El Papa llama a los católicos papús en una misa ante 35.000 personas a «abrirse a Dios y al amor de los hermanos»
Francisco elogió la labor de los catequistas «que afrontan largos viajes, para llegar incluso a las comunidades más lejanas, a veces dejando sus casas»
El Papa Francisco ha celebrado este domingo una misa en Port Moresby, en Papúa Nueva Guinea, ante más de 35.000 personas, a las que ha llamado a «abrirse a Dios, abrirse a los hermanos, abrirse al Evangelio y hacer de él la brújula de (su) vida». «¡Ánimo, no temas, pueblo papú! ¡Ábrete! Ábrete a la alegría del Evangelio, ábrete al encuentro con Dios, ábrete al amor de los hermanos», ha dicho el pontífice en su mensaje a la comunidad de fieles del país.
Durante la homilía, el Papa Francisco ha advertido de aquellas cosas que «nos alejan de Dios y de los demás». «Existe una sordera interior y un mutismo del corazón que dependen de todo aquello que nos encierra en nosotros mismos, que nos cierra a Dios y a los demás: el egoísmo, la indiferencia, el miedo a arriesgarse e involucrarse, el resentimiento, el odio, y la lista podría continuar. Todo esto nos aleja de Dios, de los hermanos, de nosotros mismos; y de la alegría de vivir», ha señalado.
El papa visitó este domingo Vánimo, una localidad a unos 1.000 kilómetros de Port Moresby, capital de Papúa Nueva Guinea, de 11.000 habitantes y enclavada entre el mar y la selva, para animar a los misioneros que trabajan estas tierras remotas y los llevó casi una tonelada de material entre medicinas, ropa y juguetes para los niños.
El Papa llegó a esta misión en la selva con un avión militar de las Fuerzas Aéreas australianas tras un viaje de cerca de dos horas y fue recibido por cantos de baile y cerca de 20.000 personas frente a la explanada de la catedral de la Santa Cruz. «Estoy contento de encontrarme en esta tierra maravillosa, joven y misionera», dijo el papa en su discurso.
«Ustedes aquí son 'expertos' en belleza porque están rodeados de ella. Viven en una tierra magnífica, rica en una gran variedad de plantas y aves, donde uno se queda con la boca abierta ante los colores, sonidos y olores, y el grandioso espectáculo de una naturaleza rebosante de vida, que evoca la imagen del Edén», añadió.
El Papa elogió la labor de los catequistas «que afrontan largos viajes, para llegar incluso a las comunidades más lejanas, a veces dejando sus casas». «Llevan a cabo algo muy lindo, y es importante que no se queden solos, sino que toda la comunidad los apoye, para que puedan cumplir su mandato con serenidad, sobre todo cuando tienen que conciliar las exigencias de la misión con las responsabilidades familiares», valoró.
E instó a ayudarles también promoviendo «el anuncio misionero allí donde vive, es decir, en la casa, en la escuela, en los ambientes de trabajo; para que esté, en todas partes, en la selva, en las aldeas o en los pueblos».
Francisco invito a los fieles «a acabar con las rivalidades, a vencer las divisiones ―personales, familiares y tribales―, a expulsar del corazón de las personas el miedo, la superstición y la magia; a terminar con los comportamientos destructivos como la violencia, la infidelidad, la explotación, el consumo de alcohol y drogas, males que aprisionan y hacen infelices a tantos hermanos y hermanas».
Y es que la brujería es un grave problema en el país. Papúa Nueva Guinea derogó en 2013 la Ley de Brujería, vigente desde 1971, que prohibía practicar «magia negra o hechizos para causar daño» y permitía ajusticiar a las personas acusadas de brujería. El ajusticiamiento por brujería se ha cobrado la vida de unas 3.000 personas, especialmente mujeres, entre 2000 y 2020, pese a que estas acusaciones, muchas veces vinculadas a muertes súbitas o enfermedades desconocidas en una tribu, son difíciles de probar.
Después de Indonesia y Papúa Nueva Guinea, está previsto que el pontífice visite Timor Este, donde llegará el próximo lunes, y Singapur. Esta gira de doce días en por Asia y Oceanía marcará no solo el viaje apostólico internacional más largo del pontificado de Francisco, sino también el más complejo.