A 30 kilómetros de Madrid hay un milagro eucarístico desde 1936 (y casi nadie lo conoce)

Cuando uno piensa en milagros eucarísticos que se han producido a lo largo de la Historia, lo más probable es que le vengan a la cabeza los de Lanciano y Orvieto (Italia), el de Daroca (Zaragoza) o los de Buenos Aires (Argentina), que fueron presenciados por el propio Papa Francisco cuando era arzobispo de esa archidiócesis. Hay muchísimos más, numerosos de ellos perfectamente documentados y probados, pero llama la atención uno en particular por su grado de desconocimiento a pesar de encontrarse a escasos 30 kilómetros de una ciudad como Madrid. Y hoy, 16 de julio, se cumplen precisamente 88 años desde que se produjera ese hecho inexplicable.

Faltaban dos días para que se produjera el alzamiento militar que desembocó en la Guerra Civil Española y Clemente Díaz Arévalo, párroco de Moraleja de Enmedio, un pequeño pueblo situado a 30 kilómetros de Madrid, celebró la misa en la que consagró 100 formas para repartir entre los fieles en ese día y los siguientes. Lo que el sacerdote no podía saber –aunque, seguramente, sí sospechar, por el ambiente irrespirable que reinaba en España desde hacía meses– era que, apenas cinco días después, tendría que abandonar Moraleja para poner su vida a salvo. Antes de hacerlo, le encomendó a su madre las formas consagradas resguardadas en un pequeño copón metálico, con el encargo de que se las hiciese llegar a las Marías de los Sagrarios, unas pías mujeres ligadas a la devoción eucarística.

Así hizo la madre del sacerdote, y el copón fue pasando de una casa a otra de las feligresas de Moraleja, esquivando los diversos registros que los milicianos llevaban a cabo periódicamente. Llegó por fin a la casa de los Zazo, una familia que poseía una vivienda amplia con patio. Eso mismo fue su desgracia, porque fue escogida para los milicianos a partir de octubre de 1936 para instalar ahí su cuartel general. La sede de los republicanos se había convertido, sin que ellos lo supieran, en la otra iglesia del pueblo; en un inmenso sagrario. El pequeño copón estaba escondido en un hueco de las vigas de la bodega.

Los vecinos fueron expulsados del municipio y no se les permitió retornar hasta el 10 de noviembre. Al llegar, los habitantes encontraron el pueblo destrozado, incluida la iglesia, pero la familia Zazo halló intacto el copón donde lo habían dejado. Sin salir de su asombro, corrieron a comunicárselo a don Clemente cuando éste regresó, quien acudió al lugar y comprobó el estado de las formas, «quedando admirado al verlas intactas e incorruptas», señalan las crónicas de la época.

Cada vez más visitantes

Tras la Guerra Civil, Moraleja de Enmedio volvió a la normalidad, pero con su nuevo prodigio eucarístico custodiado en la iglesia de San Millán, que hubo que rehabilitar. Todo el pueblo conocía el milagro, pero apenas trascendió sus límites. Años más tarde, las formas inalteradas fueron depositadas en un copón de cristal para que pudieran ser contempladas y adoradas. El copón, además, se selló en 2013, tras la visita de monseñor Joaquín López, anterior obispo de la diócesis de Getafe, a la que pertenece el municipio, y no se ha vuelto a abrir desde entonces. El prelado tuvo la ocasión de consumir una de las formas, tras lo que declaró: «Certifico que la forma que he probado está como recién hecha». Habían pasado entonces 77 años desde su elaboración.

Ahora, las peregrinaciones a Moraleja de Enmedio crecen año tras año, con visitantes que acuden desde todos los puntos de España e incluso desde el extranjero para ver el prodigio con sus propios ojos. La parroquia de San Millán celebrará esta tarde, a partir de las 20 horas, una eucaristía para conmemorar el 88 aniversario del milagro eucarístico de Moraleja de Enmedio, que será presidida por el vicario general, aunque el copón con las formas permanecerá expuesto desde las 10 de la mañana.