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La Asunción de la Virgen María de Murillo

La Asunción de María: de texto apócrifo a dogma declarado por la Iglesia

El dogma de la Asunción de Nuestra Señora sostiene que la Virgen María fue asunta al Cielo, no por sus propias fuerzas, sino por obra de Dios, y fue precedido por textos apócrifos que lo relatan

Dios no podía dejar que su Madre muriese. Es por esto que buscó la mejor opción para su tránsito hacia el Cielo. El dogma de la Asunción de Nuestra Señora sostiene que la Virgen María fue asunta al Cielo, no por sus propias fuerzas, sino por obra de Dios. Este dogma fue proclamado por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950: «Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo» declaró ese primero de noviembre el Papa Pío XII.

La Asunción de Nuestra Señora de Tiziano

Este dogma de fe tiene su origen en los textos apócrifos conocidos como literatura asuncionista. El primero de ellos y probablemente el más conocido sea el Libro del Tránsito, datado de los siglos IV-V. Estos textos recogen los testimonios de Lucio, discípulo de los apóstoles. De acuerdo con lo recogido en el libro, la Virgen María fue resucitada y llevada al Cielo en cuerpo y alma.

«Llevaron los apóstoles el féretro y depositaron su santo y venerado cuerpo en Getsemaní, en un sepulcro sin estrenar […] Y por tres días consecutivos se oyeron voces de ángeles invisibles que alababan a su Hijo, Cristo nuestro Dios. Más cuando concluyó el tercer día, dejaron de oírse las voces, por lo que todos se apercibieron de que su venerado e inmaculado cuerpo había sido trasladado al Paraíso» relata el texto apócrifo.

Asunción de Nuestra Señora de El Greco

No solo habla de la Asunción el testimonio de Lucio, sino que el propio San Juan Evangelista dejó descrito el tránsito de María hacia el Cielo: «Entonces un resplandor más fuerte que la luz nimbó la faz de la madre del Señor y ella se levantó y fue bendiciendo con su propia mano a cada uno de los apóstoles. Y todos dieron gloria a Dios. Y el Señor, después de extender sus puras manos, recibió su alma santa e inmaculada».

A raíz de estos textos, y por inspiración y revelación del Espíritu Santo, el Papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de Nuestra Señora. En mayo de 1946, a través de la encíclica Deiparae Virginis Mariae, Pío XII promovió una amplia consulta, interpelando a los obispos y, a través de ellos, a los sacerdotes y al pueblo de Dios, sobre «la posibilidad y la oportunidad de definir la asunción corporal de María como dogma de fe. El recuento fue ampliamente positivo: sólo seis respuestas, entre 1.181, manifestaban alguna reserva sobre el carácter revelado de esa verdad».

Asunción de Nuestra Señora de Goya

En la homilía del 2 de julio de 1997, el Papa Juan Pablo II proclamó unas palabras dedicadas a este dogma: «En la línea de la bula Munificentissimus Deus, de mi venerado predecesor Pío XII, el concilio Vaticano II afirma que la Virgen Inmaculada, «terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo» (Lumen gentium, 59)».

En esta audiencia general, San Juan Pablo II recordó que «los padres conciliares quisieron reafirmar que María, a diferencia de los demás cristianos que mueren en gracia de Dios, fue elevada a la gloria del Paraíso también con su cuerpo. Se trata de una creencia milenaria, expresada también en una larga tradición iconográfica, que representa a María cuando «entra» con su cuerpo en el cielo».