Entrevista al experto en sectas y nueva religiosidad
Luis Santamaría: «Es una barbaridad ofrecer 'mindfulness' en un colegio católico»
El experto alerta contra esta «catequesis budista camuflada» que está de moda en numerosos centros confesionales y públicos
Lleva más de 25 años investigando el fenómeno sectario y la nueva religiosidad. Es uno de los miembros fundadores de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) y el año pasado publicó su libro A las afueras de la cruz. Las sectas de origen cristiano en España (BAC), en el que analiza un centenar de grupos. Uno de ellos es la Pía Unión de San Pablo Apóstol, que se ha hecho tristemente famosa con el cisma de las monjas clarisas de Belorado y Orduña. Pero el problema está mucho más extendido.
–Recientemente se hacía usted eco de un curso organizado en Albacete por el Centro de Formación del Profesorado de Castilla-La Mancha titulado «Bienestar emocional a través de la astrología psicológica». Algunos podrían pensar que se trata de algo inocuo e incluso positivo para los profesores. ¿Dónde radica el problema?
–Que «algunos» piensen que promocionar la astrología entre los docentes es inocuo y hasta positivo es la muestra del verdadero problema: el relativismo que impregna la sociedad entera hace que valga todo. También todo lo malo. Me explico: llevamos siglos de avances en todos los campos del saber, y desde el punto de vista religioso se ha dado una sana secularización del conocimiento, poniendo cada cosa en su sitio, y delimitando bien cuál es el ámbito de la razón y cuál el de la fe, con sus intersecciones y enriquecimientos mutuos. Sin embargo, resurgen cada vez con más fuerza intentos de sincretismo interesado de ciencia y espiritualidad. Las sociedades contemporáneas no han pasado de ser creyentes a increyentes, sino a ser crédulas. Y el esoterismo campa a sus anchas. ¿Dónde radica el problema? En que el esoterismo, por muy vulgarizado y dulcificado que pueda presentarse, siempre supone una visión errónea de la realidad. Hoy, la Nueva Era (New Age) atrae a un porcentaje importante de la población. Y si se favorece su implantación entre el profesorado, el paso a las aulas será inmediato, y sus efectos de consecuencias negativas insospechadas.
–¿Cuáles son?
–Los peligros son diversos. Podríamos apuntar algunos más destacados, como la sensación de elitismo. ¿Por qué atrae tanto todo este mundo? Entre otras razones, porque la persona se siente especial, poderosa, sabia… Piensa que es alguien «despierto» frente a una humanidad dormida (obsérvese el lenguaje tan común entre los conspiranoicos). Acaba sintiéndose por encima de los demás. Esto, a la larga, trae consigo un cierto grado de aislamiento con respecto a su familia, amigos… Los efectos de la New Age son, habitualmente, de verdadera secta. Otro peligro es una visión distorsionada de la realidad, basada en el pensamiento mágico. Y, desde el punto de vista cristiano, esto se observa bajo las categorías de idolatría y superstición. Algunos piensan que es otra forma de fe, una cosmovisión alternativa. Y no, nada de eso: frente a una fe que es confianza y que humaniza y libera, el esoterismo de la Nueva Era sumerge al ser humano en la oscuridad y en el temor a fuerzas superiores desconocidas, deshumaniza, aliena y acaba esclavizando.
Peligros incluso para la salud
–Estas corrientes usan términos atractivos como bienestar, energías, paz interior, etc. Pero, detrás de ellos, usted afirma que existe un panorama más oscuro: una visión mágica y supersticiosa de la realidad, un adoctrinamiento basado en el miedo a fuerzas ocultas, una fácil deriva sectaria y, en ocasiones, consecuencias peligrosas para la salud (mental y física). ¿Puede aclararnos más?
–Efectivamente, ese es otro de los riesgos: cuando uno confía en todas esas ideas, que llegan a incluir la adoración del propio yo (en un proceso de autodivinización), no sólo se cae en relaciones de dependencia hacia gurús o maestros espirituales, sino que dicha relación puede ser nociva en términos de salud. Tanto mental como física. Porque uno acaba dejando la elección de las cuestiones vitales en manos del líder, del coach, del brujo o vidente de turno. Abandona su voluntad a la del otro. Y esto incluye la propia salud. Es terrible constatar la cantidad creciente de personas y familias que, ante situaciones de enfermedad –y estoy pensando en patologías incurables, degenerativas…–, se fían de un sinvergüenza que afirma sanar canalizando la energía universal (eso es el reiki), equilibrando chakras (las propuestas del kundalini) o averiguando las raíces emocionales, espirituales y hasta ancestrales de cualquier problema (como pasa con la Bioneuroemoción, la Descodificación Biológica, las Constelaciones Familiares y un larguísimo etcétera). ¿Consecuencias? Abandonar tratamientos, vivir en una mentira, perder el dinero, perder la salud y, en muchos casos, perder la vida cuando aún no era el momento. Horrible.
