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Detalle de la parte trasera de la medalla de San Benito

La cara trasera de la medalla de San BenitoDavid Ramos

La medalla de san Benito, uno de los objetos más eficaces para combatir al Maligno

El monje santo «luchó durante su vida contra Satanás y las influencias diabólicas». Hoy se celebra su memoria

«No existen objetos mágicos. La medalla ‘sirve’ en cuanto tienes fe en Jesucristo». Así se explica el sacerdote y autor del libro de investigación teológica El Diablo y los demonios. Un estudio a la luz de santo Tomás de Aquino, Raúl Medina. Uno de los peligros a los que se puede sucumbir con los objetos religiosos es caer en la superstición. Sin embargo, no hay que despreciar su utilidad.

Uno de los más extendidos y apreciados es la medalla de san Benito. El monje santo «luchó durante su vida contra Satanás y las influencias diabólicas», comenta Medina. Por ello, es patrono de los exorcistas, aquellos obispos y sacerdotes (los que han recibido el nombramiento expreso por su obispo, tal y como manda el Código de Derecho Canónico) que dedican su ministerio a «expulsar al diablo y los demonios de la vida o los cuerpos de las personas que sufren su influencia».

La medalla aparece como un «sacramental de especial protección en la lucha contra el mal», cuenta el sacerdote. Cualquiera puede portarla, incluidos laicos y consagrados, aunque es necesario que esté bendecida y exorcizada «para gozar de una especial fuerza de Jesucristo».

Colocada en cimientos y puertas de edificios, en el centro de cruces o en llaveros, el origen del objeto proviene de la vida del santo abad. Según cuenta el papa san Gregorio, en el Libro II de los Diálogos, san Benito hacía el signo de la cruz como signo de salvación, verdad y purificación, reconociendo que Cristo, a través de ella, ha vencido a la muerte y al mal. Narra que, con solo hacer la señal de la cruz sobre un vaso que contenía veneno, se rompió. El mismo gesto mandó hacer a sus monjes sobre su corazón cuando el maligno los perturbaba.

«Vade retro Satanás»

Detalle de las caras de trasera y delantera de la medalla de san Benito

Detalle de las caras de trasera y delantera de la medalla de san BenitoAbadía de Silos

La medalla representa a san Benito con la cruz en la mano derecha y la Regla en la izquierda. De la misma forma, aparecen varias inscripciones tanto en la parte frontal como en la trasera.

En la parte delantera se puede leer el texto en latín: Crux sanci patris Benedicti. Eius in óbitu nostro presentia muniamur. Ex S.M. Cassino MDCCCLXXX. Esto significa «Cruz del Santo Padre Benito. A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia. Del Santo Monte Casino, 1880».

En la parte posterior, aparecen unas «abreviaturas de unas oraciones contra el Maligno». Encontramos SMQLIVB, que significa «Malo es lo que me ofreces, bebe tú mismo tu veneno»; VRSNSMV, «Vade retro Satanás, no me aconsejes cosas vanas»; CSSML, «la santa Cruz sea mi luz»; NDSMD, que el Dragón infernal no sea mi guía; y, por último, CSPB, de nuevo «Cruz del santo Padre Benito». Está rematada en su parte superior con la palabra Paz.

«De aquí extraemos la oración de san Benito que nos ayuda en momentos de la lucha contra el diablo y los demonios», comentaba Raúl Medina. Esta rezaría: La santa Cruz sea mi luz. No sea el dragón mi guía. Es malo lo que me ofreces, bebe tú mismo tu veneno.

El origen de la medalla

El uso de la medalla fue aprobado en marzo de 1742 por el papa Benedicto XIV. Aunque la versión final de la medalla es del 1880, año que aparece en la parte delantera, su origen es bastante anterior. Situados en Nattenberg –Baviera–, en el siglo XVII, algunas mujeres fueron acusadas de brujería contra el monasterio benedictino de Metten. Ellas confesaron que no habían podido influir en él al estar bajo el amparo de una cruz. Tras diversos estudios, se encontraron tapias del monasterio pintadas con varias cruces con unas siglas indescifrables.

Continuaron las investigaciones, y apareció el ansiado significado de las siglas dentro de un libro del siglo XIV. En él se veía una figura de san Benito con una cruz en la mano derecha, junto a parte del texto, representado con las letras iniciales de las palabras, en las astas cruzadas de las pinturas del monasterio. A la izquierda, una banderola con el resto del escrito. En otra abadía, esta vez en la de Wolfenbüttel, había un dibujo en un manuscrito de un monje defendiéndose del mal, ilustrado con una mujer que portaba una copa, repleta de las seducciones del mundo. El religioso levantaba una cruz, acompañado de la parte final del texto, por lo que se piensa que la creencia proviene de varios siglos anteriores.

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