"Generalmente, todos, a todo precio, quieren ser o parecer algo, o bien en lo que hace al espíritu, o bien en lo que hace a la naturaleza(...) Sólo el que logre alcanzar el fondo de la confesión de su propia nada habrá llegado al camino más amable, directo y corto, al camino que más rápida y seguramente conduce a la verdad suprema y más honda que en este siglo pueda alcanzarse. Para ello nadie es demasiado viejo, ni demasiado débil, ni demasiado inexperto, ni demasiado joven, ni demasiado pobre, ni demasiado rico.(...)
Muy pocos desean este camino, porque siempre queremos ser algo, sí(...). Esto aprisiona y traba a todos en general, porque son muy pocos los que quieren renunciar a sí mismos. Preferimos hacer diez trabajos antes que abandonarnos a fondo, y de aquí proceden casi siempre las querellas y penas. A causa de esta tendencia, la gente del mundo quiere tener bienes y amigos y parientes, y por ello arriesgan cuerpo y alma, tan sólo para ser; para ser considerados y ricos; para tener una buena posición y mucho poder. Y, por su parte, la gente de vida espiritual, ¡cuántas cosas hace y omite, cuánto sufre y obra por este motivo! Que cada uno se pregunte a sí mismo. Conventos y ermitas están llenos de este espíritu, que empuja siempre a ser y parecer algo".
Johannes Tauler. Sermones de Adviento a Pentecostés