Entrevista al doctor en Historia y escritor
Santiago Mata: «Enrique VIII desató una ola de represión contra los católicos hasta erradicar la Iglesia»
El rey inglés ordenó profanar la tumba de Santo Tomás Becket y quemar sus huesos, como explica el historiador en «Mártires de Inglaterra», su último libro
Acaba de publicar Mártires de Inglaterra (editorial Sekotia), sobre la poco conocida – y quizás ocultada– persecución a los católicos en Gran Bretaña e Irlanda en los siglos XVI y XVII. Santiago Mata (Valladolid, 1965), doctor en Historia, periodista y profesor de Secundaria desvela el terror que se vivió bajo el rey Enrique VIII.
– Los británicos son especialistas en atacarnos con la Leyenda Negra antiespañola. Desde luego, ellos sí que tienen mucho por lo que avergonzarse...
– Hay, efectivamente, mucho eufemismo. Por ejemplo, a Enrique VIII le siguen llamando Good King Henry. Y bajo su reinado fueron ejecutadas 70.000 personas. 70.000, repito. Desató una ola de represión contra los católicos sin precedentes.
– ¿Sólo le movían motivos religiosos?
– No, claro, hay que ver el trasfondo. En una persecución como esta, a veces tendemos a reducirla a un capricho de un rey que quiso cambiarse de mujer y para ello se hizo Papa de su propia Iglesia. Pero hay mucho más que eso. Es más, Enrique no fue original en eso realmente. Él, lo único que hizo al proclamar la supremacía del rey en la iglesia, fue simplemente sacar las consecuencias de algo que ya era ley en Inglaterra, el llamado Estatuto de 1392, y había establecido que el rey podía imponerse sobre el Papa en las cuestiones eclesiásticas.
– No fue solo, por tanto, un lío de faldas...
– No, no fue una especie de arrebato, de ira o de enfado contra el Papa porque el Papa no quisiera reconocer su derecho a a separarse de su mujer y tomar otra mujer. Hay mucho más. En mi opinión, hay un trasfondo histórico muy potente que no analizamos y lo reducimos todo a un problema personal.
En Enrique VIII y en Inglaterra había una gran frustración frente al continente. Los grandes biógrafos del rey, como David Starkey, dicen que lo que ocurrió fue el primer Brexit. La gran obsesión de los reyes de Inglaterra es tomar Francia. Se les queda pequeña la isla. Se dan cuenta de que quien mandara allí sería el que mandara en el continente. Enrique VIII se topa con una frustración tremenda: que Inglaterra ha perdido la Guerra de los Cien Años, con la que había sido expulsada de Francia.
De Francia, además, venían los Papas, ya que estaban en Aviñón y normalmente eran franceses. Eso quería decir que, si Francia era tu enemiga, el papado era tu enemigo. La Iglesia católica era, por tanto, un engorro.
– De los 70.000 ejecutados, ¿de cuántos mártires en Inglaterra estamos hablando?
– La persecución se prolonga durante dos siglos. Empieza en 1533, cuando se declara la supremacía del rey, que luego se hace ley en 1534 y las primeras ejecuciones son en 1535. El último mártir reconocido por la Iglesia es en 1681, el arzobispo primado de Irlanda, Oliver Plunkett. Mártires, en total, son 250. De ellos, 44 beatificados y cuatro santos. Es decir, aparentemente es una cantidad pequeña, si la comparamos, por ejemplo, con la de España del siglo XX, donde tenemos ya más de 2.000 beatos y 11 santos. O la de Francia en la Revolución Francesa.
Pero, en realidad, es una persecución muy extensa, porque la Iglesia en Gran Bretaña está completamente erradicada, no como en Francia o en España. Aparte, hay miles de personas ejecutadas que a lo mejor no llegarán nunca a los altares porque no se puede investigar sus casos.
– Un episodio, además, muy desconocido...
– Son muy conocidos los grandes santos, como Santo Tomás Moro, porque fue canciller, o San Juan Fisher, porque era obispo y cardenal, o algunos jesuitas famosos, como San Admundo Campion o Robert Samuel. Pero, efectivamente, hay otros muchos poco conocidos. Hay una española, por ejemplo.
