Director de Obras Misionales Pontificias
José María Calderón: «Estoy harto de los bulos que se han lanzado contra los misioneros»
El director de OMP visita la redacción de El Debate para hablar de la situación evangelizadora, los futuros proyectos con la ACdP y dar su testimonio de fe
José María Calderón es director de Obras Misionales Pontificias. Se licenció en Teología y se ordenó como sacerdote el 13 de mayo de 1989. Desde su ordenación ha ocupado diversos cargos como: coadjutor de la Parroquia de Nuestra Señora de las Fuentes, párroco en Bustarviejo y Valdemanco; Viceconsiliario, y posteriormente Consiliario de Acción Católica de Madrid; rector del Oratorio del Santo Niño del Remedio y Consiliario de la Delegación Diocesana de Manos Unidas.
–¿En qué consiste ser director de Obras Misionales Pontificias (OMP)?
–Ser director de Obras Misionales Pontificias en España quiere decir que soy el representante de la Santa Sede en nuestro país para todo lo que tiene que ver con las misiones. Una de las labores fundamentales que tiene la Iglesia es la misión, la tarea evangelizadora en aquellos lugares donde todavía no está implantada. Entonces, tiene una institución que se llama Obras Misionales Pontificias, que cuya sede está en Roma y pertenece al Dicasterio para la Evangelización. Ahí hay un presidente y en cada país hay un director nacional que representa a esa institución.
–¿Cómo se coordinan a 10.000 misioneros fuera de España?
–Yo simplemente tengo la base de datos de nuestros 10.000 misioneros. España es el país con más misioneros del mundo en activo, aunque es verdad que son muy mayores. Cada uno de ellos tiene su propia institución que se hace cargo. Los religiosos tienen sus congregaciones y dependen de ellas. Y luego, los laicos dependen de donde salgan. A mí me toca llevar la base de datos de todos ellos y tenerla lo más actualizada posible. También se intenta tener una comunicación con ellos por varios motivos: en primer lugar por si necesitan cualquier tipo de ayuda; en segundo lugar, para dar a conocer la tarea misionera y, por último, para tener relación con las familias por si necesitan cualquier cosa.
España es el país con más misioneros del mundo en activo
–¿Cómo te enamoraste de Dios?
–Creo que es un don de Dios, es una cosa que Él te da. ¿Cómo? Pues tratándole y luego viendo claramente cómo el Señor actúa en las personas. Los sacerdotes tenemos una suerte enorme porque viene a vernos una persona con un montón de heridas, con un montón de dolor en su corazón... Le dices tres palabras y le ayudas un montón. Entonces, piensas que eso es obra de Dios. '¿Por qué de repente se me ha ocurrido una idea que puedo decirle y le ha ayudado tanto?' Es Dios. Por lo tanto, ¿cómo aprendí a amarle y enamorarme de Él? Porque le veo muy presente en mi vida, sin Él yo no podría estar haciendo lo que hago.
–¿Tu fe crece constantemente o tienes altibajos?
–Altibajos los tenemos todos porque somos personas. Si fuéramos máquinas, si fuéramos robots, no habría altibajos. Los hombres tenemos sentimientos, tenemos malestares. Hay que intentar que en los momentos de bajura uno se acuerde de las atapas buenas y pensar que el Señor ha sido bueno conmigo en los momentos álgidos y que también puede venir en los momentos de sufrimiento y de dolor. Una de las cosas que más me ayudan a aceptar todo es que creo firmemente que soy muy agradecido a Dios. Eso me ayuda a valorar todo lo que tengo, tener una conciencia de que Dios está conmigo.
–¿A qué lugares de misión has ido y qué te han enseñado?
–El primer sitio al que fui de misión fue Rumanía con las monjas de la Madre Teresa. Estuve en unos barrios que a mí me impresionaron muchísimo porque había niños con lesión cerebral, todos abandonados, huérfanos. Ellas cuidaban de ellos en tres casas y todos los chicos tenían deformaciones físicas y psiquiátricas, psiquiátricas porque te podían pegar. A mí de hecho uno de ellos me rompió la nariz.
También estuve en un barrio gitano que está al norte, donde yo no había visto una pobreza mayor en mi vida. Cuando salíamos a pasear, las monjas me daban unas botas que me cubrían hasta la rodilla porque donde íbamos, los caminos eran barro y mugre. Entrabas en las casas de esa gente y en una habitación dormían diez personas: abuelos, padres, hijos... todos juntos. Y me impresionó mucho.
Entrabas en las casas de esa gente y en una habitación dormían diez personas
En Etiopía también he estado, me lo recorrí visitando a las hermanas, dándoles ejercicios... ¿Qué he aprendido? Me impresiona la sonrisa de los etíopes, me impresiona también el sentido trascendente que tienen de Dios. Es un país principalmente ortodoxo, pero a mí me impactó mucho y es como mi segundo amor después de España.
