La Sábana Santa: una maravillosa provocación a la inteligencia
¿Cuántas veces se ha imaginado el cuerpo de aquel hombre, que algunos creemos que es también Dios? ¿Cómo serían sus manos, aquellas manos santas con las que abrazaba a sus amigos, que imponía sobre los que sufrían? ¿Cómo quedó después de la tortura de la flagelación, de la sangre provocada por la corona de espinas, del imposible tormento de la crucifixión?
La Sábana Santa de Turín es también conocida como Síndone. Se trata de una sarga de lino muy cara, tejida en espiga, de 430 x 110 cm. Es una reliquia de la fe cristiana a la que se le atribuye el haber envuelto el cuerpo de Jesús de Nazaret tras su muerte. En ella aparece, aunque algo borrosa, la impronta de un hombre con signos de haber sufrido tormento. A la izquierda muestra la vista frontal, y a la derecha la parte dorsal.
El tiempo también dejó su huella en las quemaduras sufridas en un grave incendio que casi destruye la tela, pero aún permite ver la imagen del cuerpo y el rostro que la iconografía ha identificado a lo largo de la historia como el de Jesús de Nazaret. La Sábana Santa conservada en Turín sigue siendo una «provocación a la inteligencia», como dijo San Juan Pablo II en 1998. Interroga a científicos de todo el mundo, en todos los campos.
La llamada «imagen del cuerpo» (en la región definida por las espigas del tejido, de color más oscuro) no atraviesa el tejido y solo está presente en unas decenas de micras; no tiene contorno, ni marcas de pincel ni rastros de pigmentos; no es una pintura, sino el resultado de una oxidación ácida deshidratante de las fibras de lino. En 1976, la NASA confirmó, para todo el cuerpo, esta propiedad tridimensional que no posee ninguna otra imagen en el mundo.
La ciencia forense ha demostrado que la tela, en algún momento de su historia, cubrió a un hombre que sufrió torturas, lo que coincide con los datos que transmiten los relatos evangélicos: la coronación de espinas, flagelación, crucifixión y lanzada en el costado. Los diversos estudios realizados siguen sin poder establecer cómo pudo formarse la extraña imagen. Aún no se han explicado su carácter de negativo, las tres dimensiones y la ausencia de pigmentos.
En 1898, el abogado turinés Secondo Pía, se llevó la gran sorpresa al hacer una fotografía de la Sábana Santa para la veneración de los fieles. Al revelarla, vio ante sus ojos un positivo perfecto en lugar de un negativo; su ayudante le preguntó qué había hecho con el negativo, y el fotógrafo le respondió: 'Ese es el negativo'. A continuación, ocurrió lo previsible: Se le acusó de fraude.
33 años después, en 1931, Giuseppe Enrié volvió a fotografiar el Sudario con idénticos resultados. Se trataba de una imagen tridimensional. La imagen que desde Edesa viajó hasta Constantinopla, después a Francia y, finalmente, a Turín, reflejaba el sufrimiento de un hombre de manera misteriosa, sin pigmento; hecho que la ciencia, aunque levanta acta de su existencia y de sus características, todavía no ha conseguido explicar.
El historiador francés Jean-Christian Petitfils es uno de los que respaldan su autenticidad, y a él le avalan asimismo cuarenta años investigando el Sudario de Turín. Todo este tiempo le ha valido para convencerse de que el rostro fotografiado por Secondo Pia en 1898 es verdaderamente la cara Jesucristo en el sepulcro.
En la última investigación del francés, titulada La Sábana Santa de Turín: La Investigación Definitiva, el autor ha recopilado todos los estudios realizados de la Síndone, incluido el estudio de carbono 14, que tantas dudas arrojó sobre su autenticidad. Este método científico la dató entre 1260 y 1390. No obstante, diversos estudiosos han dudado desde entonces de estos resultados, que pudieron verse alterados por el incendio que afectó al Santo Sudario en el año 1532. Petitfils explica que «los problemas de descontaminación son difíciles de resolver en el lino antiguo».
En abril de 2022, el investigador italiano Liberato de Caro, del Instituto de Cristalografía del Consejo Nacional de Investigación italiano, empleó unos rayos X particulares que indicaron que el lino es efectivamente del primer siglo.
De toda la convergencia de distintos estudios, divergentes en su método, aunque no tanto en sus resultados, el autor francés afirma que llegó a la conclusión «bastante pronto de que la Sábana Santa de Turín no podía ser una falsificación» y continúa: «El método histórico no permite considerar que sea auténtica. Solo la ciencia lo permite».
Se refiere el experto a una laguna histórica en el viaje del Sudario desde Jerusalén hasta Turín, donde se encuentra desde el siglo XVI. Los Evangelios canónicos de Pedro y Juan describen la Sábana Santa sobre el banco de piedra del Sepulcro. Lo siguiente que se sabe del paño de lino es que entre los años 387 y 388 llegó probablemente a la ciudad mesopotámica de Edesa.
Desde entonces y hasta llegar a Italia, la Sábana Santa pasó por Francia, donde reapareció en 1355 en Lirey, cerca de París. Allí la custodiaba Geoffroy de Charny, nieto de un caballero templario del mismo nombre. De Charny comenzó a exponerla públicamente y los peregrinos a la localidad francesa no tardaron en llegar en masa. Esto se tradujo para la familia en grandes ingresos a cambio de alojamiento, comida o donaciones. El obispo de Troyes pidió a la Santa Sede que prohibiera la muestra, pero el Papa Clemente VI se opuso e impugnó su autenticidad.
Escultura hiperrealista realizada a partir de la Sábana Santa
Por problemas económicos, la familia vendió la Síndone a nada menos que la Casa de Saboya en 1453. El duque Manuel II la paseó por Italia antes de cobijar la reliquia en una capilla que construyó para tal fin en Chambéry, la capital histórica de Saboya.
Su descendiente Manuel Filiberto la trasladó a Turín en 1578, donde ha permanecido hasta estos días. En 1898 Humberto I de Saboya autorizó al fotógrafo Secondo Pia a que plasmara el Sudario. El resultado conmocionó al mundo tanto como su primera aparición en manos del nieto del templario de Charny. La Sábana Santa actuaba como negativo del hombre cuyo cuerpo se reproducía en el lino. Al invertir los colores, surgió el retrato en positivo de Cristo. Es en este momento cuando se inicia la investigación científica del Santo Sudario.
Especial realizado por:
Redacción: Richi Franco, Clara González y María Serrano. Diseño: Ángel Ruiz.