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Thea Tsulukiani, vicepresidenta de Georgia

Entrevista con Thea Tsulukiani

La vicepresidenta de Georgia: «Sé lo que sufren en Ucrania, Rusia también nos invadió en 2008»

Thea Tsulukiani opina que «cualquier acuerdo tiene sus ventajas, pero no puedes poner en la bandeja vidas humanas o paz»

La vicepresidenta de Georgia, Thea Tsulukiani, ha viajado a Roma esta semana para conmemorar los 30 años de relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Se trata de un país de mayoría ortodoxa, pero con una excelente relación con el Vaticano. Prueba de ello ha sido el concierto que han celebrado este fin de semana en la Capilla Sixtina. «Disgustados» por no haber sido aún admitidos en la Unión Europea, Tsulukiani se muestra muy cercana a Ucrania, ya que ellos también fueron invadidos por Rusia en 2008.

–¿Cómo está afectando a Georgia la guerra en el mar Muerto?

–Rusia nos invadió a nosotros en el año 2008. Así que para nosotros es fácil entender lo que significa una agresión así, el tipo de dolor que provoca y la difícil situación que provoca un ataque. Hemos visto el sufrimiento de los niños, las mujeres y los ancianos. No solo su sufrimiento, sino también la limpieza étnica en las zonas de combate durante las semanas de conflicto. Nosotros luchamos, no solo durante la guerra en sí misma, sino también después, con la ley en la mano. Acudimos al Tribunal Europeo de Derechos Humanos frente a Rusia. Y los jueces fallaron a nuestro favor. Y no solo ellos. No podemos olvidar que la Santa Sede siempre fue favorable a que Georgia mantuviera su integridad territorial. Es algo que apreciamos especialmente.

Thea Tsulukiani, durante su entrevista con El Debate

–¿Y cómo están actuando ante la crisis?

–La respuesta de la sociedad georgiana ha sido conmovedora. Hemos facilitado ayuda humanitaria y también hemos abierto colegios, de primaria y secundaria, para los niños ucranianos. Procuramos aplicar los programas que tienen allí, con profesores que hemos acogido. También hemos recibido e incorporado artistas y músicos que actúan en nuestros teatros.

–¿Cree que la guerra en Ucrania puede ayudar a resolver también su conflicto con Rusia?

–Las disputas territoriales en Georgia se enfriaron después de la guerra. Es difícil saber qué puede ocurrir después de la guerra, sobre todo porque aún está en marcha. En lo que tuvimos dificultad fue en asegurar la estabilidad interna al comienzo de la guerra en Ucrania. Por la experiencia de nuestra guerra en 2008 sabemos que todo puede ir a peor, a menos que el Gobierno sea prudente y responsable. Intentamos mantener la estabilidad, colaborar con Ucrania y acercarnos a Europa. Esperamos que, poco a poco, tras Ucrania y Moldavia podamos conseguir una región en paz y ser parte de una pacífica Europa.

En Georgia, ortodoxos, católicos y musulmanes luchamos juntos

–¿La labor de solidaridad y acogida, tanto de ortodoxos como católicos, está facilitando el ecumenismo?

–Hemos visto durante esta guerra que los representantes de distintas confesiones se mantienen unidos. Están ayudando juntos a los refugiados y también apoyando el esfuerzo del Gobierno. Es algo que ya vimos en 2008, cuando Rusia invadió Georgia. Vivimos la misma experiencia dentro de un país multicultural y multi religioso. En Georgia, ortodoxos, católicos y musulmanes luchamos juntos. Es algo que ha permitido que en tiempos de paz todas esas personas contribuyan a una cultura georgiana de la que estamos orgullosos hoy día.

–¿Qué importancia tiene el papel de los líderes religiosos para la paz?

–Formo parte de una generación que ha vivido lo mejor y también lo peor. Siendo adolescente he visto con mis propios ojos varias guerras civiles y a Rusia invadir varias veces mi tierra. Lo bueno es que en esos momentos difíciles, la Iglesia y el Estado han trabajado de la mano, han colaborado. Es algo particular en Georgia. Por eso, en esta visita al Vaticano hemos venido con un representante del patriarca de Georgia, para destacar esa colaboración. La verdad es que cuando en Georgia el Gobierno o el Parlamento han tenido problemas, la Iglesia Ortodoxa y los patriarcas les han reemplazado para asegurar la estabilidad y continuidad de la nación. Ahora, cuando tenemos problemas con Ucrania, los parlamentos, las iglesias y las personas religiosas estamos juntos para conseguir tolerancia y armonía. Es evidente que esta criminal agresión, las agresiones a estados soberanos como Georgia o Ucrania, destruyen esa armonía. Pero no deberíamos abandonar esta lucha, debemos mantener la lucha.

Georgia ha recibido con disgusto la decisión de la Unión Europea de no abrirnos las puertas

–Ustedes también sufrieron una invasión, pero al final se alcanzó un acuerdo. ¿Ve posible una solución negociada en Ucrania?

–Nosotros tuvimos la mediación del presidente francés Sarkozy, quien estuvo con nosotros en esos momentos difíciles y medió en el acuerdo de paz con Rusia. Un acuerdo que al menos frenó la guerra. Tocará a los historiadores juzgar si fue eficaz o no, pero evitó la guerra. Por eso creo que cualquier tipo de acuerdo en esta situación tiene sus ventajas, pero el proceso negociador es importante porque cuando estás en una guerra en la que has sido atacado no puedes poner en la bandeja, al mismo nivel, las vidas humanas o la paz. La negociación se debe afrontar sin miedo y con confianza por parte de ambas partes.

–¿Qué ha significado para Georgia celebrar un concierto en la Capilla Sixtina?

–El concierto en la Capilla Sixtina para quienes somos de Georgia es todo un símbolo. Un símbolo de amistad, de colaboración, de fraternidad, entre personas que representan creencias diferentes, pero que quieren que la música siga sonando de forma armónica. También es importante comprobar cómo la Santa Sede abre las puertas de par en par a la cultura georgiana, a nuestra música polifónica.

–¿Para un país de mayoría ortodoxa, que supone celebrar 30 años de relaciones con la Santa Sede?

–Nuestra relación no es solo de estos 30 años. Somos socios y amigos desde mucho antes. Incluso durante la época soviética. Aún recordamos el apoyo que recibimos entonces de la Santa Sede. Por eso hablamos de una vieja amistad.

–¿En qué medida puede ayudar la relación con la Santa Sede para su acercamiento a Europa?

–La verdad es que Georgia ha recibido con disgusto la decisión de la Unión Europea de no abrirnos las puertas. Sobre todo porque lo ha hecho al mismo tiempo que le decía sí a Ucrania y Moldavia, dos países vecinos con los que compartimos valores. Esperamos que sea solo un contratiempo que podamos resolver a corto plazo y creo que la Santa Sede nos puede ayudar en este empeño.