguajes, ornamentos, los ritos y el papel de la homilía.

«La vida en oración vivifica la Iglesia y sus comunidades, las hace madurar, capaces de asumir sus errores y nos ayuda a caminar siguiendo el soplo del Espíritu», ha destacado García, quien ha pasado el testigo a Olalla Rodríguez, laica de la Renovación carismática católica, quien ha comenzado reconociendo el papel de la parroquia como espacio no solo de comunión, sino también de participación, y el de los grupos de vida cristiana, como comunidad cercana a los fieles. «La Iglesia no ha de vivir en una isla ajena a la realidad, sino en medio de la sociedad», ha destacado Rodríguez. Para ello, se ve la necesidad de una Iglesia que escuche y acompañe, construyendo puentes para todas esas personas que más lo puedan necesitar, aquellas con una situación familiar compleja o por su orientación sexual; en definitiva, acoger a cada persona en su situación concreta.

La conversión personal, comunitaria y pastoral, a través de la oración, los sacramentos y la formación se hace clave para avanzar en la misión de la Iglesia. Para conseguirla, el tercer miembro del Equipo Sinodal de la Conferencia Episcopal presente en el escenario, Isaac Martín, ha resaltado la importancia de la complementariedad y la corresponsabilidad de las tres vocaciones: la vida consagrada, la sacerdotal y la laical, porque «Todos somos Iglesia en salida y hemos de pasar de una pastoral de conservación a una de conversión», ha subrayado Martín.

Participación de los laicos

La propuesta más aplaudida de la síntesis ha sido la apertura del proceso de nombramiento de obispos y párrocos a la comunidad, pero otras también destacadas del documento han sido «abrir procesos, más que habitar espacios», el papel de la mujer visto con «preocupación, necesidad y como una oportunidad» en los órganos de representación de la Iglesia. El papel de los laicos ha sido también otro de los que mayor incidencia ha tenido en este proceso, que demandan una mayor participación y formación -otro de los grandes puntos de la síntesis.

También se ha hablado, aunque con menor incidencia, de la ordenación de las mujeres y el celibato opcional. En este sentido, se ha plasmado la necesidad de saber transmitir mejor a la sociedad la importancia del Magisterio de la Iglesia en torno a esas cuestiones.

Además, se ha llamado la atención sobre la importancia de que la Iglesia tenga una mirada específica respecto al tema de la diversidad. La Iglesia se ofrece de manera especial a aquellas personas que se sienten en las periferias por su origen étnico, por su situación familiar o económica o por su orientación sexual.

Tres llamadas urgentes

Para concretar todas estas realidades y todas las aportaciones de los grupos de trabajo sinodal, se han decretado tres llamadas urgentes, entrelazadas entre sí y que se han hecho presentes en el documento. La primera de ellas es crecer en sinodalidad, mediante formación, acogida, escucha activa, comprensión, acompañamiento y discernimiento. «Dar cabida a las preguntas con el fin de conocer, a partir de la escucha abierta a las aportaciones de todos, el plan de Dios para este tiempo y para este lugar», ha destacado Rodríguez.

En segundo lugar, la participación de los laicos, que ha de pasar de ser consultiva a ser decisoria, especialmente en aquellos campos que son más propios de su vocación en el mundo. Y por último, superar el clericalismo. Vencer la pasividad y la falta de implicación en la edificación de la Iglesia.