–Usted sostiene que los colegios Waldorf aplican la antroposofía (secta esotérica) en la escuela. En España existen 26 colegios que aplican esta metodología. ¿Por qué es nociva para los niños?
–La pedagogía Waldorf o Steiner (por el apellido de su fundador, el germano Rudolf Steiner, que fundó la Antroposofía, su versión peculiar de la Teosofía, madre de tantas sectas contemporáneas), no es más que esoterismo aplicado a la enseñanza. Parece mentira que los centros educativos Waldorf se hayan hecho tan populares, y que cuenten con un aura de «educación alternativa» a nivel social y hasta con los parabienes de las administraciones públicas. ¿Qué problema hay con esto? Lo repito: es esoterismo en el aula. No se basa en criterios antropológicos ni psicológicos ni pedagógicos sensatos, sino en las «intuiciones» (en realidad, revelaciones ocultistas recibidas de a saber qué espíritus) del propio Steiner. Por lo tanto, de esos colegios sólo podemos esperar que salgan niños potencialmente adeptos a la Antroposofía o al menos con un claro sentido mágico de la realidad, que podrán caer en cualquier secta esotérica, o incluso fundar la suya propia. Y creo que no exagero.
La moda del 'mindfulness'
–«Mindfulness» es el término de moda en muchos colegios, incluso católicos. ¿Cuál es su peligro?
–El peligro del mindfulness, principalmente, es la falta de transparencia y de honestidad en su presentación y realización. Hay diversidad de propuestas y prácticas, y hay un importante bagaje, ya de décadas, de comprobación científica de sus efectos positivos. Pero muchas veces no se dice la verdad, o no se dice toda la verdad. Se presenta como la panacea, como algo válido y bueno para todos, y eso no es cierto. En algunas personas puede provocar efectos adversos. Y la supuesta secularización de lo que el mindfulness es en su origen (una práctica meditativa budista)… permítame que me la tome muy poco en serio. Llevo años leyendo manuales de mindfulness, hablando con gente que lo practica, viendo cómo se aplica en ámbitos médicos y psicológicos, en terapia, en la escuela, en la empresa… y cada vez estoy más convencido de que es una catequesis budista camuflada. Más o menos camuflada, pero budismo al fin y al cabo. Y el budismo es mucho más que una filosofía: es toda una cosmovisión, una religión. Si esto no se deja claro desde el principio, se está engañando. Se está haciendo proselitismo.
–Muchos dirán que esa es su opinión, ya que otros autores muy autorizados piensan algo diferente, de forma que el mindfulness podría aplicarse en cualquier contexto si se logra despojar de su carácter espiritual. Entonces, sería válido para cualquiera, ya sea un ateo o un católico. ¿Qué puede responder a esta objeción?
–Claro que es mi opinión. Y respeto las otras que pueda haber. Pero fíjese que mi opinión está sólidamente fundada, como le he dicho. No suelo decir las cosas a la ligera. Por ello, voy a citar a dos personas muy reputadas en el mundo del mindfulness (por eso de los «autores muy autorizados» a los que se refiere en la pregunta). El primero es Jon Kabat-Zinn, el mayor divulgador del mindfulness en Occidente, con su técnica llamada «Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena». En uno de sus libros dice que «el mindfulness es una forma de ser» que llega a «impregnar todos los aspectos de nuestra vida», llegando a vivir «una unidad más profunda que engloba e impregna toda nuestra vida». Además, explica que «cada uno de nosotros es una suerte de universo. Somos ilimitados».
Su peligro
–¿Y el segundo?
–El segundo autor fundamental es el monje budista Bhante Henepola Gunaratana, quien explica en sus libros, traducidos a multitud de idiomas, que el mindfulness se basa en la meditación vipassana (del budismo theravada), cuyo objetivo es «la visión profunda», ya que se trata de «una profunda práctica religiosa que aspira a la purificación y transformación de la vida cotidiana». Practicando el mindfulness, «hay personas que experimentan comprensiones intuitivas o recuerdos de vidas anteriores». No sólo eso: asegura que en el proceso que sigue un meditador hay «determinados ejercicios espirituales que desarrollan las capacidades paranormales». En suma: una catequesis (y más que catequesis) budista camuflada.
–Pues hay colegios católicos que imparten esta técnica entre sus alumnos...
–Cuando le digan que quieren hacer mindfulness en el colegio de su hijo, no se tranquilice pensando que simplemente cerrarán los ojos y harán un tiempo de silencio. El mindfulness es mucho más. ¿Se puede hacer algo así en un centro educativo público? No creo que sea apropiado introducir la enseñanza y práctica del budismo de forma tan deshonesta. ¿Y se puede hacer algo así en un centro de ideario católico? Claramente, se trata de una barbaridad, olvidando la riqueza milenaria de la espiritualidad cristiana, sustituyéndola por un budismo enmascarado que está de moda.