Cada día comenzaba con una oración, dirigida por un grupo lingüístico diferente, y el grupo se reunía para la primera de las charlas. En ellas se abordaban «las profundas tradiciones de nuestro carisma carmelita, destacando no sólo la importancia de la Escritura como fundamento de la oración, sino también cómo los temas y mensajes de las lecturas diarias pueden leerse constantemente a través de los ojos de nuestra propia Fórmula de Vida», explican los carmelitas. Al mediodía se celebraba la eucaristía, en la que se empleaban diversas lenguas