Francisco llega a Papúa Nueva Guinea, donde las vocaciones se han duplicado en solo dos años
El número de seminaristas en el país oceánico ha pasado de 70 en el curso 21-22 a 159 en el 23-24
Tras los agotadores primeros días del Santo Padre en Asia, Francisco llega hoy a Papúa Nueva Guinea, un país con una cultura completamente distinta a la musulmana Indonesia. Algo más pequeño que España en extensión, el país oceánico sólo cuenta con alrededor de 9 millones de habitantes. De ellos, los católicos son mayoría, aunque solo suman un 26 % de la población. El resto de papuanos son luteranos, adventistas, pentecostales y de otras confesiones evangélicas.
Lo que resulta sumamente llamativo es el pronunciado incremento del número de jóvenes del país que se preparan para ser sacerdotes. Si en el curso 2021-2022 Papúa Nueva Guinea contaba con 70 seminaristas, en 2023-2024 son más del doble: 159. «La obra de evangelización llevada a cabo por los misioneros en las ciudades y, sobre todo, en los pueblos de chozas y palafitos que se alzan entre árboles centenarios y largos ríos está dando frutos», explican desde la agencia vaticana Fides. La gran mayoría de papuanos «son familias jóvenes con varios hijos. Y son precisamente los más jóvenes, fascinados por el encuentro con Cristo, los que piden ser bautizados», añade.
El seminario mayor del Espíritu Santo, fundado en la capital Port Moresby en marzo de 1963, fue trasladado algunos años más tarde a Bomana (a doce kilómetros). El seminarista Jeffrey Ossom, de la diócesis de Madang, explica cómo nació su vocación sacerdotal: «Estaba comprometido en varias actividades parroquiales y asistía a grupos de jóvenes. Admiraba a mi párroco y fue él quien me inspiró: ver cómo vivía su vocación, su presencia entre la gente, siempre disponible para ayudar y aconsejar, las palabras de sus homilías... A partir de ahí nació en mí el deseo de ser algún día un sacerdote como él, cercano al pueblo».
Matthew Gona, de la archidiócesis de Rabaul, tenía otros planes para su vida: «Mi objetivo era convertirme en profesor o director de empresas». Pero algo trastocó todos sus proyectos: «El encuentro con el padre Michael y el padre Cornelius Gaga fue un gran cambio en mi vida. Me llamó la atención su forma de vivir, su personalidad, su carácter. Ese encuentro me hizo reflexionar y preguntarme '¿Qué quiere Dios de mí?'. De hecho, hasta ese momento me hacía la pregunta equivocada: '¿Qué quiero yo?'».
«Un trabajo enorme e incansable»
En sus biografías, el papel de los misioneros ha sido fundamental. «Fui bautizado por uno de ellos y recibí mi primera comunión de un misionero polaco. Incluso la escuela a la que asistí estaba dirigida por misioneros», rememora Jacob Tumun, otro aspirante al sacerdocio. «Crecí en una parroquia dirigida por misioneros, mi párroco era un misionero alemán. Si miro hacia atrás –agrega Matthew– fue él quien puso una base sólida para mi fe y mi vocación. Si soy lo que soy hoy es gracias a misioneros como el padre Meinard, que hicieron un trabajo enorme e incansable en la construcción de mi fe católica».
Mañana sábado, los tres seminaristas, junto a sus más de 150 compañeros, tendrán la ocasión de escuchar las palabras de Francisco durante el encuentro que mantendrá el Santo Padre con los obispos, sacerdotes, seminaristas y consagrados de Papúa Nueva Guinea y de las Islas Salomón.