Beatrice Fazi, la actriz que se encontró con Cristo: «Vino a buscarme porque escuchó mi grito de dolor»

Se dice que toda historia tiene un final feliz, sin embargo, no todas empiezan de manera perfecta. Beatrice Fazi es un claro ejemplo de ello. Conocida actriz de teatro y televisión, protagonizó series como Medico in famiglia, versión italiana de la exitosa serie española Médico de familia. Durante muchos años, disfrutó de una dolce vita caracterizada por el dinero, la fama y grandes logros profesionales.

Sin embargo, detrás de esa imagen de éxito y vida cómoda con la que esta salernitana siempre soñó, se escondieron tragedias. La separación de sus padres y un dolor omnipresente causado por decisiones de su juventud, como el de abortar cuando apenas tenía 20 años, la llevaron a vivir lo que ella definió como «un desierto existencial». Una insatisfacción, una rebeldía y una soledad emocional que encontraron respuesta en un encuentro casual con la fe y con Cristo, cuando se detuvo en una iglesia de Roma a descansar.

– ¿Quién fue Beatrice Fazi antes, en su debut como actriz en Roma, y quién es ahora? ¿Qué ha cambiado?

–Nací en un pueblo del sur de Italia, hija de padres separados, con dos hermanos. Me di cuenta de que quería ser actriz cuando sólo tenía tres años, después de haber visto una serie en la televisión. Mi encuentro con el teatro me salvó de una adolescencia inquieta, llevándome lejos de Salerno, a los dieciocho años, para perseguir mi sueño de convertirme en alguien. Aterricé en Roma llena de grandes esperanzas, creyendo que podría valerme por mí misma, manteniéndome con un trabajo de camarera y estudiando simultáneamente en una escuela de interpretación y en la universidad.

A los 20 años me quedé embarazada de un hombre de casi 40, y opté por abortar voluntariamente pero, reconozco, no libremente: fue el miedo y el quedarme completamente sola, sin que me ofrecieran ninguna alternativa (como las que te ofrecen en los centros de ayuda a la maternidad, por ejemplo), lo que pudo con mi decisión. Durante mucho, mucho tiempo, luché contra las consecuencias de aquel aborto, cuyos signos internos aún arrastro: desórdenes alimenticios, ansiedad, discordia con mi cuerpo, malas relaciones y falta de afectividad. Un dolor de vivir del que ha sido difícil recuperarse.

Ahora soy una feliz madre de cuatro hijos (Marialucia 22, Fabio 21, Giovanni 16, Maddalena 9), una esposa enamorada y una actriz, podría decirse, consagrada. A partir de octubre presentaré un programa de cocina en TV2000, y tengo una temporada llena de estrenos teatrales y presentaciones de mi libro Un corazón nuevo. El verdadero cambio está sin duda relacionado con la conversión religiosa que ha puesto orden en mi vida y en mi corazón al darme, gracias a las catequesis de don Fabio Rosini sobre los 10 Mandamientos, verdaderas instrucciones para una vida feliz.

El dolor que llevaba dentro tras el aborto no lo conocía nadieBeatrice FaziActriz

– ¿Qué caracterizó aquellos años en los que empezó a experimentar la fama y un mundo con el que siempre había soñado? ¿Qué sintió en su interior?

–En mis primeros años en Roma, mi vida era aparentemente normal, incluso buena: empezaba a ser conocida por programas de televisión como Big, Macao o Él y Ella. También fundé un club de música en directo y ya había rodado un par de películas. Pero el dolor que llevaba dentro tras el aborto no lo conocía nadie. Además, sabía que no podía mostrarme como realmente era, tan necesitada de ser amada, tan dependiente del juicio de los demás...

Con cada éxito crecía mi autoestima, pero con cada 'no' me sumía en una gran frustración. Demasiada competencia, siempre bajo escrutinio. Demasiado esfuerzo para conquistar un podio y mantenerlo. El oficio de actriz no era exactamente como me lo había imaginado. Estaba un poco decepcionada con todo el sistema de relaciones importantes que tenía que tejer para tener mi oportunidad en el mundo del cine. Afortunadamente, sin embargo, algo ocurrió y poco a poco empecé a trabajar, por desgracia, sin mucha continuidad y con una carrera a menudo penalizada por los embarazos.

–¿En qué momento cambió todo?

–Fue poco a poco. Con la maduración de un proceso que tuvo su inicio en tres etapas fundamentales: mi entrada accidental y mi llanto en una iglesia donde había Adoración Eucarística, en una tarde en la que me sentía particularmente infeliz y retraída, la mirada llena de alegría de un chico que asistía a la Jornada Mundial de la Juventud del año 2000, en Roma, y la confesión que hice con don Fabio Rosini después de conocer a mi amiga Laura, que seguía sus catequesis sobre las 10 mandamientos. Dios vino a buscarme porque escuchó, aunque yo decía no creer en Él, mi grito de dolor.

–¿Qué fue lo más difícil que tuviste que afrontar tras tu encuentro con Cristo?

–Lo más difícil fue convencerme de que Dios no me pedía nada a cambio. No es fácil dejarse amar por Dios sin pensar que uno debe 'portarse bien' para merecer su Amor. Para quienes han recibido una educación católica moralista y farisaica, no es fácil aceptar el verdadero rostro de Dios que es Amor y misericordia. Pero cuando conoces a Dios, ¡porque Él se da a conocer!, te viene el verdadero empuje hacia la Bondad, que ya no es un deber sino pura belleza en tu vida. Es deseo de seguir a Cristo y sus mandamientos. Es la Verdad.

– ¿Cuál es el mayor sueño que tienes para tus hijos y tu marido?

–Sin duda es que nunca dejen de esperar en Dios y de tener fe. Y que se conviertan en santos. ¡Y yo también, claro!