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La Iglesia de Santa María de Caná ofrece la emisión en directo de la Santa Misa en este domingo, 29 de septiembre, día en el que se conmemoran a los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Dicen que, en tiempos atrás, los conspicuos teólogos tuvieron diatribas entre ellos discutiendo sobre el sexo de los ángeles.

Entre bromas y veras, todavía hay gente en nuestro tiempo que no se ha enterado de que ellos son de otra naturaleza y, por tanto, lo que es propiedad de la nuestra no tiene por qué estar presente en la de ellos, de la misma manera que los árboles no necesitan corazón y es impropio del camello establecer las diferencias que se dan entre la permisividad y la tolerancia.

¿Varoniles y musculosos? Quizá sea un modo plástico de expresar una fortaleza superior a la de los pobres hombres. ¿Hermosos, leves y sutiles? A lo mejor los pintan de esa manera para indicarnos que su propio modo de ser —en espíritu— trasciende todo lo corpóreo y sus limitaciones. Porque, ¿cómo van a expresar los virtuosos del pincel las operaciones del entendimiento y de la voluntad, separándolas de la ubicación que lleva consigo la materia, sabiendo que para el ángel no cuentan las limitaciones del espacio y del tiempo? Lógicamente, echan mano de antropomorfismos con la ilusión de transmitirnos a modo humano lo que se sabe que no tiene cuerpo, ni alas, ni plumas, ni mantos, ni nariz o cabellos.

Por eso, a pesar de su belleza, no deja de ser una reproducción burda y basta —en comparación con el original invisible— la que dejan en sus lienzos Denís, Beuron. Rohault, Fra Angélico, Rembrandt en el Louvre o Murillo en Sevilla; o las vidrieras de tantos ventanales catedralicios, por más que las atraviese el sol y jugueteen los colores en los días de la canícula. La escenografía apocalíptica joánica descrita desde Patmos los presenta como ciudadanos de Dios y sus domésticos. Distribuidos en arcana jerarquía. Espíritus puros.