La misión de un sacerdote desplegado con el Ejército: «Ser presencia del Señor en medio de la soledad»
En España ahora mismo hay 83 sacerdotes castrenses, contando con el arzobispo, Juan Antonio Aznárez Cobo. En la misión de Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL) se encuentra desplegado durante seis meses junto a la Brigada Paracaidista, el padre José María Goyarrola –conocido como el páter– donde desarrolla su vida junto con el resto del contingente español.
Una pequeña capilla de La Inmaculada en la base Miguel de Cervantes es su zona de operaciones. Con una agenda más que repleta, Goyarrola ofrece catequesis, misa a diario y, sobre todo, un refugio para el alma. El páter habla sobre su cometido en el sur del Líbano con El Debate.
–Todo el mundo tiene una misión concreta en el Líbano. ¿Cuál su misión como capellán castrense?
–Nuestra misión es la de ofrecer servicio religioso a las Fuerzas Armadas, especialmente en estos lugares de misión donde se despliegan las unidades varios meses (en este caso seis meses) asistiendo las necesidades espirituales de los militares. Principalmente, nuestra labor es la de celebrar el culto, los sacramentos fundamentalmente, pero también catequesis de enseñanza y sobre todo de presencia.
Presencia de la Iglesia y, por supuesto, del Señor, en medio de los militares que lejos de su tierra pueden sentirse solos o más necesitados de ayuda espiritual. Al igual que les damos ayuda material, ayuda psicológica que es siempre necesaria, también por su supuesto, la espiritual.
Es estar para lo bueno y para lo malo. Tanto en los momentos que hay que sufrir un poco, como en los momentos de alegría y de servicio a España, aunque sea lejos de nuestra tierra.
–¿Cómo llega un sacerdote a formar parte del servicio castrense?
–La incorporación a lo que se llama el SARFAS, Servicio de Asistencia Religiosa a las Fuerzas Armadas, se puede realizar de dos maneras. Una es ingresando en el seminario castrense donde estudias, te ordenas sacerdote y luego haces la oposición al SARFAS, que depende del Ministerio de Defensa.
La segunda manera, que es la que hice yo, es ingresar ya siendo sacerdote, haciendo una oposición. Hay una serie de exámenes médicos, psicológicos, de teología y de legislación castrense. Ganas la plaza de vacante de capellán temporal y das tu servicio primero por ocho años y después tienes la opción de hacer la oposición a una vacante de permanente.
–¿Por qué siendo sacerdote diocesano decidió adentrarse en la vida militar?
–Lo que me motivó fue que desde pequeño quise ser militar. Lo que pasa es que las matemáticas y la física no es mi punto fuerte. Pero a lo largo de mi vida siempre me ha atraído lo militar. Ahora estoy muy a gusto y es una experiencia que, ojalá, sea para siempre, porque ahora mismo soy temporal.
Si hace siete años me hubieran dicho que iba a estar en el Líbano, con los militares, no me lo hubiera creído. Hace casi tres años decidí pedirle a mi obispo de Sevilla que me dejara presentarme a la oposición. Me dejó, me presenté, aprobé y gané la vacante. Primero estuve en Intxaurrondo, en San Sebastián, en la Comandancia de la Guardia Civil y atendiendo al Regimiento de Infantería del Ejército de Tierra y luego ya me trasladaron a Valladolid. Allí estuve en la Academia de Caballería y en la Plaza de Valladolid, atendiendo a todas las demás unidades.
–¿Cómo está viviendo esta misión en el Líbano?
–Esta misión es muy particular dentro de todas las misiones que tiene el Ejército de Tierra. Primero porque es de UNIFIL bajo las Naciones Unidas, que no es de la OTAN, que es un perfil diferente de misión. Y en segundo lugar, porque estamos en una tierra que es muy especial porque es Tierra Santa. Aquí el hecho religioso es muy importante. De hecho, no se concibe esta tierra sin el ámbito religioso, hay hasta 17 tipos de confesiones religiosas. Es una zona muy rica en ese sentido y por eso el capellán encuentra más resonancia en esta misión.
