Con la Biblia como escudo y «Brasil encima de todo y Dios encima de todos» como lema, el mandatario brasileño ha peregrinado en los últimos meses por los templos en busca del apoyo evangélico, grupo que representa el 30 % del electorado carioca y qeu parece satisfecho con las promesas de la primera dama (Michele), de poner a «Jesucristo en el Gobierno» si su marido es reelegido.
Lula, por su parte, trata de arrancar al presidente la bandera de los «valores cristianos». Por eso, se ha rodeado de clero, religiosos y pastores evangélicos; ha besado santos, entonado cánticos religiosos, rezado, y recibido bendiciones para ratificarse como un hombre creyente en Dios y deshacerse de la imagen de «comunista».