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Imagen de 20 de los mártires que murieron «in odium fidei» en Andalucía en los años 30

Más de 7.000 sacerdotes y monjas fueron asesinados «in odium fidei»

La Iglesia recuerda hoy a los 2.128 mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España

Alrededor de 6.000 más podrían ser beatificados en los próximos años por la que se ha conocido como «la mayor persecución desde Diocleciano»

Uno de los capítulos más silenciados en la Historia contemporánea de España es, sin duda, la feroz persecución por motivos religiosos que se desató en nuestro país entre 1931 y 1939. Se calcula que alrededor de 7.000 sacerdotes y religiosas fueron asesinados in odium fidei («por odio a la fe») durante esos años, además de varios miles de seglares más, en lo que algunos historiadores han definido como «la mayor persecución religiosa desde la época del emperador Diocleciano».

La Iglesia en España honra cada 6 de noviembre –con rango de memoria obligatoria en las misas– a los 2.128 mártires (12 santos y 2.041 beatos) que ya han sido reconocidos oficialmente por la Iglesia. «Desde el año 2010 se celebra la memoria de estos mártires, unos días después de la fiesta de Todos los Santos, con la que se inicia el mes de noviembre», detalla la oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española (CEE). «Es el caso de los más de 10.000 mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España», agrega. «Llegado el momento de la prueba, dejaron que les fuera arrebatada la vida por dar testimonio de su fe y lo hicieron como Cristo, perdonando», prosigue la oficina de la CEE.

San Juan Pablo II, con vistas al año 2000, «quiso actualizar los martirologios de la Iglesia universal, prestando gran atención» a los ejemplos más recientes. Se comenzó entonces la recopilación de los datos de los mártires de la persecución religiosa del siglo XX, «de los que disponemos en la actualidad, en España, más de 10.000 fichas».

Sin embargo, algunas diócesis y congregaciones religiosas parecen querer pasar de puntillas sobre la realidad de estos mártires, pese a que muchos de ellos pertenecían a sus propias familias religiosas. Los que se consideran herederos ideológicos de los que asesinaron a estos mártires tratan de desacreditarles acusándoles de tener motivaciones políticas, cuando lo cierto es que murieron por causas exclusivamente religiosas. Si no hubiese sido así, de hecho, no habrían alcanzado la santidad que les reconoce la Iglesia.

Pero la animadversión que muestran estos herederos ideológicos parece ser suficiente para que, en algunos sectores de la Iglesia, se trate de poner tierra de por medio con los mártires del siglo XX.

Lo cierto es que los que fueron martirizados en España in odium fidei murieron perdonando a sus verdugos, dejando unos testimonios extraordinarios de compasión, fortaleza, amor y entrega. Jorge López Teulón, sacerdote de Toledo y el mayor especialista sobre persecución religiosa de los años 30 del siglo XX en España, lleva publicados 33 libros sobre este tema, y corrobora que los mártires «no murieron por ideas políticas, sino que fueron asesinados por odio a la fe».

La quema de iglesias comenzó apenas un mes después de que fuera proclamada la II República, el 14 de abril de 1931, sin que las autoridades hicieran apenas nada por atajar la situación. Es conocida la frase lapidaria de Manuel Azaña, a la sazón ministro de Guerra, en la que sentenció que «todos los conventos e iglesias de Madrid no valen la vida de un republicano».

Revolución de Asturias

Tres años después, durante la Revolución de Asturias, alrededor de 80 religiosos fueron asesinados. Fue apenas un pequeño reguero de sangre que presagiaba la masacre de religiosos que llegaría año y medio después con el estallido de la Guerra Civil. «En la diócesis de Barbastro (Huesca), el 98 % de los sacerdotes fueron asesinados, incluido el obispo», recuerda López Teulón. En la de Lérida, las cifras alcanzaron también cifras dantescas, y por toda la España que había quedado en manos de los republicanos se sucedían episodios de crueldad y sadismo extremos.

«Los mártires, sin embargo, murieron perdonando y rezando por sus verdugos», insiste López Teulón, quien añade que la Iglesia estudia detenidamente cada caso de martirio para decretar o no las virtudes heroicas del candidato antes de ser elevado a los altares.