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Sor Patrocinio

Sor Patrocinio

Sor Patrocinio, la bella monja estigmatizada que veneraba todo Madrid

La editorial San Román ha publicado Las llagas de sor Patrocinio, la obra del historiador Javier Paredes sobre la famosa monja, consejera de la Reina Isabel II

El catedrático de Historia Contemporánea de España, Javier Paredes, especialista en el reinado de Isabel II, ha dedicado cuarenta años a investigar la figura de Sor Patrocinio (1811-1891), amiga y confidente de la Reina Isabel II (1833-1868), y ahora publica la primera gran monografía sobre la religiosa contemplativa en la obra Las llagas de sor Patrocinio.

Javier Paredes describe todo el proceso de los estigmas de Sor Patrocinio, que es el único caso que se ha conocido de una mística con todos los estigmas de la Pasión de Jesucristo.

El libro contiene 43 fotografías a color y a toda página de sus reliquias procedentes del convento de Cristobaldegui de San Sebastián, como los paños que usaba para empapar la sangre de las llagas del costado, la cabeza, las manos y los pies.

Las llagas de sor patrocinio, de Javier Paredes.

Las llagas de sor patrocinio, de Javier Paredes.

El libro expone y analiza los testimonios de todos los testigos de las llagas, tanto de los que creían que tenían un origen milagroso como los que pensaron que se había provocado ella las llagas y que era una impostora.

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Sor Patrocinio profesó en la Orden de las Concepcionistas Descalzas Franciscanas. Fue abadesa y fundadora de diecinueve conventos de clausura, mujer de gran virtud a la que Dios concedió dones y carismas espirituales extraordinarios. En 1830 recibió el don de la impresión de las llagas de Cristo.

Virgen del Olvido

Sor Patrocinio fue una mujer extraordinaria, no solo por su belleza física y por su inteligencia sino, sobre todo, por su singular vida de santidad. Testigos de distintos extractos sociales, entre ellos la reina de España Isabel II, dieron su testimonio en favor de sus revelaciones, de sus éxtasis, de sus milagros y, sobre todo, de sus estigmas extraordinarios.

El 13 de agosto de 1831 tuvo lugar la aparición de María Santísima que le dejó la imagen de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, que Sor Patrocinio llevó siempre consigo. Dicha imagen se venera en la actualidad en el Convento del Carmen de las Concepcionistas Franciscanas de Guadalajara, donde también reposan sus restos mortales.

El 19 de julio de 1907 se hizo público el decreto de apertura del Proceso de canonización. En él tuvo gran relevancia el testimonio de la Reina Isabel II.

Precisamente por tener las llagas el Gobierno de Mendizábal la sometió a un proceso judicial en 1835 y la condenó al destierro. Javier Paredes utiliza este acontecimiento para trazar las líneas de lo fue el sistema liberal español del siglo XIX y la persecución religiosa alentada por la masonería.

Testimonio de la Reina Isabel II

La Reina Isabel II escribió sobre ella : «He sido testigo de esto y puedo jurarlo con la mano puesta sobre mi corazón y sobre la imagen de Dios que me ha de juzgar. Contra ella se ha dicho todo lo malo que decirse puede; pero todo fue urdido por los emisarios del maldito Satanás, que, así como a los primitivos cristianos echaban los gentiles la culpa de cuantas desgracias ocurrían, así también los masones, si se encendía en España la guerra civil, si caía un ministerio, si se atentaba contra mi real persona, si se daba algún puesto a algún personaje, en seguida gritaban por medio de la prensa impía: «Son cosas de la monja sor Patrocinio»; y yo protesto delante de Dios y de los hombres que ella jamás tuvo parte en tales cosas, ni se mezcló nunca en cosas de gobierno ni de política. Y doy muchas gracias a Dios porque me ha conservado la vida hasta este momento en que puedo desmentir de una manera solemne todas las calumnias e imposturas que contra tan santa religiosa propagaron los enemigos de Dios y de la patria española. Aunque mi amada y venerada madre sor Patrocinio no tuviera a su favor más que la clase de hombres que la persiguieron, desterraron y calumniaron, tendría bastante para que cualquier persona sensata se formara un subido concepto de su virtud. La persiguieron los malos, los impíos, los enemigos de la Iglesia, prueba inequívoca de que ella no era de su bando, sino buena, piadosa y santa. Siento un indecible consuelo en dar esta declaración en los últimos años de mi vida, a favor de la inocencia y de la justicia perseguida. Ya moriré contenta, y Dios en cuya presencia hago esta declaración, la reciba en descuento de mis pecados y culpas y aumento de gloria que creo firmemente goza ya mi tan amada madre sor María de los Dolores y Patrocinio».
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