Beatificado Juan Pablo I, el Papa que «con su sonrisa transmitió la bondad del Señor»
Pocos fieles en la Plaza de San Pedro, en una ceremonia marcada por la lluvia. Entre los celebrantes estaba el cardenal Becciu, imputado por malversación de fondos
El Papa Francisco ha presidido hoy la ceremonia de beatificación de Juan Pablo I, de quien ha destacado su sencillez y disposición al servicio. «El nuevo beato vivió de este modo: con la alegría del Evangelio, sin concesiones, amando hasta el extremo», afirmó Francisco. Lo ha hecho en el curso de una Misa celebrada en plena tormenta de verano, con muy pocos fieles en la Plaza de San Pedro.
En su homilía de hoy, el Papa ha querido aclarar que Juan Pablo I «encarnó la pobreza del discípulo, que no implica solo desprenderse de los bienes materiales, sino sobre todo vencer la tentación de poner el propio «yo» en el centro y buscar la propia gloria. Por el contrario, siguiendo el ejemplo de Jesús, fue un pastor apacible y humilde».
Un comportamiento humilde y sencillo que el patriarca de Venecia reflejaba en su rostro. «Con su sonrisa, el Papa Luciani logró transmitir la bondad del Señor». Todo un ejemplo para los demás fieles que Francisco ha querido destacar hoy, al asegurar que «es hermosa una Iglesia con el rostro alegre, sereno y sonriente, que nunca cierra las puertas, que no endurece los corazones, que no se queja ni alberga resentimientos, que no está enfadada ni es impaciente, que no se presenta de modo áspero ni sufre por la nostalgia del pasado».
Estas palabras del Papa Francisco confirman las declaraciones de la sobrina del nuevo beato, Lina Petri, quien en la madrugada del domingo aportó un testimonio personal sobre la serenidad de Juan Pablo I. Asegura que en los años 70, cuando su madre se lamentaba del terrorismo, de la desafección de algunos católicos o del rechazo al Papa, el entonces patriarca de Venecia afirmaba que «había que estar tranquilos, porque la Iglesia ha superado momentos más graves y difíciles, porque es el Señor quien la guía. Él permanece por siempre».
Una paz interior que procedía de su identificación con la voluntad divina. De hecho, esta familiar del Papa recuerda que cuando lo encontraron tras su elección como Papa les aseguró que «no he hecho nada para llegar aquí. Así que estar tranquilos, igual que lo estoy yo».
El Papa Francisco ha destacado las contradicciones que sufrió el nuevo beato. A su juicio, el amor llevado hasta el extremo supone el encuentro con la cruz. Por ello, ha asegurado que «mirando al crucificado estamos llamados al altura de ese amor, a purificarnos de nuestras ideas distorsionadas sobre Dios y de nuestras cerrazones». En definitiva, se trata de «amar, aunque cueste la cruz del sacrificio, del silencio, de la incomprensión y de la soledad, aunque nos pongan trabas y seamos perseguidos».
Tomando como modelo a Juan Pablo I, el Papa Francisco ha asegurado que «seguir a Jesús no significa entrar en una Corte o participar en un desfile triunfal y tampoco recibir un seguro de vida. Al contrario, significa cargar con la cruz. Es decir, tomar como Él las propias cargas y las de los demás».
Entre las sorpresas de esta jornada lluviosa en el Vaticano está el hecho de que uno de los concelebrantes en la ceremonia haya sido el cardenal Angelo Becciu, quien se encuentra imputado por malversación de fondos. Aunque renunció hace tres años a sus derechos como cardenal, el Papa lo ha invitado a participar al consistorio de hace unos días y hoy ha aceptado su presencia en el Sagrado de San Pedro.