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Mujer ante el espejo de Tiziano

¿Cómo mira Dios el alma humana? Tres lecturas para saberlo

Frente a la opacidad con la que a menudo nos vemos a nosotros mismos, el alma refleja un fondo que necesita siempre de otros ojos para conocerlo

Las prisas, la competitividad o la ceguera que impone, en tantas ocasiones el mundo, oscurecen en nosotros la conciencia de nuestro valor último. Volver a mirarnos, tal y cómo somos, depende del redescubrimiento de nuestro origen.

«Tú te ves como algo sin valor»

Guillermo de Saint-Thierry en su Exposición sobre el Cantar de los Cantares (Sígueme) nos recuerda el origen amoroso de cada persona con la que nos cruzamos y el de nosotros mismos:

«Oh imagen de Dios, reconoce tu dignidad; que brille en ti la efigie de tu Creador. Tú te ves como algo sin valor, pero eres algo precioso. Cuanto más te has alejado de aquello de lo que eres imagen, tanto más te has contaminado con imágenes extrañas. Pero cuando comiences a respirar el aire en el que has sido creada, si adoptas con decisión una vida disciplinada, rechazarás al momento las artificiosas falacias de las imágenes engañosas, que no se adaptan a ti, y huirás de ellas. Mantente entonces enteramente presente en ti, empléate en conocerte a ti y a aquél de quien eres imagen, para discernir y comprender qué eres y qué puedes hacer con respecto a aquél de quien eres imagen. Mantente en tu lugar y no sucumbas, no te dejes vencer. La fuerza de tu perseverancia es el conocimiento de la gracia, si no quieres ser ingrata por haber sido pensada por anticipado, predestinada, preelegida y conocida. El conocimiento previo de Dios sobre ti es su bondad hacia ti: la predestinación es la bondad que ya está actuando. La elección es la obra misma. El conocimiento es el sello de la gracia (...). Si conoces, has de saber que has sido conocida de antemano; si eliges, has de saber que has sido elegida; si crees, has de saber que has sido creada para esto; si amas, has de saber que has sido formada para el amor».

'Joven ante el espejo' de Giovanni Bellini

«Cubierta por una máscara»

Vladimir Zelinski en Revélame tu rostro ( Sígueme) vuelve una y otra vez a esta imagen que olvidamos y dejamos de ver bajo el ruido y el tumulto de los días:

«La clarividencia primordial que nos fue dada nunca se ha oscurecido totalmente. Tantos rostros humanos guardan los destellos de un lejano brillo (...). Porque aquello que el hombre refleja y en lo que se convierte lo era ya en su esencia, modelado por el pensamiento de su Creador (...). El rostro desvelado es el rostro visto y reflejado por el Otro, percibido por él. Así, el rostro humano se convierte en el lugar de la comunión que nos reconduce a la imagen según fue creado(...). Cada una de las cosas salidas de las manos de Dios tiene su figura precisa. Con frecuencia se halla cubierta por una máscara. Pero aun bajo esa máscara, hay rasgos que manifiestan un Rostro de amor inimaginable y se reflejan en la Imagen primera. La función de la caridad es comportarse frente a cualquier imagen de Dios de manera similar a como lo haríamos frente a la imagen prototípica».

Detalle de Sagrada Conversación de Giovanni Bellini

«Soy una flor primaveral»

La desconcertante sencillez de Teresa de Lisieux recuerda nuestra dignidad olvidada y el destino que nos espera, pero que ya existe:

«Nada encuentro en la tierra que me haga feliz; mi corazón es demasiado grande, nada de lo que en este mundo se llama felicidad puede llenarlo. Mi pensamiento vuela hacia la eternidad, ¡el tiempo va a terminarse...! Mi corazón está sosegado, como un lago tranquilo o un cielo sereno. No añoro la vida de este mundo, mi corazón tiene sed de las aguas de la vida eterna...Un poco más, y mi alma dejará la tierra, concluirá su destierro, terminará su lucha...¡Subo al cielo, llego a la Patria..., consigo la victoria...! Voy a entrar en la morada de los elegidos, a ver bellezas que el ojo del hombre nunca vio, a escuchar armonías que el oído nunca escuchó, a gozar alegrías que el corazón nunca gustó...¡He llegado a esta hora que todas nosotras tanto hemos deseado...! Es gran verdad que el Señor escoge a los pequeños para confundir a los grandes de este mundo...No me apoyo en mis propias fuerzas, sino en las fuerzas de Aquel que en la cruz venció el poder del infierno. Soy una flor primaveral que el dueño del jardín corta para recrearse...Todas nosotras somos flores plantadas en esta tierra y que Dios corta a su tiempo, un poco antes o un poco después...¡Yo, pequeño efémero, me voy la primera! Un día nos encontraremos en el paraíso y gozaremos de la verdadera felicidad..!».