Tenemos la posibilidad de salir, de entablar relación con los maronitas que son católicos pero de otro rito o acompañar al general en sus entrevistas con los líderes religiosos, tanto musulmanes como cristianos... En mi caso, que llevo casi cinco meses aquí, mi experiencia ha sido muy enriquecedora. Y muy contento por ver cómo es la Iglesia al final, como es el cristianismo, especialmente en esta tierra de Oriente, que en España ni conocemos o pensamos que todo tiene que ser igual que allí y es muy diferente.
El Evangelio habla de que el Señor estuvo varias veces en las comarcas libanesas de Tiro y SidónSacerdote castrense desplegado en el Líbano
–¿Qué partes del Líbano se consideran Tierra Santa?
–Bueno, para los libaneses su tierra es Tierra Santa, sagrada. Sus tradiciones hablan de que la Transfiguración del Señor fue en el monte Hermón, que podemos divisar desde nuestra posición o incluso el milagro de las bodas de Caná fue en Tiro, cosa que bueno… hay otras tradiciones.
Pero lo que sí es cierto es que el Evangelio habla de que el Señor estuvo varias veces en las comarcas libanesas de Tiro y de Sidón, y que mucha gente de aquí acudía al lago de Galilea, que caminando desde la Blue Line está a unos 30 kilómetros. O sea que en línea recta llegamos al lago de Galilea sin problema. Es más, desde la Blue Line, estamos a cuatro kilómetros de Cesarea de Filipo, donde sucede la confesión de Pedro, que es un hecho narrado en los Evangelios y que está, como diríamos, a tiro de piedra.
Por eso es una tierra santa y así lo consideran los propios libaneses. Y yo creo que es uno de los alicientes también para los miembros de contingente saber que aquí, cuando vas al río, este va a desembocar en el río Jordán.
–Antes nos hablaba de la actividad pastoral ¿Qué iniciativas pastorales puede realizar un capellán castrense en misión?
–Dentro de la misión de un capellán, está el ámbito más sacramental, institucional, también los actos en la bendición de la comida... en fin, unos actos muy señalados. Pero luego está la dimensión pastoral, que en este caso, sobre todo, es la catequesis. Todos son adultos aquí y se les da una catequesis, la mayoría de Confirmación o también la preparación al Bautismo para alguno que no haya sido bautizado.
También es verdad que estamos abiertos a todo tipo de iniciativas pastorales, entre ellas en esta misión hemos realizado el primer camino de Santiago Libanés o por lo menos la primera etapa del Camino de Santiago Libanés, que es algo muy original. Lo hemos hecho desde una parroquia maronita hasta una parroquia ortodoxa, que incluso entre ambos párrocos hubo esa comunión y esa acogida estupenda de todos los peregrinos que íbamos, no solamente los militares, sino con población civil.
A final el hombre propone y Dios siempre dispone, esa es la gran enseñanzaSacerdote castrense desplegado en el Líbano
–Su primera misión fuera de España ha sido en el Líbano ¿Dónde le gustaría que fuera la siguiente?
–La verdad es que no me planteo estar aquí o estar ahí. Simplemente, ser militar y participar. No tengo un sueño concreto. La verdad es que mi vida ha sido un poco improvisada y abierta a lo que Dios en cada momento quiso o quiere de mí. En este caso ha sido mucha casualidad providencial estar aquí, porque el capellán de la brigada había estado en Mali en una misión de seis meses. Volvía ahora en junio y no podía volverse a ir. Por eso yo pude venir con la brigada de paracaidista al Líbano.
Son momentos, son etapas. Al final, el hombre propone y Dios siempre dispone. Esa es la gracia, la gran enseñanza. Y Dios dirá. Porque también la familia espera y hay que estar en España. No te puedes ir de misiones todos los días, pero la misión también es una etapa muy bonita.