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El nacimiento de Cristo, de Juan Pantoja de la CruzMuseo Nacional del Prado

Navidad 2023

López Anglada y sus instrucciones en verso para fabricar un Nacimiento

La poesía navideña de López Anglada se caracteriza por su sencillez y emotividad; y el mensaje de sus poemas se extiende «más allá» de unos versos de perfecta factura técnica. De ella hemos elegido dos poemas, incluidos en Las palabras y el tiempo: los titulados Receta para fabricar un Nacimiento y Villancico triste del posadero.

Receta para fabricar un Nacimiento

Tomad papel de plata: haced un río
y colocad encima de él un puente;
fabricad un portal; ponedle enfrente
de papel y cartón un caserío.

Simulad la blancura del rocío
con un poco de harina y, suavemente
hacedla que descienda lentamente,
como la nieve cae, blanca de frío.

Colocad las figuras una a una,
la Virgen y José junto a la cuna,
y en ella el Niño, en el pesebre echado.

Y si después que todo lo habéis hecho
sentís que hay una estrella en vuestro pecho,
es que está el Nacimiento terminado.

Receta para fabricar un Nacimiento es un soneto de corte clásico en cuyos cuartetos (con rima consonante ABBA/ABBA) y primer terceto (con rima consonante CCD) se nos explica, paso a paso, el proceso de construcción de un belén tradicional; pero es en el emotivo terceto final (con rima consonante EED) en el que se condensa el auténtico tema del texto: podemos dar por terminado el Nacimiento, y no tanto su construcción material, cuando sentimos la estrella de Belén en nuestro corazón.

Y lo realmente emotivo del soneto es que el poeta dialoga con los lectores, empleando el presente de imperativo con valor exhortativo, tanto en los cuartetos como en el primer terceto («tomad», verso 1; «colocad, versos 2 y 9; «fabricad/poned[le]», verso 3; «simulad», verso 5; «haced[la]», verso 7). En cambio, en el segundo terceto, y en verso 13, el poeta pasa del presente de imperativo al presente de indicativo («sentís»), convirtiendo su exhortación en hechos objetivos, siempre y cuando se haya dado una doble condición («si después que todo lo habéis hecho» [y si] sentís que hay una estrella en vuestro pecho») para que pueda cumplirse lo condicionado: «está el Nacimiento terminado».

Y el poeta ha sabido retrasar la aparición de la Estrella de Belén hasta el verso 13, dedicando el resto del soneto a ir «fabricando» un belén con todos sus componentes tradicionales: papel de plata, río y puente sobre él, portal, caserío (primer cuarteto); harina que simboliza el rocío y la nieve (segundo cuarteto, de gran altura poética: los adverbios en -mente ralentizan las acciones -«suavemente», verso 6; «lentamente, verso 7), mientras que una audaz sinestesia caracteriza la nieve (“blanca de frío» (verso 8); y, por supuesto, las figuras principales: la Virgen, José y el Niño, además de la cuna y el pesebre (primer terceto).

Hasta aquí la parte material. Y en el segundo terceto se concentra la parte espiritual: cada cual interioriza el Nacimiento de Jesús y lo ello supone cuando la estrella de Belén alumbra su pecho, porque así recibe al Cristo de la Redención. Esta es, para López Anglada, la finalidad última de la «Receta para fabricar un Nacimiento»: el tránsito de lo humano a lo divino, de lo material a lo celestial: si está la Estrella en el pecho de cada cual -metafóricamente hablando-, es que el auténtico Nacimiento se ha producido.

Villancico triste del posadero

Niño, yo no tengo nada
que pueda dártelo a ti.
El alma tengo cerrada,
vacía, inútil, helada.

Si quisieras frío, sí.

Yo soy el de la posada
que no te abrí.

En el sencillo Villancico triste del posadero, compuesto por versos octosílabos -a excepción del último, que es pentasílabo y que, como pie quebrado, aumenta la relevancia conceptual de su contenido- queda patente la dureza del alma humana, que no siempre es receptiva a la llamada de Jesús. El poeta personifica en el posadero que no albergó a la Sagrada Familia la noche del nacimiento del Niño Dios a quienes cierran su alma al mensaje de la Redención -un alma «cerrada, / inútil, vacía, helada» (versos 3 y 4, cuatro adjetivos pertenecientes a distintos campos semánticos que establecen una gradación ascensional en la dureza de su significado.

El apóstrofe lírico como forma constructiva del poema -el poeta, contrito, entabla un «aparente» diálogo con el Niño recién nacido- aumenta la tensión emocional del contenido, in crescendo que alcanza su clímax en el verso final, ese pentasílabo que resume la conducta del posadero, y con el que puede identificarse una gran parte de la humanidad: «que no te abrí»; es decir, que no hay nada que pueda darte, salvo frío, y por eso las puertas de mi corazón permanecen cerradas.

Este es el inequívoco mensaje del poema, que recuerda aquel soneto de Lope de Vega que presenta la ingratitud del ser humano hacia la amorosa llamada del Cristo de la Redención, soneto que se inicia con el verso «¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?». La dureza del contenido no es obstáculo para envolverlo en versos de arte menor de suave musicalidad, potenciada por la rima consonante, hábilmente distribuida: abaa / b / ab; una rima en la que los versos 2, 5 y 7 terminan en palabra aguda con el fonema vocálico palatal cerrado /i/, que aporta un tono lacerante a la expresión.