– ¿Una española?
– Sí, se trata de Luisa Carvajal y Mendoza, que está enterrada en el monasterio de de la Encarnación de Madrid. Siendo laica, fundó una especie de orden religiosa, y decidió irse ella sola a Inglaterra para apoyar a los católicos. Llegó a Inglaterra sin saber inglés, porque había tenido noticias de los martirios, y quería ayudar, sin más. El rey Jacobo I la persiguió y la encerraron. Al final murió de una pulmonía a causa de haber estado encerrada durante mucho tiempo. Es decir, que se le puede considerar mártir, aunque no murió ejecutada.
– Enrique VIII no tuvo piedad ni de los muertos. Ordenó saquear la tumba de Santo Tomás Becket, martirizado nada menos que en 1170...
– Efectivamente. En 1539 había ordenado que se dejase de considerar santo a Tomás Becket. La destrucción del convento de Canterbury, que era el mayor centro de peregrinación de Inglaterra, se llevó a cabo entre 1540 y 1541. Los restos de Becket fueron profanados, sus huesos sacados de la tumba y quemados en una hoguera pública.
– En paralelo se llevaba a cabo la «reforma» protestante en el continente...
– Sí, aunque la reforma inglesa fue mucho más profunda que la luterana. En mi opinión, aunque nos hemos quedado con la imagen de que los anglicanos siguen teniendo curas y obispos y parece que «es casi católica», Enrique VIII negó que exista un principio de unidad en la Iglesia, de autoridad espiritual. Hizo el truco de que en Inglaterra somos diferentes, este es un país diferente, no necesitamos una autoridad porque ya el rey se encarga de todo. Claro, eso es absurdo, es incompatible con el cristianismo.
Lo que hay, en el caso de Inglaterra, es una reforma más profunda que el luteranismo. No es una negación de la autoridad del Papa; es una negación de todo el ámbito espiritual de la vida. No hay más poder que el poder político; es el único que existe. Y el que se resista a esto será arrollado, seas quien seas.
Esto se ve muy bien cuando le piden a los primeros mártires, tres cartujos, que firmen el juramento de supremacía. Ellos respondieron que firmarían siempre y cuando la ley de Dios lo permita. Y el canciller les dijo: Qué ley de Dios ni qué nada. Tú tienes que firmar y punto. Si el rey dice que hay que hacerlo, se hace.
– Y los arrollaron. Con una crueldad extrema, además...
–El hecho de de reconocerle autoridad al Papa te convertía automáticamente en traidor, y la traición se castigaba ya desde antaño con el descuartizamiento, porque tenía que ser un escarmiento. Se partía la persona en cuatro partes. La cabeza se dejaba picada en el lugar de ejecución o en un puente, y cada una de las cuatro partes se ponían en las cuatro puertas de la ciudad. En otros casos se enviaban a distintas ciudades para que la gente tomara nota. Claro, en las puertas de Londres siempre había algún trozo de algún católico colgado... Era una forma de aterrorizar a la gente.
40.000 católicos en pie
– ¿Qué fue la 'Peregrinación de Gracia'?
– Se trató de un movimiento popular que reaccionó contra la primera reforma. Surge en la zona de York, que era la zona más católica –y sigue siéndolo– de Inglaterra. Era un movimiento de protesta que surge cuando se enteran de que el rey ha suprimido cuatro sacramentos: la confirmación, la unción de enfermos, el matrimonio y el sacerdocio. No era una sublevación, y por eso lo llamaron peregrinación, aunque eran 40.000 personas. Iban en peregrinación a Londres para pedirle al rey, por favor, que no hiciera eso.
Enrique VIII no tenía soldados para hacer frente a 40.000 personas, así que negoció con ellos y, a su jefe, Robert Aske, lo trajo a palacio. Al año siguiente, cuando se vio fuerte, lo mató. Las consecuencias es que 800 monasterios fueron destruidos, y prácticamente desaparecieron los monjes de Inglaterra. Posteriormente el rey rectificó y dejó los sacramentos. Por eso digo que la Iglesia Inglaterra mantiene una apariencia de sacramentos, pero en realidad han perdido su validez.