«Gasolinera espiritual San Cristóbal», la original iniciativa de un párroco en la España de los años 60
Edificada en 1968, sirve para que los conductores, igual que paran para repostar combustible, hagan un alto en el camino y le recen a su santo patrono
Nada más tomar la salida del kilómetro 90 de la A-3 para dirigirse hacia el imponente monasterio de Uclés (Cuenca), se topa uno con una pequeña y curiosa construcción de paredes lisas y blancas: la «gasolinera espiritual San Cristóbal». Así rezan las letras negras de forja metálica que coronan el sencillo frontispicio de la austera edificación, que no es otra cosa que una ermita dedicada al santo patrón de los conductores.
El promotor de la «gasolinera espiritual» no fue otro que el párroco de Tribaldos y Villarrubio —en cuyo término se encuentra la insólita construcción—, el sacerdote Jesús García. El ABC del 24 de noviembre de 1966 recogía los motivos que le habían llevado a querer erigir la singular ermita: «Si los que conducen un camión, un turismo o una motocicleta se detienen durante su viaje para proveerse de gasolina o para tomar un café, también pueden hacerlo para ofrecer una oración a San Cristóbal ante su imagen o para oír la santa misa en esta especie de ´gasolinera del espíritu´».
El maestro de Tribaldos, Ángel Mansilla, se sumó con entusiasmo al proyecto, se encargó de su diseño y «confeccionó la oportuna maqueta». La ermita se inauguró dos años más tarde, el 10 de julio de 1968, fecha que consta en uno de los forjados ornamentales. Siguiendo con la crónica de la época, «se trata de un gran voladizo sostenido por dos pilares y apoyado en una pared en ángulo, que luego se prolonga en una gran escalinata; en el centro, un pedestal para la imagen de San Cristóbal».
Todo en la «gasolinera espiritual» es un guiño continuo al mundo del motor y de la automoción: el altar está construido con el eje trasero de un coche y sus dos neumáticos; los candelabros están realizados con dos embudos para la extracción del aceite usado del cárter y unos tubos, y frente a la ermita se encuentran unos columpios para niños realizados con ruedas y volantes. Todo un alarde de ingenio español de finales de los 60 para venerar al santo patrono de los automovilistas.
La «gasolinera espiritual» se encuentra en buen estado de conservación; es de libre acceso y es bien conocida por muchos moteros y conductores que, cuando pasan por delante, honran al santo tocando el claxon. Quizás no paran a rezar un rato, como pretendía el sacerdote que promovió su construcción, pero al menos le envían un homenaje sonoro.
La ermita no ha estado exenta de amenazas. A finales de los años 80, cuando la carretera de Valencia se desdobló, hubo que derribar la escalinata que la precedía, y perdió altura respecto a la calzada. Pese a ello, la «gasolinera espiritual San Cristóbal» sigue aguardando, paciente, en el kilómetro 90 de la A-3 a quienes quieren llenar el depósito de su espíritu.