Otros lugares donde he estado son: Mozambique, Benín Sierra Leona, Cuba y Calcuta, en India. De todos ellos aprendes cosas increíbles.
–¿Por qué tienes una relación tan especial con las monjas de la Madre Teresa?
–Pues porque me lo pidió el obispo. Yo todo lo que hago es porque me lo ha pedido mi obispo, que es el que me manda. Yo no conocía estas monjas, sí que es verdad que cuando comencé siendo sacerdote iba a su comedor de vez en cuando a llevar jóvenes, pero simplemente mi relación era esa. Pero un día mi obispo me llamó y me dijo 'quiero que seas el capellán de ellas'. Y aquí aprendí el valor de la vida consagrada, es decir, los religiosos y las religiosas son muy importantes y, de hecho, han influido mucho en mi vida. La relación que tengo con las Misioneras de la Caridad empezó en el 94 y desde entonces soy su capellán y me ayudan y enseñan un montón.
–En los casos como Nicaragua o Afganistán, ¿cómo se procede?
–Cada caso es cada caso. En Nicaragua no se les aconseja nada porque lo decide el gobierno. El gobierno ha echado a los misioneros y no hay otra opción. En otros países no hay misioneros como por ejemplo en Yemen o en Somalia. Es imposible porque te matan y ahí no hay nada que hacer. En países comunistas como China no hay misioneros 'oficales', pero tienen que hacer todo en sigilo y no van identificados como misioneros. Conozco sacerdotes españoles que están en China que ejercen su sacerdocio durante la noche en sus casas, pero durante el día son entrenadores de fútbol.
Sierra Leona es un país musulmán y, sin embargo, tienen un profundo afecto hacia los misioneros
–¿Cómo sobrevive un misionero? Porque ellos en otro país no tienen un trabajo como aquí en Madrid o en una gran ciudad.
–Pues eso depende también de muchas circunstancias. Si están trabajando pastoralmente pues una parroquia les tiene que mantener. Algunos de ellos incluso trabajan, son profesores, enfermeros o médicos. Otros muchos viven de la providencia, es decir, de las ayudas que se les presta. Entonces, Obras Misionales Pontificias es una institución que lo hace es ayudar a mantener la Iglesia en aquellos lugares donde no se pueden sustentar por sí misma. Nosotros damos un dinero a todas las diócesis del mundo que pertenecen a territorios de misión.
–El año pasado se publicaba un dato que decía que el número de misioneros laicos había aumentado, ¿a qué se debe esta crecida?
–Se debe principalmente a que hay más conciencia de que los laicos sois cristianos, no de segunda clase, sino tan fundamentales y necesarios como los sacerdotes o las monjas. Yo creo que los laicos tienen más conciencia hoy de que ellos están aquí en el mundo para ser sal y luz que a lo mejor la que había antes. La Iglesia, gracias a Dios, va evolucionando, también va aprendiendo y creciendo en sabiduría. Y lo que es muy importante, es que los laicos no van supliendo la falta de sacerdotes y religiosos. Aunque hubiera cinco veces más de sacerdotes yéndose a la misión, seguiría siendo fundamental que fueran tantos laicos como están yendo ahora, o incluso más.
–¿Cómo ha conseguido José María Calderón que España sea el país con más evangelizadores?
–Somos el primer país del mundo en tener misioneros, pero la verdad es que también tenemos la edad media más alta. Dentro de diez años no va a ser así, vamos a tener un déficit de misioneros. Con lo cual, ¿cómo lo hemos conseguido? Creo que en España ha habido una gran conciencia misionera. La evangelización de América es una grandísima odisea. España evangelizó América y se metió hasta los últimos lugares de la tierra para llevar a Jesucristo, veremos lo que pasa dentro de 15 años o 20 años.
–Entre la ACdP y OMP que trabajos o alianzas hay en el futuro?
–A mí me gustaría dedicar este año al tema de la historia de la evangelización. Estoy harto de los bulos que se han lanzado contra la Iglesia, contra los misioneros, en todo el mundo, pero también en España. La tarea evangelizadora de la Iglesia ha sido desacreditada por una leyenda negra que es absolutamente falsa, injusta y calumniosa. Y ver una estatua de Fray Junípero Serra tirada por los suelos y pisoteada por la gente me es un insulto a mi conciencia y a mi honradez. Decidí que este 2023 queríamos hablar mucho de la historia de la evangelización. Con esa mentalidad llamé a la puerta de la ACdP hace unos meses y le dije al señor presidente si me podían ayudar. Les gustó la idea y vamos a ver cómo colaboramos juntos. Seguramente en el Congreso de Católicos y Vida Pública, que es tan importante y, además, celebra sus 25 años este año, esté presente esta idea.